Capítulo 24: Paso uno.

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 Un primer día de clases no es un primer día de clases si no tienes tarea. Saqué el libreto y comencé a transcribir lo que habían encargado. Subrayé algunas líneas y mi estómago rugió de nuevo. Oh, sí. Últimamente me había vuelto más distraída de lo que era. Salí y compré un enorme emparedado de carne. La cafetería estaba vacía, solo unos lugares más estaban ocupados. Cuando terminé, salí en dirección a la biblioteca. 


Ging estaba de espaldas, se giró y sonrió ampliamente.

- Puntual, otra de tus virtudes.

- Hola... ¿mis virtudes? –Murmuré, ya que estábamos en una biblioteca.

- Sí, querida, no dejaría que cualquier chica me ayudara. Sé más de ti de lo que crees.

- ¿Me... investigaste? –Ella asintió desinteresada–. Oh.

- No me malinterpretes, Marceline. Necesitaba de una chica de carácter, determinada y centrada.

- ¿Y tú crees que yo soy todo eso? –Quise reír irónicamente, pero su seriedad era tan fría que no me atreví a soltar una risa insolente.

- Lo creo, firmemente. Me enteré de tu escena con Mike. Fue brillante.

- Bueno, gracias.

- Necesitamos hablar del plan, Marceline –Claro, el dichoso plan para destruirlo–.Tenemos que ejecutarlo este fin de semana, la fase uno comenzará en el baile.

- ¿Y qué harás?

- No, la pregunta es ¿Qué harás tú? –Iba a decir algo, cuando sentí los pasos de alguien, seguramente la bibliotecaria nos vendría a silenciar. Agaché la mirada, a la espera de un regaño, solo escuché que movían la silla y alguien se sentaba. Oh, ¿había alguien más envuelto? Levanté la mirada y me encontré con los profundos ojos de Daniel observándome melancólicamente. 



- ¿Tú... que haces aquí? –Le pregunté directamente–. ¿Qué hace él aquí? –Le cuestioné a Ging, ella se encogió de hombros.

- Creí que te daría más gusto verme, ángel –Tomó mi mano y la cubrió con la suya, Ging solo miraba con cuidado cada movimiento de Adam.

 - Yo...


- Ging nos ayudará. No es posible saber dónde Mike tiene los documentos, es una información que nunca ha compartido conmigo.

- ¿Qué... documentos? ¿Qué tienen que ver?

- Amor –Dijo afectuosamente Danie–. El plan que Ging ha diseñado te involucra demasiado, prometí que no dejaría que nada te pasara, estoy cumpliendo mi promesa.

- ¿A qué te refieres? –Le pregunté, aparté mi mano y lo miré fijamente, él sonrió y volteó en dirección a Ging, esperando a que ella respondiera mi pregunta.

- Mike tiene una serie de documentos en las que están dados sus acciones ilegales. Eso involucra prostitución y drogas. En los documentos están los nombres de clientes y víctimas. El plan, dicho así, es conseguir los papeles, no pretendo enviarlo a prisión, pero sí hacerlo que pague.

- ¿Y cómo conseguiré los papeles?

- Marceline , tienes que acercarte a Mike. El paso uno es seducirlo, tienes que engatusarlo para que él se encuentre indefenso, estamos poniendo mucho en juego, por eso, Daniel trabajará a tu mismo ritmo y él conseguirá la ubicación de los documentos.

- No es fácil para mí ponerte en las manos de mi hermano, ángel. Sé cómo es, sé que es un bastardo. Pero, Ging tiene razón, tiene que pagar.

- Hoy tienes que ir al club –Murmuró Ging.

- Creí que el plan comenzaba en el baile.

- Sí, pero tenemos que tentar el suelo en el que te dejaremos, Marceline. Necesito que hables con él, para que él acceda a ir contigo al baile.

- Pero si yo iré con Danie –Daniel tomó mi mano nuevamente y le dio un apretón.

- Si él te invita tienes que acceder, tienes que comenzar a... tienes que hacerlo, ángel –Daniel parecía totalmente en desacuerdo con ese paso. Entrelacé mis dedos con los suyos y él besó mi mejilla.

- Marceline , tienes que irte ya, Mike tiene su sesión de juegos a las siete –Me ordenó Ging, tanto ella como Daniel se pusieron de pie. Oh, no. esto era en serio.

Daniel me acompañó hasta el club, tomados de la mano y con un incómodo silencio. Cada paso que cada era una duda más respecto a este plan para destruir el club ¿y si Mike se da cuenta? ¿Me mataría? ¿Mataría a Danie? ¡No! ¡Daniel jamás dejaría que algo me sucediera!

- ¿No entrarás? –Le pregunté, él sonrió y negó con la cabeza.

- Es más de lo que puedo soportar. Solo con pensar que estarás con él... –Cerró los puños, enfadado consigo mismo. Me puse de puntitas y rocé mis labios con los suyos, él me abrazó por la cintura, juntándome a su pecho, mis manos descansaron en su pecho, Daniel inclinó un poco la cabeza y selló un beso. Dios, extrañaba sus besos. Me volvía loca la manera la que me besaba. Comenzaba con un beso tímido y tierno, después, trazaba con su lengua mi labio inferior, esa era la manera en la que pedía permiso para besarme más profundamente. Mis brazos se enredaron en su cuello y cuando él comenzó a atacarme, era tan delicioso la manera en la que estrellaba sus labios con los míos, desatando una guerra tan romántica y sensual como podía ser un beso en público. Me aparté un poco de él, aun con los ojos cerrados, él juntó su frente con la mía. Abrí los ojos y me encontré con sus labios ligeramente hinchados. Sonreí.

- Creo que debería irme.

- Creo que sí.

- Te buscaré después.

- Está bien, necesitamos hablar, ¿sabes? He pensado sobre lo que dijiste esta mañana y... –Me silenció poniendo su dedo en mis labios.

- Se te hace tarde, iré a tu habitación más tarde ¿te parece? –Asentí y me dio un corto beso–. Te quiero, Marceline.

- Yo también te quiero, Daniel.

Di media vuelta hacia la entrada del Frantic Delirium, sin saber a lo que me enfrentaría allá. 

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora