Capítulo 11: Ángel.

965 29 0
                                    

Luego de despedirnos, ella retrocedió de nuevo hasta perderse entre los estrechos pasillos, al salir al auditorio, estaba Key acompañada de Daniel, ambos mirándome fijamente, con expresión de preocupación e ira ¿Desde hace cuánto habrán estado allí? ¿Acaso, escucharon mi conversación de Ging?

Aun con la mirada en el piso pulido llegué a donde se encontraban Daniel y Key mirándome incrédulos. Key comenzó a regañarme, me gritaba como si de verdad hubiera estado preocupada, Daniel se limitó a pasar su brazo por mis hombros y me abrazó. Pasé mi brazo por su espalda y comencé a caminar, con la intención de dejar a Key con sus sermones atrás. No necesitaba que alguien entrara en mi mente y la desordenara con regaños y mortificaciones, mi corazón era un experto haciendo eso. Me paré en seco y me zafé de Daniel, me volví furiosa con Key y entrecerré los ojos.

- Déjame en paz. Nadie te pidió que me cuidaras, yo sé cuidarme sola.

- ¡Pero venías de... ese lugar! –Murmuró midiendo sus furiosas palabras, "ese lugar" era innombrable para ella, anteriormente había tenido mis sospechas, pero ahora lo confirmaba.

- ¿Y qué si venía de ahí? No es de tu incumbencia, preocúpate por tus problemas, deja los míos de lado, ¿de acuerdo? –Estaba visiblemente frustrada por lo que decía Key, quería saber la razón por la cual estaba tan atormentada como para ni siquiera querer mencionar el nombre de Frantic Delirium, pero la verdad que a mí me daban nauseas pensar en el vínculo que tenía Alex con el club. Key sonrió con malicia, eso terminó por irritarme–. Dime, ¿Por qué estabas preocupada? Eso no va acorde a ti, Key. Sabes que eres una persona envidiosa y egoísta y no te conozco lo suficiente para decirlo, pero la manera en la que me recibiste fue como mandarme al demonio desde el primer momento, así que no te disculpes en montar teatritos en los que te preocupas por mí.

- Te vas a arrepentir, Marceline, y lo sabes. Pero estás en una etapa en la que te rehúsas a verlo –Me dijo ella, con un poco de melancolía en su voz, por un momento me pregunte si lo decía por alguna experiencia propia.

- No sé de qué hablas –Murmuré, miré a Daniel, su mirada parecía sombría pero bastante afín a la conversación, podía notar sus hermosos ojos negros llenos de desprecio hacia Key. Quien sabe qué cosas le habría dicho en mi ausencia, pero cuando ella le regresó la mirada a daniel, casi salió huyendo–. Daniel, sácame de aquí, por favor. –Le supliqué. Él me arropó con su cuerpo cálido y me sacó del lóbrego pasillo.

daniel manejaba mientras yo miraba el paisaje otoñal .Teníamos casi cuarenta y cinco minutos en marcha. Ninguno de los dos había dicho una palabra. Me sentía exhausta, por alguna extraña razón. Me acomodé de perfil y contemplé la belleza divina de Daniel: su perfecto y peinado cabello hacia abajo, sus inolvidables ojos negros, su tersa piel con estupenda musculatura. Cerré los ojos mientras las palabras de Ging retumbaban en mis oídos.

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora