Capítulo 23: Improvisación.

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 Antes de que la clase terminara, el profesor nos dejó salir. Yo me olvidé por completo de mi conversación con Key. Sentía pasos detrás de mí. No quería voltear por el temor de encontrarme con la mirada de Mike. Sentí que me jalaron el brazo.

- ¡Mike! –Me regañó una voz femenina, me giré y quedé frente a Ashley– ¡Creí que nos iríamos juntas! aunque... tú querías salir después de que ése chico te mirara ¿tienen alguna especie de romance? –Ashley sonaba emocionada, como si ya estuviera trazando una historia en su mente. Negué con la cabeza.

- No, no es eso. Necesitaba aire.

- Claramente lo necesitabas. Oye, por cierto, sé que no nos conocemos mucho pero ¿Quién es? Es que te miraba de una manera... ¡Casi te comía con la mirada!

- No es nadie –Forcé una sonrisa antes de entrar a la próxima clase.

Improvisación. Oh, Dios. Estábamos sentados haciendo un círculo alrededor del aula, Ashley estaba a un lado de mí, Key estaba a unas cuantas sillas más y Mike estaba justo frente a mí.

- De acuerdo, es el primer día para algunos, así que me interesa saber qué tan talentosos son –Dijo el maestro–. Así que le pediré a una pareja que pase y haga una escena que les daré. Veamos. –Comenzó a ver la lista y la trazó con su dedo hasta que quedó en
algún nombre–. Marceline, ¿eres nueva?

- Sí.

- Pasa al centro –Me puse de pie y recibí un apretón en el hombro por parte de Ashley, esta chica me caía bien, era cálida y con personalidad sobresaliente–. ¿Samir? –Miré agradecida de que no fuera mi turno con Mike, mi mirada se paseó alrededor del círculo, pero no me encontré con alguien que se pusiera de pie– ¿Jorge?

- Señor Scott, Samir no vendrá esta semana –Interrumpió Mike –. Yo me ofrezco a la primera
escena. – ¡No puede ser! ¿Qué le pasa? Oh, no.

- Siempre tan entusiasta, joven Mike– Mike me sonrió y no pude sentir otra cosa que no fuera asco. Era increíblemente apuesto, pero yo sabía que él estaba podrido por dentro–. Empecemos con una escena en la que Mike le pide disculpas a... –el señor Scott hizo una pausa y leyó la lista–. Marceline, entonces, ella le restriega sus errores pasados. Es una pareja que sufre inestabilidad y... bueno ¿Qué les puedo decir? Dos, tres, ¡Acción!

- Cariño, regresé.

- Yo... –Murmuré, no podía decir una palabra que fuera coherente, sentía que la pequeña lengua viperina que tenía se soltaría diciendo puras verdades sobre él. Miré a Key, que se había hecho pequeña en su asiento, fruncí al ceño, después pasé mi mirada en el señor Scott, contemplaba ansiosa la escena y por último posé mi mirada en él. Era guapísimo, eso era innegable. Tenía los mismos ojos de Daniel, solo que a diferencia de él, su cabello era un poco más oscuro, su mentón masculino y liso estaba tenso–. Nosotros, no hay más nosotros –Repliqué.

- Pero tú sabes lo importante que eres para mí, estoy arrepentido por todo lo que hice, estoy decidido a cambiar por ti –Me tomó las manos y las junto frente a mí, como si estuviera rezando.

- No, eres un monstruo, nunca cambiarás. Tienes... tanto que decir e inventar, ya no te creo
nada. Es mejor que te vayas.

- Por favor, dame una oportunidad más –Aparté mis manos contra él, no pude evitar meterme en mi papel, acaricié el cabello que caía por su frente.

- No. No soy tu juguete, no puedes venir cuando creas estar arrepentido y hacerme creer que has cambiado, sigues siendo el mismo que conocí, el mismo del que me enamoré, pero eso cambiará, te quiero fuera de mi vida, ahora y para siempre –Trataba de sonar tranquila, pero intenté agregar el dramatismo en mi voz–. Hasta nunca.

- ¡Espera! –Exclamó él. Sentí un nudo en la garganta, creí que ya había acabado todo, pero él continuaba lo que creía, que de verdad, era un juego. Claro, para él sí lo era–. Antes de que te vayas, quiero que sepas que te quiero, y contéstame algo, después me iré y te dejaré seguir con tu vida, si así lo deseo. ¿Te arrepientes de haberme conocido?

- Por supuesto que no. Tú me enseñaste que las apariencias engañan, que debo de ser fuerte ante cualquier circunstancia. Eres una causa perdida. Es lamentable pensar que no valiste la pena, no hay nada que salvar de ti.

- ¿Ni siquiera el amor que siento por ti?

- No es amor, crees que yo soy la cura para redimir tus errores. Pero no, no es así. Mírate, no cambiarás nunca, no vale la pena seguir así, mendigando tu amor, sabiendo que nunca lo tendré.

- Pero lo tienes.

- Es mejor que te vayas ya –Dio media vuelta y se echó a andar. Todos nos miraban boquiabiertos, en especial Key. El señor Scott estaba llorando, temblaba de la emoción.

- ¡Bravo, bravo! Eso fue absolutamente maravilloso, chicos. Señorita Marceline tiene usted un gran talento. ¿Qué le puedo decir a usted, joven Mike? Magnifico como siempre. Bien, tomen asiento. Los siguientes... –Llegué a mi lugar y me senté. Ashley me envolvió en un abrazo.

- ¡Marceline! Eso fue genial. ¿De verdad es "nadie"? porque mientras actuaban se veía como "alguien".

- No lo conozco –Susurré. Me sumí en mis pensamientos, como siempre, mientras contemplaba las escenas restantes. De vez en cuando mi mirada se paseaba en el asiento de Mike quien aún me observaba meticulosamente. ¿Era posible que de un momento a otro ya no sintiera su mirada como una amenaza sino como un desafío?

El resto de las clases pasó inadvertido, eran los talleres y yo aún no tenía mi horario. Así que tanto Ashley como yo fuimos a investigarlos, me gustaba su compañía. Hablaba por las dos, eso sí, pero sabía cuándo parar. Finalmente, tuvimos las últimas dos clases separadas. Desayunamos juntas y nos fuimos a nuestras respectivas clases. Al finalizar el día escolar, llegué arrastrándome a mi cuarto. Abrí la puerta y me encontré con un papel doblado a la mitad.

"Marceline, te espero a las 6 en la biblioteca. No llegues tarde. Ging".

¿No era más fácil que me enviara un mensaje de texto? ¿Quería hacer más interesante todo el asunto? En fin, me tiré en la cama, llamé a mi mamá. Media hora después mi estómago comenzó a rugir. Busqué en mi bolso mi cartera y me encontré con las llaves del auto, tenía que regresárselas a Daniel. Aun no estaba muy segura de querer verlo, me sentía asfixiada, era demasiado de pronto, aunque eso no dejara de lado el hecho de que comenzaba a enamórame profundamente de él. Necesitaba un tiempo, necesitaba pensar si lo quería perdonar y dejarlo pasar o terminar con él. El pensar esa idea hizo que se me hiciera un nudo en la garganta. No, definitivamente no lo quería lejos de mí. Con todo y sus defectos, él era de verdad mi ángel, no sé por qué decía que yo era el suyo. Miré el reloj digital que estaba sobre el estante, faltaban casi dos horas para mi reunión con Ging. Tal vez debería de esperar a que eso terminara para después hablar con él. Sí, tal vez era una mejor idea. Por el momento, solo quería escuchas las palabras que Ging tenía para mí. Aunque me destrozaran el alma. 

Triángulo ViciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora