Tercera Parte: EL SUJETADOR DE DEMONIOS - CAPÍTULO 97

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CAPÍTULO 97

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CAPÍTULO 97

—Si tuvieran algo con lo que guiarse, ¿podrían regresar? ¿Podrían salvarse?— preguntó Lug.

—La niebla es demasiado densa, no hay guía posible— negó Verles con la cabeza.

Lug hurgó debajo de su túnica y sacó un objeto plateado que colgaba de una cadena alrededor de su cuello. Lo pasó por sobre su cabeza y lo apoyó sobre la mesa, abriéndolo frente a Verles.

—¿Qué es eso?— preguntó Verles con curiosidad.

—La ayuda que necesitas.

Verles observó la pequeña aguja rotando hasta quedarse quieta en un punto, sobre un disco con letras alrededor. El disco y la aguja estaban protegidos por un vidrio. El marino paseó la mirada entre el objeto y Lug sin comprender.

—Se llama brújula— explicó Lug, girando el disco hasta que la aguja coincidió con la letra N—. La aguja siempre marca el norte, esté donde esté, niebla, lluvia o sol.

Verles se quedó mirando la aguja, azorado. Aun dentro de su casa, bajo techo, la aguja marcaba efectivamente el norte.

—¿Cómo es posible? ¿Tiene algún tipo de poder especial?

—Trabaja con los campos magnéticos. Solo se necesita imantar la aguja y suspenderla sobre algo para que gire y marque invariablemente el norte.

—¿Imantar? ¿Hablas de las piedras que atraen los metales?

—Exacto. Pasando la aguja de metal por una de esas piedras, entrará en sintonía con los campos magnéticos del Círculo.

—Suena mágico— dijo Verles, tomando el artilugio entre sus manos para observarlo más de cerca. Lo agitó con fuerza y lo volvió a apoyar sobre la mesa. La aguja se meció como loca por unos momentos y volvió a marcar el norte, impertérrita.

—¿Cuál es el precio de esta ayuda?— preguntó Verles.

—Ninguno— contestó Lug.

—¿Es en serio? ¿Me regalarás este objeto, esta... cómo es que se llama?

—Brújula. Sí, es en serio. Pero lo más valioso no es el objeto en sí. Después de todo, es solo uno y Hariak tiene muchos barcos que proteger.

Verles asintió, comprendiendo.

—Lo más valioso es que me has dicho cómo funciona, cómo construirla— reflexionó Verles, tomando otra vez la brújula en sus manos—. Creo que Govannon podría fabricar algo como esto, es un gran artista.

—No lo dudo— dijo Lug.

—Claro que necesitaría verla para poder copiarla...

—No te preocupes, ya te dije que voy a dártela— le aseguró Lug.

—¿Quién te la dio?

—Me la regalaron unos amigos muy queridos.

Verles recorrió el grabado de la tapa con su regordete pulgar, pensativo.

LA PROFECÍA ROTA - Libro III de la SAGA DE LUGWhere stories live. Discover now