Capítulo 38: Llorar.

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Daniel me abrazaba con toda su fuerza, no sabía cuánto tiempo había transcurrido y como él había llegado hasta aquí. Pero aquí estaba, él, la policía, los estudiantes, todos. Salí de allí en sus brazos y fuimos a dar la declaración de lo sucedido, dijeron que investigarían el caso con más profundidad y nos marchamos.



El tiempo transcurrió de manera vertiginosa, las clases avanzaban y yo seguía sin asistir. Pensaba en retirarme definitivamente. Pero tampoco podía simplemente volver a casa y olvidar todo... olvidar a Daniel. Daniel, durante el funeral de su hermano estuvo muy callado, no pronuncio ni una sola palabra en tres días. Su padre asistió, también el padre de Mike y la madre de ambos. La madre de los dos hermanos, una señora de cabello blanco muy elegante, de nombre Tina, estaba totalmente destrozada. Su llanto resultaba tan inconsolable que causaba escalofríos en todos los presentes. El padre de Mike, un hombre de nombre Jam, le reprochaba a la señora Tina por la muerte de su hijo, entre muchas cosas más. Aún sigo preguntándome que tiene que ver la madre de Mike y Daniel en el club y toda esta tragedia.

Los familiares de Key se llevaron su cuerpo para sui país natal, su hermana vino por ella y me dijo que Key siempre le hablaba de mí en las llamadas telefónicas. Eso me entristeció aún más. Había rumores sobre que el cuerpo de Ging se lo habían llevado sus familiares, pero en realidad nunca se confirmó nada.

Visité a Alex en el hospital y ya se encontraba mejor. El doctor dijo que si el disparo hubiese sido cinco centímetros más a la izquierda, entonces no habrían podido hacer nada por él. En los próximos dos días salió del hospital y asiste cada cuatro horas a la enfermería de la universidad para realizar sus curaciones.




No había hablado mucho con Daniel, llamaba a su teléfono celular pero él solo respondía cosas muy simples, como: “estoy bien”, “no te preocupes”, “te buscaré luego”, “llámame más tarde”. Eso me preocupaba. Así que decidí ir directamente a su habitación, mi cuerpo temblaba de miedo, ¿y si él me culpaba por la muerte de su hermano? ¡Eso no podría soportarlo!

Me equivoqué. Cuando toqué su puerta, él abrió y al verme sus ojos se abrieron como un par de platos, corrió hacía mí y me abrazo con toda su fuerza.

- Daniel, yo... –Traté de decir algo pero en ese momento mis labios se sellaron con los suyos en un tierno beso.

- Dicen que el frio se quita con abrazos, la soledad con compañía y la tristeza con un beso –Habló Daniel mientras me abrazaba aun con más fuerza–, pero contigo me di cuenta que es mentira porque lo lindo de tus palabras quitan el frio, el saber que estás ahí elimina la soledad y recordar tu sonrisa simplemente me alegra el alma –Dios mío, las palabras de Daniel habían llegado a mi corazón, en ese momento sentí ganas de abrazarlo y no dejarlo ir nunca más.

- Tengo miedo de volverme dependiente de ti, de tus besos, tus abrazos, tu presencia... miedo porque te amo y jamás creí hacerlo de esta manera.

Entramos a su habitación y nos acostamos sobre la confortable cama, su cuarto estaba hecho un desastre: su cama sin hacer, su ropa por todas partes del suelo, espejos rotos y libros tirados en todas partes. Pero lo único que me importaba en ese momento era su presencia.

- Lo siento –Dije sin siquiera pensarlo–. Siento lo de tu hermano, realmen...

- ¡No digas absolutamente nada! –Me interrumpió–. Solo quiero olvidar eso. No puedo olvidar que tuve un hermano, tampoco puedo olvidar que fui parte del Frantic Delirium, pero almenos por ahora, me gustaría solo estar contigo.

- Solo quiero decirte una palabra –Mencioné.

- Una sola palabra es capaz de cambiar muchas cosas: expresiones, sonrisas, miradas, abrazos, besos, caricias, en fin con una sola palabra tu puedes llegar al cielo o simplemente hundirte en lo más profundo de la tierra. Por tal razón solo tengo una palabra que compartir... Amor. Eso es todo lo que puedo sentí tan solo con mirar tus hermosos ojos.

- ¿Qué haremos ahora? Cuando tengamos que volver a clases, quiero decir.

- No pienses en eso ahora –La mirada de Daniel cambió–, lo último que hice con mis “influencias” en el club, fue conseguir un permiso para ti y para mí. Nos iremos de viaje Ángel. Iremos a la playa y trataremos de olvidarnos de todo este drama aunque sea solo por un segundo.




Discutimos un poco sobre el tema, yo no quería ser una “carga” para él, pero él insistió hasta que por fin accedí en viajar con él. La playa sería un magnifico lugar para distraer la mente, y la compañía del hombre que más amo en este mundo. Me despedí con un superficial beso y salí con un semblante nuevo, si en estos días había estado pálida, decaída, abrumada... ahora en tan solo unos minutos Daniel había provocado una nueva Marceline.

Caminé hacia mi cuarto para alistar las maletas, entré y pisé un sobre blanco. Me agache para recogerlo y en su interior llevaba una nota hecha con una perfecta caligrafía script.

“¿Crees que Daniel te perdonará la muerte de su hermano? Ese viaje es solo una trampa, si vas, entonces no regresaras... jamás”

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora