Segunda Parte: EL FUGITIVO - CAPÍTULO 25

197 33 0
                                    

CAPÍTULO 25

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO 25

Pol paseó la mirada entre sus compañeros de celda, y luego la volvió al guardia que esperaba impaciente. Debía haber una confusión, la visita que el guardia anunciaba no podía ser para él. Él no podía recibir visitas.

—Vamos, ¿quién de ustedes es Pol?— volvió a preguntar el guardia.

Pol dio un paso al frente.

—Yo soy Pol— anunció—. Señor, ¿está seguro de que la visita es para mí?

—No te entusiasmes, Pol— le dijo el guardia, tomándolo del brazo y girándolo para inmovilizarle las manos en la espalda con un dispositivo especial—. No es una linda chica, es un viejo, y no viene a charlar contigo, viene a interrogarte en nombre de Eltsen.

Pol tragó saliva, aquello no podía ser bueno. Si alguien venía a interrogarlo en nombre de Eltsen, significaba que venía enviado por Malcolm. Tal vez Malcolm se había arrepentido de haberlo dejado vivir.

Pol siguió al guardia con pasos reticentes hasta una habitación en el área de visitas. El guardia lo hizo entrar y lo hizo sentar en una silla ante una mesa. Lo dejó allí sentado, solo, y se retiró de la habitación. Pol nunca había estado en una habitación de visitas. Miró en derredor a las paredes desnudas, inmaculadamente blancas. La silla donde estaba sentado, la mesa, y la silla del otro lado de la mesa también eran blancas. Su uniforme rojo resaltaba como una mancha de sangre entre toda aquella blancura. Pol se sentía vulnerable y tan desnudo como aquellas paredes.

Cuando escuchó la puerta abrirse, se le hizo un nudo en el estómago, pero trató de mantener la compostura.

—Este es un asunto privado que no puede quedar registrado— escuchó una voz autoritaria—. Nadie debe saber lo que va a pasar aquí dentro.

Pol tragó saliva. Sintió que el collar electrónico de control rodeando su cuello lo sofocaba, una visita sin registro solo podía implicar tortura ilegal.

—Entiendo, señor. Le aseguro que hemos desconectado los sistemas de vigilancia como lo pidió— respondió el guardia.

—Bien— dijo el viejo, entrando en la blanca habitación.

Cuando Pol lo vio entrar, abrió grandes los ojos y la boca, azorado, poniéndose de pie de un salto. Aquel hombre era la última persona que hubiera imaginado ver entrar por aquella puerta.

Calpar miró a Pol con fingido desprecio, y antes de que Pol pudiera articular palabra, se dio vuelta hacia el guardia y preguntó:

—¿Éste es el prisionero?

—Sí, señor, éste es Pol— contestó el guardia.

—Hmm— asintió Calpar—. Lo necesito con las manos libres— indicó Calpar con la cabeza hacia Pol.

—Pero, señor— protestó el guardia—, éste es un prisionero peligroso...

Calpar sonrió con suficiencia.

LA PROFECÍA ROTA - Libro III de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora