Capítulo 16: Mensajes.

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Las llaves de un auto sonaban dentro del sobre. ¡Pero qué rayos! Busqué en el sobre una nota o algo me que sirviera para entender el porqué de las llaves. Encontré una nota escrito con pulcra letra cursiva.

"Marceline , creí que necesitabas una distracción. Sal a buscar el auto, después continuaremos la travesía, solo sigue las instrucciones. Con amor, Daniel".

Lo leí en voz alta y lo leí seis veces. Brinqué hasta la cama y agarré mi celular. Oh, no. No tenía su número telefónico, al tener una relación tan apresurada jamás me había puesto a pensar en que no lo tenía. Me calcé unos jeans, una blusa simple y unas zapatillas. Tomé mi bolsa y salí corriendo al estacionamiento.

Le di al botón de abrir unas diez veces, hasta que las farolas de un BMW Z4 blanco se prendieron un par de veces. Parecía recién sacado de la agencia. Apreté del nuevo el botón, tratando de comprobar que fuera el auto adecuado. Joder. Sí lo era. Miré alrededor, pensando que en cualquier momento alguien iba a llegar alborotando sus brazos y diciendo que era una broma. Pero nadie apareció. ¿Qué se suponía que iba a hacer? No confiaba en el mensaje de Daniel ni en él, por la semilla que había sembrado Alex. Pero tampoco confiaba en mi cordura porque había confiado en Alex todos estos años y ni siquiera sabía sobre su pequeño y sucio secreto. Abrí la puerta y me introduje en el modernísimo auto. Miré al asiento del pasajero y me encontré sobre. Tenía una leyenda grabada en la parte de atrás.

"No me abras hasta que hayas llegado al primer destino. Enciende el auto".

Puse la llave y el GPS se activó. Oh, ¿estas eran las instrucciones de las que hablaba Daniel? Tenía que verlo y confrontarlo. Y si este auto me llevaría con él, entonces lo manejaría. Llegué a un majestuoso parque, al parque de Greenwich. Oh, mí Dios. Este lugar era absolutamente hermoso. Me estacioné, suspiré y abrí el sobre.

"Lamento que todo haya sido de esta manera. Pero tengo algo preparado para ti, este es solo el primer lugar que visitas. Te llevaré a conocer mis partes favoritas de Londres, espero disfrutes el paseo, ángel.
Cada lugar tiene una historia importante para mí, este, por ejemplo, era el parque que frecuentaba cuando era pequeño, mi madre me traía, mientras ella se tomaba un café en St. Bernard, está justo cruzando la calle –Levanté la cabeza y me encontré con el café–. Tómate un café y pide el especial de la casa. Después, disfruta la vista mientras tomas tu almuerzo. Continuaremos en contacto.

PD. No te sientas abrumada por el auto, es un préstamo. Aunque, claro, si te gusta, puedes quedarte con él.

PD2. Dale la vuelta a esta nota, haz lo mismo con la que restan.

Te adoro, ángel. Daniel".

Oh, rayos. ¿Por qué tenía que ser tan detallista? Le di la vuelta a la nota, tal como él había dicho. Para encontrarme con dos palabras, muy propias de él.

"Te quiero.

No había unas comillas que cerraran la frase, fruncí el ceño. Suspiré, me quité el cinturón y me dirigí a la pintoresca cafetería. Hacía frío y yo había salido solo en el delgado suéter. Sin duda, me haría bien el café. Tomé asiento y mi atención quedó prendada de la música que estaba de fondo: Indie. Oh, adoraba ese género. Sonreí. Una mujer se acercó a tomar mi pedido y dije exactamente lo que había dicho Daniel.

- ¿Cuál es el especial? –Le pregunté, tenía unos cincuenta, cabello con algunas canas y era regordeta.

- El beso del ángel –Abrí los ojos como platos y me acomodé de nuevo en el asiento. Se dio la vuelta y me dejó sola.

Cuando regresó, estaba en una bolsa de papel,fruncí el ceño. Yo no le había dicho que era para llevar.

- Gracias, pero ¿y la cuenta? –Le pregunté al ver que se marchaba.

- Oh, cariño –Dijo con entusiasmo–. Ya ha sido saldada, que tengas un excelente día –Me guiñó el ojo. Otra obra de Daniel,genial. Tomé la bolsa con una mano y con la otra el café. ¿Desde cuándo un"especial" pesaba tanto? Parecía una nena quejica, pero no me fiaba de nada ni de nadie.

Encontré una banca de madera, junto a un pequeño estanque, lo cobijaba la sombra del enrome arce. Me encantó ese lugar. Puse la bolsa de lado y le di un sorbo a mi café. Delicioso. Sabía a una mezcla de vainilla, caramelo quizás y dulces especias. Abrí la bolsa y me encontré con dos cajas, una era transparente y en ella estaba un ponqué con capas de pastel de chocolate, seguida de crema batida y rebanadas de fresas. Estaba cubierto con una ralladura de chocolate blanco y una placa, también de chocolate blanco,que tenía grabado "ángel". Oh, se veía tan monumental y delicioso. Dejé mi antojo de lado y saqué la otra caja, que era de cartón, pero cabía en mi mano.La abrí y extraje una bola de cristal con escarcha que tenía dentro uno de los atractivos de Londres: el puente Westminster. Hice una mueca de asombro, este era un perfecto adorno, tan... precioso. Puse la bola de cristal en mi regazo y saqué la tercer nota del día.

"Me encanta ese lugar. Solía contemplar las luces neón y me maravillaba como tenían un significado especial cada una, iluminaban un lugar específico. Tú eres mi luz e iluminas mi vida. Sé que es apresurado para que lo entiendas, pero lo eres, ángel. Ahora, irás al puente hasta el Big Ben, ahí, contra la esquina principal hay una tienda de reliquias, entrégales la bola de cristal

PD. No te olvides de darle la vuelta a la nota.
Te adora, Daniel."

Claro, me había olvidado del detalle detrás. Esta nota decía – ¿te gustaría...–, y como la otra, estaba incompleta. De acuerdo,entendía que estábamos jugando, pero ¿a qué demonios se refería?

Una vez terminado el manjar que daniel había dispuesto me metí de nuevo al flamante auto no sin antes volver a contemplar una de las maravillas personales del chico más misterioso.
Mientras manejaba no podía quitar una sonrisa bobalicona, me encantaba todo el asunto de las pistar y el misterio. Aunque sabía que ese mismo misterio albergaba la posibilidad de un lado que no conocía de Daniel.

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora