Segunda Parte: EL FUGITIVO - CAPÍTULO 72

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CAPÍTULO 72

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CAPÍTULO 72

Ana guardó el puñal entre su vestido y se cubrió con las pieles, al tiempo que uno de los soldados de Aros se acercaba con unos cuencos humeantes.

—Esto huele bien— comentó Colib, contento.

El soldado les dio un cuenco de humeante guisado a cada uno.

—Que lo disfruten.

—Gracias— respondió Lug.

El soldado asintió y se retiró a seguir ayudando a organizar la cena.

—Entonces... ¿va a contarnos lo que pasó esta mañana?— dijo Ana de pronto.

Lug se atragantó con un poco de guisado.

—¡Ana!— le reprochó Colib.

—Está bien, Colib— tosió Lug—. Creo que le debo a Ana una disculpa y una explicación de lo que pasó. Lamento haberlos tratado mal, pero lo que me pasó me perturbó mucho y...

—¿Qué fue?— lo urgió Ana.

—¡Ana!— la amonestó nuevamente Colib.

—Creo que he de cambiar tu título de Lady Ana, la Valiente a Lady Ana, la Impaciente— gruñó Lug medio en broma, medio en serio.

—No me gustan los rodeos— protestó Ana.

—Ya veo.

—¿Entonces, qué pasó?— insistió ella.

—Escuché su voz— dijo Lug al fin.

—¿La voz de quién?

—Dana.

—No entiendo.

—Yo tampoco— suspiró Lug—. Tampoco es la primera vez.

—¿Cómo?

—Cuando me drogaste, antes de mi ejecución en Cryma, cuando estaban a punto de ahorcarme, tuve una visión de ella, una visión sin sonido. La vi entre la multitud, extendiendo su mano hacia mí, llamándome. Entre el pánico, la angustia y las drogas que me embotaban el cerebro, no era impensable una experiencia como esa. Me di cuenta de que solo era un producto de mi mente fuera de sí. Después de eso, he tenido varias veces la sensación de que escucho su voz, llamándome. A veces sucede cuando estoy durmiendo, soñando. Creo que también pasó cuando estuve inconsciente después del ataque de Math. Pero esta mañana sucedió cuando estaba despierto y lúcido. Me asusté, pensé que estaba perdiendo la razón.

—¿Cree que sea un efecto de las drogas que Ana le dio?— preguntó Colib, preocupado.

Las miradas de Lug y de Colib se volvieron hacia Ana, pero Ana se encogió de hombros sin contestar.

Los tres se mantuvieron en silencio por un largo momento, mirando el fuego, comiendo el guisado sin hablar, pensando.

—No creo que sea la droga— dijo Ana al fin.

—Entonces, ¿qué?— inquirió Colib.

—Tal vez...— comenzó Ana, pero no se atrevió a exponer su teoría.

Lug y Colib la miraron expectantes, esperando a que continuara.

—¿Qué piensas?— preguntó Lug suavemente.

—Nada, una tontería sin sentido— negó Ana con la cabeza.

—Ana... dímelo.

—No es nada— insistió ella.

—Piensas que estoy perdiendo la razón, ¿no es así?— le preguntó Lug con tono preocupado.

—No, no es eso— negó ella, vehemente—. Nunca.

—¿Entonces?

Ana suspiró y finalmente se decidió a explicar su idea:

—Usted fue tocado por Math. Usted dijo que cuando lo tocó, se metió en su mente, le hizo creer cosas que no eran ciertas, lo puso bajo su poder. ¿Qué tal si...? ¿Qué tal si aun está en su mente? ¿Qué tal si quedó algo de él en su interior? Algo que tomó una alucinación de un momento de angustia y pánico y la transformó en una voz real para su mente, la voz de alguien a quien usted extraña, la voz de alguien a quien usted escucharía...

Lug la miró, horrorizado. La teoría de Ana no era descabellada. Él no sabía muy bien cómo funcionaban los poderes de Math. Lo que Ana había expuesto era perfectamente posible. Pero si era verdad... aquello era mucho peor que estar perdiendo la razón. Tal vez así habían comenzado las cosas con Eltsen, plantando una voz en su mente, volviéndolo paranoico poco a poco. Lug se dio cuenta de que no podía confiar en aquella voz, debía ignorarla. No podía correr el riesgo de caer en las manos de Math, de ser manipulado por él, volverse un títere de esa mente maligna y corrupta.

—Lug...— sintió la mano de Ana sobre la suya, sacándolo de sus sombríos pensamientos. Levantó la vista hacia ella.

—Lug, si escucha otra vez esa voz, debe decirnos— lo urgió ella—. Debe contarnos lo que escuchó. Estamos aquí para ayudarlo, somos su anclaje a la realidad. Debe confiar en nosotros, debe confiar en que lo que le digamos será la verdad, aun en contra de la voz en su mente. Es la única forma en que podremos protegerlo de Math.

Lug solo asintió con la cabeza, demasiado perturbado para pronunciar palabra.

—¿Todo está bien?— preguntó Randall, acercándose al fuego. Había visto desde lejos que Ana le mostraba el puñal a Lug, y veía que las caras de los tres estaban muy serias. Pensó que Lug había reprendido a Ana por lo del puñal y se acercó decidido a tomar responsabilidad por el asunto.

—Todo bien— dijo Ana, ensayando una sonrisa. Lug siguió con la mirada fija en el fuego, perdido en sus propios pensamientos.

—Señor Lug...— comenzó Randall un tanto nervioso— quería hablarle sobre el objeto que le regalé a Ana.

Lug levantó la vista y lo miró sin comprender de qué le estaba hablando. Luego recordó, el puñal, claro.

—No tienes por qué explicarme nada, Randall. Ana es una mujer adulta y tiene derecho a aceptar regalos de quien quiera.

Randall se lo quedó mirando sin saber qué decir.

—Si me disculpan, estoy muy cansado y me gustaría retirarme a dormir— dijo Lug, poniéndose de pie.

—Claro, por supuesto— respondió Randall, poniéndose también de pie.

—Gracias por la cena, fue estupenda— dijo Lug.

Randall asintió. Lug se alejó unos metros hasta otra fogata donde los soldados habían improvisado unas camas con pieles. Colib se despidió de Ana y de Randall, y se dirigió también a la fogata donde Lug ya se había acomodado para dormir.

Randall se sentó junto a Ana.

—¿Seguro que está todo bien?— le susurró.

—Todo bien— le aseguró ella.

—¿No hubo problemas por lo del puñal?— insistió él.

—Tranquilo— le sonrió ella—, él lo entendió.

—No me pareció muy feliz— comentó él.

—Solo está cansado y preocupado, pero no tiene nada que ver con el puñal.

Randall asintió, aliviado.

—Si quieres ir a dormir...

—No tengo tanto sueño— lo cortó ella—. Me gustaría una taza de té... en tu compañía, si te es posible...

Randall sonrió de oreja a oreja.

—Desde luego.

LA PROFECÍA ROTA - Libro III de la SAGA DE LUGWhere stories live. Discover now