Capítulo 26: feminidad.

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 El resto de la semana pasó rápido. Ashley se había vuelto mi amiga y confidente dentro de las aulas de clases. Debido a que Mike no podía saber de mi relación con Daniel, Danie y yo pasábamos las noches en mi habitación platicando sobre nuestras anécdotas, me gustaba estar así con él, conociéndonos de verdad. Era la noche antes del baile. Normalmente, Danie llegaba entre siete y ocho. Ashley me había ayudado a prepárale una sorpresa. Había reordenado mi habitación, había puesto una mesa al centro, prendido velas y me había puesto el vestido que había elegido en el castillo. Era un vestido infinitamente maravilloso. Tenía encaje beige alrededor del escote en forma de corazón, tenía mangas que dejaban al descubierto mis hombros. Un cinturón lo ceñía a mi cintura, acentuándola, el vestido tenía detalles en forma de espiarles color plata y rosados pálidos, haciendo que resaltara el color beige del vestido. Después del cinturón, la falda caía con un corte tipo A, la tela era tan suave que al final parecía que flotaba. Y así me sentía, flotando por el hecho de que era mi turno sorprender a Daniel. Le había enviado una nota, como él había hecho conmigo, diciéndole que se vistiera elegante, que lo esperaría en mi habitación, la nota estaba envuelta alrededor de un moño negro clásico. Todo estaba preparado. Me miré en el espejo por última vez, me había maquillado con un poco de sombra rosa, había delineado mis ojos y usaba solo bálsamo en los labios, realzándolos. Me había hecho un recogido bajo con mis ondas naturales, adquiridas de aquel corte de cabello, había hecho en el flequillo una especie de rizo que se juntaba con todo el peinado. Nunca me había sentido tan bonita, ni tan feliz.

Tocaron la puerta, la abrí y apareció un enorme oso de peluche frente a mí.

- Hola –"habló" el peluche, sonreí tontamente.

- Hola, buenas noches.

- Vengo en representación de Daniel, soy Rocco. Señorita , ¿me permitiría darle un beso?

- Oh, me temo que eso no es posible, Rocco. Tengo un novio al cual quiero demasiado como para engañarlo contigo. Puedo besarte en la mejilla, si eso te parece bien.

- Me conformaría solo con admirarla –Reí y me puse de puntitas, para besar la mejilla del peluche–. Pero cierre los ojos –Cerré los ojos, como me indicó, aun sonreía por la broma de Daniel. Cuando pensaba que iba a besar la felpa del peluche, sentí el contacto cálido de los labios de mi maravilloso novio. Me separé de él y lo miré con los ojos entrecerrados.

- Llegaste.

- Claro, no iba a permitir que Rocco robara a mi novia. Aunque ahora que lo pienso, estará más tiempo contigo y dormirá en tu cama –hizo un puchero y yo solo sonreí–. Déjame verte –Entró, aun cargando el peluche y cerró la puerta detrás de él–. Te ves preciosa, eres la mujer más hermosa que he visto Marceline. ¿A qué se debe nuestra vestimenta, ángel? –Besó de nuevo mis labios y me abrazó, adoraba estar entre sus brazos. Me sentía protegida pero sobre todo amada.

- Pensé que si no tendremos la noche de mañana para nosotros, podríamos adelantarla para hoy.

- Eres fantástica, ¿lo sabías? –Sonreí y lo besé.

- ¿quieres cenar? –Pregunté, miré en dirección a la mesa y sonreí satisfecha. Había quedado en el centro, había comparado gardenias y había hecho un centro de mesa que consistía en el pequeño florero rodeado de velas. También había colgado alrededor del cuarto algunos focos que iluminaba con luz tenue el lugar, dándole la atmósfera romántica que quería, estaba feliz con el resultado y más por tener a Daniel a mi lado.

- Me encantaría –Entrelazó mi brazo con el suyo, y caballerosamente corrió la silla para que pudiera sentarme.

Mi IPod reproducía canciones de ed (one) , Daniel me abrazaba por la cintura mientras bailábamos, él acariciaba con las yemas de sus dedos mi espalda. Mi cabeza estaba sobre su pecho, escuchaba los latidos de su corazón y era el sonido más perfecto que habría podido escuchar jamás.

- ¿Marceline?

- ¿Sí? –Levanté la mirada y me topé con sus profundos ojos.

- Te amo.

- Yo también te amo –Y era maravilloso sentirme así, enamorada de él. Él agachó su cabeza, rozó sus labios con los míos, estaba tentándome, sonrió contra mis labios cuando yo me puse de puntas y provoqué la fusión de nuestros labios.

En la mañana, había despertado sola, Daniel se iba cuando estaba dormida y me había acostumbrada a eso, pero a veces lo extrañaba. Quería pasar tiempo con él sin tener que escondernos. Pero si todo salía bien, solo sería por un tiempo. Estaba terminando de secar mi cabello cuando escuché que tocaron la puerta, abrí y me encontré con una chica totalmente alegre.

- ¿Marceline?

- Sí.

- Mike me envió, voy a peinarte y a maquillarte. Él te envió esto –Me entregó una cajita, deshice el nudo rojo y me encontré con un antifaz rojo y detalles negros.

Me miré al espejo antes de salir de mi habitación. El vestido que había elegido Ging era completamente lo opuesto al de la noche anterior, este vestido era rojo de seda, tenía un profundo escote en v, que llegaba hasta arriba de mi ombligo, los gruesos tirantes estaban cruzados en la espalda, tenía una abertura en la pierna derecha, en la cintura tenía otros dos lazos cruzados que dejaban ver más piel en las aberturas desde la cintura a mis caderas. Mi maquillaje era un ahumado negro, largas pestañas postizas y un labial rojo, que combinaba con el revelador vestido. Mi cabello caía en ondas sobre mis hombros y provocaba un look del viejo Hollywood. Esta no era yo. Para nada era yo, me sentía incomoda. Suspiré, una vez puesto el antifaz mi "transformación" tendría que hacerse efectiva. Tocaron la puerta, me puse el antifaz, tomé mi bolso y me encaminé a la puerta, mentalmente repasaba lo que haría, cuando tomé el pomo, no pude evitar pensar: tres, dos, uno... acción. 

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora