24. Niño del demonio

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«Hermano».

Por un breve instante, antes de que el cuerpo del niño fuese trasladado al interior de la ambulancia, a Alex le vino a la mente la imagen de su hermano menor reflejada en el pequeño Adam. Se sintió impulsado por la curiosidad a acudir al hospital Roselt para permitirse hablar un momento con el niño. Quería hacerle preguntas, sobre todo, por qué lo había llamado «hermano».

Por alguna extraña razón, Alex creía posibles las últimas palabras que el pequeño pronunció antes de salir por la puerta, sobre la camilla. Tenía muchas dudas taladrando su cabeza, miles de cosas que quería escuchar, aunque sin saber qué eran exactamente. Tan solo tenía la vaga sensación de saber, de querer indagar más, aunque fuera absurdo escuchar o creer en viejas leyendas que los abuelos solían contarles a sus nietos. Bajo esa excusa, Alex mostró un repentino interés en apresurar los resultados de los exámenes del pequeño Adam.

Pasó un día completo antes de que el doctor que llevaba el caso expresara su opinión y entregara un sobre amarillo con el análisis sin completar.

—Cabe declarar que nos enfrentamos a una situación que supera nuestro ámbito de conocimiento —informó el médico.

—¿Nos? —inquirió Alex

—Mi colega y yo, el doctor Nash.

—¿Cuáles son sus ámbitos? —Volvió a preguntar Alex.

—Soy médico general, mi compañero es médico forense.

Alex apretó los labios en una línea fina, desconcertado.

—El niño no está muerto, ¿qué necesidad había de un forense?

—Puede que el niño este vivo, pero su cuerpo indica lo contrario. Usted puede verlo por sí mismo. Hicimos todo tipo pruebas para analizar sus sistemas y órganos.

—¿Qué encontraron?

—Su cuerpo está en descomposición desde hace varios días.

Alex no parecía satisfecho por la respuesta. No lo estaba. Él no quería que le recordaran lo que ya sabía, estaba al corriente más de lo que debería debido a que el niño había vivido en su propia casa durante varios días. Alex quería saber la razón real detrás de la rareza de su enfermedad, si es que podía llamarla de ese modo. Incluso cuando un solo órgano dejaba de funcionar en el cuerpo humano, la muerte solía ser inevitable. Entonces, ¿por qué el pequeño Adam seguía con vida cuando su cuerpo ya era inservible?

Sin darse cuenta, las palabras del extraño que se coló en la habitación de Alice llegó a su mente.

«Alex, ¿crees en la reencarnación?»

—Explíquese, por favor, doctor —insistió.

—No sabría decirle. Estamos estudiando el niño con varios colegas que estamos interesados y desconcertados al igual que usted. ¡Nunca habíamos presenciado un caso como este! El niño está muy bien, ni siquiera parece notar que su cuerpo se ha convertido en algo desechable. No puedo decir con certeza que sus signos vitales estén en el rango normal.

—Es muy extraño. Me es imposible no relacionar este caso con el incidente de no hace mucho, el del cuerpo que apareció en... mmmm, ¿dónde era?

—Mmm —balbuceó el médico—. Creo que ese incidente aún está siendo investigado.

—De todas maneras, ¿puedo pasar a ver al niño? —pidió Alex.

El doctor abrió la boca para darle una respuesta negativa y decirle que los estudios aún no culminaban como para aprobar visitas tan pronto, además del tema de la salud y la seguridad, cuando el altavoz resonó en la sala de espera. Él cerró la boca.

Cuando los demonios lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora