Capítulo 13: Regreso.

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- Marceline–Me llamó Daniel, estaba perdida en mis pensamientos. La belleza existía y era Rusia. La perfección existía y era Daniel.

- ¿Sí? –Di un giro y quedé a pocos centímetros de él, el aire despeinaba sus cabellos cobrizos y tenía los ojos entrecerrados, concentrado me miraba.

- Pagaría lo que fuera por saber que estás pensando.

- No tienes que hacerlo –Reí por lo bajo y él hizo su acto favorito: levantar mi barbilla para hacerme mirarlo directamente a sus perfectos ojos negros.

- ¿me lo dirás? –Hice una mueca e intenté desviar mi mirada, pero era imposible. Estaba completamente perdida en todo lo que él era y lo que a mí me convertía.

- Yo... esto se siente tan irreal, siento que esto no puede estar pasándome, no sé qué estaría haciendo en este momento después de lo que pasó con... él. –No me sentía capaz ni de pronunciar su nombre–. Creo que si alguien tiene un ángel guardián soy yo, y tú eres mi ángel, Daniel. –Él me abrazaba, mientras me conducía a la salida. Cuando estuvimos dentro el elevador interno del edificio, me separé un poco de él.

- A veces siento que lo odió, porque te lastimó tanto, Marceline. Y después pienso que si no hubiera sido así no te tendría a mi lado y eso lo agradezco infinitamente. Vamos a casa, ángel. –Pasó su brazo por mi espalda y dejó que cayera por mis hombros, levanté un poco mi mano y entrelacé nuestros dedos. Levanté un poco mi rostro y él lo inclinó, dejando que nuestros labios rozaron, me puse de puntitas, sentí como rió y me estrechó más con mi cuerpo, profundizando el beso. 

-Marceline, nos iremos mañana temprano. –Entró a la habitación, estaba contemplando la vista, aun no me creía que estaba en Rusia, era un sueño de adolescente que se había esfumado con los años y ahora no se sentía como un sueño.

- Está bien –Respondí con melancolía.

- Prometo traerte después, con más tiempo. Rusia merece conocer a un ángel en persona –Bromeó él y se acercó a mí, después, comenzó a dar pequeños masajes en mi espalda, me separé de Daniel y, de nuevo, me sumergí en sus ojos esmeralda.

El viaje de regreso fue testigo de inocentes caricias y castos besos. No me sentía cómoda aun diciendo que Daniel y yo teníamos algo, pero tampoco era tan tonta como para no darme cuenta de sus intenciones conmigo. Llegué a mi habitación y me deslicé por la puerta. Hasta caer de sentón con la puerta a mis espaldas. Me pasé una mano por la cabeza, Dios, si esto no era el despertar de una fantasía era definitivamente un sueño del que no quería despertar. La puerta del baño se abrió, Key salió con una toalla envuelta en su cabello y una bata Roja de seda.

- Volviste. –Dijo a desgana.

- Sí.

- Será mejor que te arregles, la escuela tiene una reunión estudiantil en el auditorio a las siete. Seguramente anunciarán el baile –Si no fuera por el desprecio y la indiferencia combinada en su voz, podría decir que estaba emocionada. Sin decir nada, saqué un cambio de ropa y me dirigí al baño.

La reunión no había comenzado todavía, no vi a daniel en el auditorio, por lo que decidí esperarlo afuera, no me apetecía en lo absoluto estar junto a Key, incluso busqué a Ging pero no la encontré. Escuché la prueba de sonido desde el lujoso recibidor del auditorio, miré mi móvil, él me había dicho que le guardara un lugar, pero no había señales de él. Quizás se tardaría y por eso quería que le apartara un lugar. Decidí esperar por él un poco más. Desvié la mirada cuando comenzaron a dar la bienvenida. Un brazo me tomó por la cintura, sonreí: Daniel había llegado.

- Pensé que no te vería aquí... vamos, ya ha empezado la reunión. –Ni siquiera me molesté en mirarlo, tiré de su mano. El contacto con su piel me resultó diferente, las manos de Daniel eran suaves y protectoras, además sabía que a él le gustaba jugar con mis dedos antes de entrelazar por completo nuestros dedos. Esto parecía más un apretón de manos, vi la mano por unos momentos, no era Daniel. Levanté la mirada comprobando mis sospechas: era Alex. 

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora