Capítulo 38

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Henrik me entrega la llave sin chistar, está sumergido en una conversación de trabajo que se ha extendido un poco. Sofía y los demás están concentrados en varias hojas que yacen sobre la superficie de la mesa. Bueno, el angelical rostro de So no permite a Billy concentrarse como los demás. La rubia parece tranquila haciendo anotaciones en las hojas como si revisar composiciones musicales fuera cosa de todos los días. Me dirige algunas sonrisas cálidas cuando me descubre observándola, es tan bonita.

Debería marcharme, no lo he hecho porque necesito hablar con So. Es la única que puede decirme si aquello fue un sueño o un recuerdo, esas imágenes no estaban en mi memoria hasta hoy. He analizado con más detenimiento aquellas escenas, si sucedió fue en la misma noche de aquella fotografía que encontré en mi viejo álbum fotográfico; aunque también podría significar que gracias a esa foto me he inventado la historia en la cabeza.

Y si es un sueño... ¿qué significa? ¿que anhelo estar otra vez con Dimas? La idea no me emociona, por el contrario, una pesadez gris se instala en mi pecho al pensar en lo mucho que eso le dolería a Eric.

—¿Aura?

Sofía parece notar que algo va mal. Ella se disculpa y me pide salir de MalaCruz para buscar algo en su camioneta.

—Estás muy pálida y la última vez que te vi así terminaste por desmayarte —suelta apenas ponemos un pie fuera del lugar.

—No voy a desmayarme —digo no muy convencida—. Aunque no he dormido bien.

—¿Eric no te deja dormir? —inquiere en tono sugerente.

No contengo la risa, ya había olvidado que So solía bromear con temas similares todo el tiempo. Eric no es el culpable, es mi mente inquieta... Cada noche que él está a mi lado, mi inspiración vuela por los cielos y me obliga a escribir casi hasta el amanecer.

—No es eso —murmuro—. No importa, no es lo que me tiene así.

—¿Y qué es?

No sé cómo plantearle esto. Si aquel sueño en verdad sucedió significa que ella también consumió éxtasis, es algo que esta Sofía ya no haría.

—¿Recuerdas las fotografías que te pasé?

—¿Cómo olvidarlas? —Sus mejillas se cubren de un leve rubor—. Cedric las ha visto, no se termina de creer que soy yo.

No sé cómo continuar, mi actitud comienza a inquietarla.

—¿Qué pasa con esas fotos?

—No son las fotos —Me abrazo—. Estuviste con un turista, ¿no?

—Sí, un francés.

Mis miedos están frente a mí, prefiero concentrarme en los automóviles que circulan por las viejas calles del centro de la ciudad. Incluso desvío la atención hacia las conversaciones de las personas que pasan a nuestro lado, a cualquier cosa que pueda distraerme de mi realidad.

II. La Melodía de Aura 2 - ObsidianaWhere stories live. Discover now