Capítulo 27: Jugando.

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 Esperaba encontrarme con Mike tan apuesto y elegante como usualmente lo era pero, no, del otro lado de la puerta estaba Daniel casi con lágrimas en sus ojos. El verme su reacción fue de asombro, teniendo en cuenta que nunca en mi vida había utilizado un vestido tan... escotado.

- ¿Qué haces aquí? –Le pregunté–. Mike vendrá en unos minutos y si te ve aquí...

Sus manos rodearon mi desnuda cintura y unió nuestros labios en un tierno beso. Nunca nos habíamos besado en público, al menos dentro de la universidad, y ahora, la puerta de mi habitación estaba totalmente abierta y las demás chicas que pasaban se preguntaban quién sería la afortunada chica de Daniel. En ese momento agradecí infinitamente tener el antifaz puesto.


Lo jale hacia el interior de mi habitación y cerré la puerta tras él.

- No iré, de ninguna manera, no iré con Mike a ningún lado, me quedaré conti...

- ¡No! Marceline, tienes que ir –Sabía que él estaba luchando contra sus propios demonios, estaba sacrificando mucho, había un montón de cosas en juego. Tenía razón. Debía hacerlo. La puerta sonó de nuevo, Daniel estaba en mi habitación y seguro que esta vez sí era Mike, no podía verlo aquí o sería fatal para todos. Sentí mi corazón acelerado ¿Qué pasaría si veía a Daniel aquí? Pero de algo estaba seguro, no pasaría.

- Me esconderé, te amo –Presionó sus labios contra los míos y se metió en el baño. Suspiré resignada y abrí la puerta.

- Señorita, te ves muy... seductora esta noche –Era Mike, en su mano traía una rosa roja, la estiro para ofrecérmela– Para ti.

- Gracias –Mencione mientras tomaba en mis manos aquella hermosa rosa roja– ¿Nos vamos ya?

- No, Marceline –su expresión cambio ¿acaso tendría otros planes para esta noche? su mano rozaba mi hombro bajando por mi espalda– Tengo un compromiso esta noche al que no puedo faltar pero, te he asignado otra pareja –Él sonrió con malicia, una espina comenzó a atravesar mi corazón. Fruncí el ceño, tratando de aparentar. ¿Otra pareja? ¿Si él no piensa ir conmigo al baile, porque tiene que asignarme otra pareja en su reemplazo? En ese momento me di cuenta que ya era de su pertenencia, me había comprometido con ,Mike y salirme de allí sería más difícil de lo que pensaba. Mis manos sudaban mientras mi vista se desviaba descuidadamente hacia la puerta del baño.

- ¿Quién? –Pregunte después de meditarlo un poco.

- Una sorpresa para ti, Marceline. Te está esperando afuera, no lo hagas esperar o se molestará ¿está bien?

- Claro, enseguida iré.

- No tardes, no me gustaría que lo hicieras esperar –Me dio un beso y después dio media vuelta y salió de la habitación cerrando la puerta con gran fuerza. Me senté en la confortable cama cubriendo mi rostro con las manos. Daniel salió, brindándome un caluroso abrazo.

- ¿Quién crees que sea? –Le pregunte a Daniel en busca de una desesperada respuesta–. Tú debes saber, estuviste en el club, conoces a los socios, ¿A quién hubieses enviado tú? –Mis palabras lo lastimaron más de lo que hubiese deseado, pero, de alguna manera necesitaba desahogarme.

- Hay una persona que creo que puede ser. Marceline ¿estás preparada para ir al baile con él?

- ¿Con quién? –Lo medité. Daniel tenía razón, solo había una persona a la cual Mike podría enviar para hacerme daño: Alex.

Tomé aire profundamente, lo necesitaba para enfrentarme a Alex, para enfrentarme a mi viejo amor del pasado, para enfrentarme a mi mejor amigo, un traidor que me vendió a un club de personas depravadas.

- Si no sales ahora, Alex entrará y me verá aquí –Mencionó Daniel, dándome un beso en la frente y subiendo la tira del vestido, la cual Mike había bajado–. Suerte, ángel, y si necesitas algo, estaré ahí para ti. Te amo-. Lo abracé, pegándolo a mi cuerpo, absorbiendo su característico aroma masculino. Enterré mi nariz en la curva de su cuello.

- Te amo –Murmuré, sintiendo como mi corazón se ahogaba. Me separé de él y lo observé detenidamente, su corbata estaba pulcramente hecha, acaricié el nudo y me separé de él–. Será mejor que me vaya ahora, si sigo aquí, contigo, no querré irme jamás –Me di la vuelta, cuando llegué a la puerta me giré y vi cómo Daniel me miraba con tristeza. Trataba de no llorar, me quité el antifaz, contemplé a Daniel sintiendo un nudo en la garganta. Él murmuró algo, se acercó a mí y me besó posesivamente, enrosqué mis brazos en su cuello, mis dedos jugaban con su espalda, mientras que sus manos me aprisionaban más a él. Este era el lado de Daniel que necesitaba, con el que me proclamara suya a pesar de cualquier impedimento puesto por su hermano.

- Te prometo que todo saldrá bien, esta noche se pasará rápido y estarás de nuevo a mi lado. Es injusto que te amé con locura y no pueda demostrarlo, quisiera estar contigo, tomando tu mano y que todos contemplaran lo afortunado que soy de tenerte. Te había comprado algo, la noche en la que te fuiste de nuestra cita, se suponía que te lo daría al final pero... tenías un asunto pendiente– Sacó de su bolsillo una cadena plateada, con un discreto dije en forma de corazón–. Tú tienes mi corazón, Marceline, ahora más que nunca lo sé. ¿Me permitirías ponértelo? –Asentí contendiendo el llanto, me giré, mientras él colocaba el collar–. Esta es mi manera de prometer que siempre estaré contigo, cuidándote y que tú tienes mi corazón –recitó contra mi oído.

- Oh, te amo tanto. Saldremos pronto de esto y podremos estar juntos. No quiero irme –Admití. Él me abrazó y besó mi frente.

- yo también te amo y será mejor que te marches ya.

- Gracias por todo. Te amo-. Besé sus labios rápidamente, él se acercó a la puerta y la abrió, era como si me sacara de mi burbuja en la cual estábamos solos él y yo. Me acomodé el antifaz, tomé mi bolso de mano y salí. No quise mirar atrás, porque sabía que si lo hacía esta vez no me iría. 

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora