43. Colapso

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Dedicado a todos mis lectores.


Ocho días después del incidente con Steven, Herón retomó su trabajo en el supermercado con la intención de cuidar a su amigo de las posibles malas intenciones de sus enemigos, en especial de Adam.

Pero ese día en particular, Herón despertó con un tremendo malhumor que aumentó cuando ciertos niños le aventaron harina en la ropa justo cuando estaba de camino al supermercado.

Cada once de marzo se llevaba a cabo el carnaval en la ciudad de Grigor. No era una actividad que Adam disfrutara mucho cuando dejó de ser un estudiante de nivel básico, pero ese día sí que gozó más que nadie. Tomar a personas desprevenidas para aventarles pica pica, huevos o harina en el rostro resultaba divertido, las víctimas desafortunadas terminaban sucias debido a ese dinamismo, era una broma de mal gusto. No se podía hacer nada, era el carnaval después de todo.

—Agradece que no fue huevo podrido. —Adam no pudo evitar sonreír ante ese incidente.

—Cállate —bramó Herón entre dientes, no quería llamar la atención del gentío que pasaba a su alrededor.

Ante la reprimenda, Adam se sintió cohibido. No entendía el tipo de poder que Herón ejercía sobre él, pues terminaba obedeciéndolo sin siquiera tener el derecho a protestar o a negarse.

Tampoco le tenía permitido cuestionar las acciones de Herón, solo se limitaba a observar y a aceptar lo que estaba preparado para él. ¡Estaba cansado! Sentía la fatiga mental ejercer fuerza y el cansancio que se sumía día a día no parecía tener final.

Ambos caminaban por las aceras de la 12 avenida. Transitarían unos cuantos metros más para llegar hacia la cuadra donde se situaban varios restaurantes y puestos de comida rápida. El supermercado estaba cerca de allí. Recuerdos nostálgicos abrumaron la mente de Adam al transitar esas calles. ¿Cuántas veces asistió con su familia a esos lugares? ¿Cuántas veces invitó a Alicia a ir al cine o a comer algo en los puestos de comida que estaban cerca de la avenida?

Aunque había pasado una infinidad de veces allí junto a Herón antes, pasar de nuevo con un cuerpo visible era diferente. Sentía que poseía la libertad de hacer lo que quisiera, de mostrarse ante Alicia y decirle que había una posibilidad para hacer florecer su relación de nuevo. Se sentía con el poder de hacer muchas cosas, pero, al mismo tiempo, sin el derecho de hacer nada.

Los dos siguieron el resto de camino en silencio hasta ver el estacionamiento de Walmart.

—Entretente con algo. —Herón miró a Adam por encima de sus hombros, su expresión era inescrutable como era de costumbre.

Adam no respondió, detuvo sus pasos para observar cómo Herón paseaba entre los autos, mientras sacudía el cabello y los hombros para librarse de la harina que le fue arrojada sin previo aviso. Adam miró el banco que se situaba al otro lado de la calle, luego, revisó sus bolsillos vacíos. Con un suspiro, se alejó y, sin que se diera cuenta, avanzó rumbo al centro comercial que estaba junto al supermercado.

Caminó hacia el interior, resignado. Podría mirar algunos artículos en los diferentes locales o simplemente pasear y ver a las personas, Adam no tenía muchas opciones para pasar el rato. Recordó entonces que, al fondo del primer nivel, había un sector con juegos mecánicos.

Inconsciente, Adam revisó los bolsillos de su pantalón para revisar cuánto traía de dinero. Se sintió como un tonto al recordar que, hasta ese momento, jamás había sentido la necesidad de utilizarlo. Cabizbajo, inició una caminata entre la gente que paseaba por el lugar. Era ya el mediodía de un día miércoles y llevaba varios días mostrándose a la gente. Durante tres meses habían estado escondidos, intentando pasar inadvertidos entre los vivos mientras esparcían cadáveres como un asqueroso pasatiempo.

Cuando los demonios lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora