C A P Í T U L O 1

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—Sally hace fiestas muy buenas... Y en ésta irá toda la escuela... Caballeros, hoy será la mejor noche de nuestras vidas. —Comenté divertido, entonando mis palabras con elegancia y orgullo.

Estaba emocionado de lo que se aproximaba, probablemente hoy habrían muchas anécdotas que guardar. Aunque sinceramente...

Si hubiese sabido todo lo que me pasaría...

Habría preferido quedarme en casa contando los mosaicos de mi baño.

[...]

Ahí estaba yo, mirándome al espejo, no sabía como ir vestido, había optado por algo casual, unos jeans de mezclilla, una camisa blanca de cuello sport mientras que por encima llevaba una sudadera totalmente roja. Y claro, mis tenis rojos con una franja blanca y su hebilla dorada, nunca podían faltar.

Escuché el claxon de un auto afuera de mi casa, ya habían llegado por mí. Tomé una de mis colonias del estante y salí de casa.

Saludé a cada uno de mis colegas y subí a la camioneta, yéndome con la mayoría en la batea.

Afortunadamente todos iban vestidos como yo, informalmente. Dudaba si ir de traje —cosa que odio.— por el hecho de que era una fiesta de graduación... Luego recordé que la fiesta era de Sally.

Al llegar al lugar, bajé de un salto, la música se oía 2 cuadras antes. Me rocié la loción, tenía que estar presentable si ligaba, claro que lo haría, a eso venimos ¿a quién queremos engañar?

—Nunca imaginé que Sally viviera en este pedazo de mansión. De seguro mi casa no es ni del tamaño de su baño. —Enunció asombrado el equidna.— Supongo que viniste aquí cuando te la tiraste, ¿no? —Me cuestionó. Yo sólo callé, Sall era mi exnovia, nunca tuvimos nada íntimo, estuvimos a punto pero no llegó a más. Tails me llamó en ese momento y lo fastidió todo, lo odié por algunos días aunque actualmente lo agradezco, terminé con ella poco después de eso.

Los chicos nunca oyeron la historia completa, piensan que de verdad tuve sexo con ella. Para ellos soy un casanova con la habilidad de llevarse a cualquiera a la cama. Cosa muy contraria, tan sólo una vez en mi vida he podido tener tal contacto con el sexo opuesto, y no porque no pueda con una chica, sino porque algo siempre me lo impide, ya sea que lleguen los padres de la chica o en casos más ridículos, que comience un temblor cuando apenas me estoy quitando la camisa, me pasó el año pasado. Aunque prefiero no confesárselos.

A pesar de ser exnovios, nos llevamos muy bien. Knuckles, me advirtió de que terminaría por arrepentirme de seguir siendo amigo de ella. Verla besarse con otro y esas cosas posteriores al rompimiento. Fue cosa de un mes para poder asumir el hecho de que ella ya no era para mí.

—¿Algo de aroma? —Rompí el silencio enseñando el recipiente. De entre todos ellos, yo era el único divo que traía colonia.

—¡Dame eso! —Knuckles me lo arrebató de las manos. Embriagándose con el olor de éste.

—¡Presta! —Silver se bañó en perfume para luego dármelo en las manos.

—¿Y tú no te pondrás? —Miré a Shadow. Es mi amigo, aunque él tristemente lo niegue.

No dijo ni una palabra, simplemente lo tomó de mis manos, adoptó la fragancia y me lo devolvió. Lo dejé dentro de la camioneta; Shad, quien era el dueño del transporte, la cerró, poniendo así en funcionamiento la alarma.

—Ya conocen las reglas. En este caso somos cuatro, si tres de nosotros sacamos a bailar a tres chicas guapas, el cuarto tendrá que entretener a la gorda para que no esté molestando.

—Entendido y anotado. —Sonreí confiado. Nunca he sido quien le toque entretenerla.

—Dos, si alguien de nosotros está alcoholizado y por acostarse con una fea, tenemos la obligación de salvarlo. —Pronunció Knuckles.

—¿Como la semana pasada? —Bromeó Silver.

—Exacto, aún estoy en deuda con ustedes. —Reímos.— Si alguien se mete en problemas y necesitamos irnos, nos veremos en la camioneta, activen la alarma.

—Lo tuvimos bastante claro cuando Silver le agarró la nalga a una chica en el antro del mes pasado. —Recordó Shadow.

—¡Fue un accidente! Yo sólo intenté recoger el ring que se me había caído... Para levantarme me sostuve de un banco... O al menos eso creí. Aún tengo la marca del taconazo que me dio en la espalda.

—Lo que digas. Cuarta y última regla, el conductor no puede tomar más de tres copas, necesitamos pasar el alcoholímetro. —Shadow bufó.— ¿Hecho?

—Hecho. —Afirmé sonriente.— Vámonos. —Los cuatro caminamos al interior de la casa.

Había gente besándose alocadamente en los jardines. Otros cuantos haciendo competencias de fondos de vodka, tequila, mezcal y demás bebidas fuertes. Uff, tengo que probar al menos un pequeño trago de una de ellas, no me consideró alguien a quien le encante el alcohol, las pocas veces que he tomado ha sido solamente por la estúpida presión de mis amigos.

Decidí recorrer toda la casa con Shadow y Silver. Ésto debido a que Knuckles ya nos había abandonado para jugar strip poker.

—Tiene piscina. —Comenté asombrado.

—¿No decía Knuckles que ya habías estado aquí antes? —Interrogó Shadow buscando una señal de nerviosismo.

—Eh... Sí, sólo que no había visto la piscina, ya sabes, sólo su habitación. —Mentí con un tono pervertido.

—No sé ustedes, pero yo me quedo aquí. —Comentó al ver a todas las chicas dentro de la piscina.

Se quitó las botas y se lanzó al agua. Comenzando a nadar entre chicas con extremadamente escasa ropa, no era raro ver a una que otra sin bra.

Shadow y yo decidimos volver a entrar a la casa. Nos recargamos en una de las paredes, me ofreció un vaso con trago.

—No, gracias. Prefiero seguir sobrio un rato más.

—Sólo es una. ¿No eres hombre?

—Dame esa cosa.

Shadow acabó su bebida, yo aún iba por la mitad. Unas chicas se acercaron a invitarnos a bailar. Shadow se negó, yo acepté y bailé con ellas un rato.

Me retiré a las cuatro canciones, siendo sincero prefería pasármela con él haciendo chistes muy negros hacia los demás. Como la vez que una chica comenzó a comvulsionar en el suelo con música dupstep de fondo. Al día de hoy esa chica aún nos odia. La apodamos Magikarp.

—¿Sabes? Deberías de sacar a bailar a alguien. —Sugerí.

—No.

—Sólo es un rato.

—Bailar se me da fatal.

—Yo digo que le temes al rechazo.

—Te sorprenderia lo poco que me importa.

—¿Acaso no eres hombre?

—Tóuche. —Chasqueó los dedos.— Tú no te quedarás aquí bebiendo, si yo bailo con alguien, tú también.

—No problem. Es más, escoge a mi pareja. Sólo no elijas a un hombre... O a un travesti.

—La chica de allá. —Señaló a una eriza rosa.

—Tienes buenos gustos, es bonita. Está acompañada de una amiga. Tú baila con ella.

—¿Con quién? ¿La murciélago?

—Ding ding ding, premio. Venga, no te quejes, no está nada mal. —Le di un codazo. Ambos caminamos hacia ellas. Alcancé a ver unos ojos jade mirarme, yo no quité mi vista de encima.

Donde pongo el ojo, pongo la bala.

Escrito: 05/05/2017.
Publicado: 02/04/2018.

Casados Por AccidenteWhere stories live. Discover now