Capítulo 25: Amor.

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Ging me había dado las indicaciones para llegar a la habitación principal de Frantic Delirium, tenía que pretender que me había perdido. Toqué con los nudillos un par de veces.

- Adelante –Puse mi mano en el pomo de la puerta, sabiendo que este momento sería decisivo para cimentar el plan. Abrí la puerta y asomé mi cabeza, me encontré con un Mike sentado en una gran silla de cuero ejecutiva, sus manos descansaban sobre el inmenso escritorio de roble y su mirada parecía perdida en la ventana. Me aclaré la garganta y él me miró, instantáneamente se formó una sonrisa en su rostro–. Vaya, vaya, miren a quién tenemos por aquí. Marceline , ¿a qué debo el honor? Pasa y cierra la puerta –Obedecí, caminando insegura.

- Creí que debía venir a terminar lo que empecé.

- Oh, ¿Alex?

- Sí, pero... me interesa tratar ese asunto.

- Valiente de tu parte. Vienes a discutir tu vida aquí, ¿sabes a o que te atienes?

- Sí.

- Fascinante. Empecemos por hablar sobre Frantic Delirium. Este club es el placer secreto de muchos, tú fuiste seleccionada por Alex, lo que a hace que él decida como entras al club.

- No entiendo –Fruncí el ceño.

- Hay varios niveles, Marceline. Puedes entrar como esclava, como una ofrenda, como socio o como servidora privada de Alex. Pero en tu caso, por tu valentía, creo que podremos saltarnos unos pasos y concluir que serás libre de hacer lo que te plazca. Y cuando digo que lo que te plazco, hablo en serio. Aunque no puedes ser forzada a tener relaciones.

- Mike... ¿entonces yo...?

- Posees el puesto de socia. No hay manera en la que tengas que ofrecer tus servicios sino recibirlos. La única manera que puedes recibir órdenes es que sean mías, ni siquiera de Alex.

- Oh –Fue lo único que pude articular–. Eso me parece injusto. No he hecho nada más que estar aquí una vez, ¿Cómo es posible que quieras que yo obedezca órdenes solo tuyas? ¿Qué clase de órdenes podría seguir si puedo negarme a tener relaciones sexuales? –Me mordí el labio inferior.

- ¿Qué te parece ir al baile conmigo? –Me sonrojé involuntariamente, no era lo que esperaba–. Esa es una orden.

- Entiendo.

- Bien, te veré en clases. Tengo una reunión a las siete, aunque claro, me encantaría pasar más tiempo contigo. Me agrada tu compañía, Marceline.

- ¿Mi compañía?

- Sí, la de una mujer que no teme a hablar, a decir lo que piensa. Me dejaste impactado en tu improvisación, creí que estaba pasando todo de verdad.

- Gracias, pero tú también te luciste.

- Marce, ¿te importaría acompañarme a la puerta? –Negué con la cabeza, él se puso de pie, me tomó de la mano y me llevó a la puerta, la abrió y salió conmigo–. Te llevaré a tu habitación.

- Eso no es necesario. Te agradezco, pero no. no quiero que te retrases –Mordí de nuevo mi labio y me di cuenta como él miraba mi inocente acto, estaba nerviosa y esa era mi manera de manifestarlo.

- Eres encantadora –Murmuró y me plantó un beso rápido. Se separó de mí, dio la vuelta y regresó a su oficina, dejándome claro que yo había pasado a ser de su propiedad.

Llegué a mi habitación y me encontré a Danie muy interesado en su celular, levantó la mirada y sonrió, su fija y profunda mirada la cual me recordó el motivo de mi encuentro con Mike: destruirlo.

- Hola, ángel ¿Cómo te fue?

- Me invitó... o mejor dicho, me obligó a ir al baile con él, ¿eso es bueno, cierto?

- Para mí no, te veré solo un rato y te tendré que compartir con él. No es bueno.

- Daniel... él me besó –Sentí que se puso rígido instantemente, tragué saliva y lo miré, guardó su celular en el bolsillo.

- Sabía que lo haría, esperaba que lo hiciera, pero no tan rápido. Ese infeliz, Marceline, puedes decirle a Ging que no lo harás, esto no... –no pudo continuar, sus ojos furiosos y su ceño fruncido lo transformaban drásticamente.

- Daniel, no significa nada. Vamos adentro –Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí. Dejé la bolsa en la mesa y él se sentó en la cama. Sus manos se apoyaron en sus rodillas, por primera vez sentía que lo veía frágil. Había perdido la seguridad que lo caracterizaba, miraba al suelo. Suspiré y me senté junto a él.

- ¿Lo besaste también?

- No –Murmuré–. Danie, tenemos que hablar –Él levantó la mirada instantemente, yo buscaba las palabras adecuadas para convencerlo de que lo quería, pero estaba decepcionada de que no me hubiera dicho nada de Frantic Delirium.

- Hablemos, entonces.

- No quiero perderte, pero me lastimó que no me hubieras dicho que perteneciste al club después de que me viste salir de ahí, creo que por lo menos merecía una explicación al respecto. Pienso que tal vez no hubo tiempo para que habláramos de nuestros pasados, por lo que quizás deberíamos tomar un tiempo para conocernos más. Pero no quiero estar separada de ti, no creo que podría soportar todo esto del plan sin tenerte cerca, te has vuelto tan indispensable en mi vida que me parte el corazón saber que no iré contigo al baile. Danie, no quiero perderte, pero tenemos que empezar a ser honestos, de otra manera creo que una relación no puede funcionar.

- Marceline, jamás pensé que eso sería importante para ti. Es una parte de mi vida que prefiero no recordar, así que la enterré en mi pasado y son pocas las ocasiones que hablo de eso –Tomó mi mano–. Ángel, necesito que sepas que lo que estás haciendo implica que estemos separados, no hay manera en la que Mike se entere de que estamos saliendo. Pero además de eso, de ahora en adelante, prometo ser un libro abierto para ti porque yo tampoco concibo la idea de mi vida sin ti. Te amo, Marceline–Levanté la mirada y lo encontré mirándome fijamente, pasó un mechón de cabello detrás de mí oreja–. Sí, ha pasado muy poco tiempo y todo ha pasado tan rápido, pero cuando lo sabes... lo sabes. Y yo lo sé, sé que te amo.

- Yo también te amo –Murmuré, él sonrió, recobrando su confianza y acarició con las yemas de sus dedos mi mentón. Enmarcó mi rostro con sus manos y me besó tiernamente, entregándome cada parte de su corazón.


Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora