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—N-no estoy se-segura de poder hacer esto— sus ojos lucían cristalinos y sus manos temblaban. — Nirvana, el mato a mi niño, no quisiera verlo por favor vámonos— me suplico tomándome del brazo.

Pare de caminar y la mire a los ojos en silencio por unos segundos. Ella enserio no quería entrar a esa carcel, sentarse en un pequeño asiento frente a quien ella había querido como un hijo y que  más tarde asesino a quien era su hijo. Lo vi en lo profundo de su mirada y entendí no podía hacer que Erika se presentara frente a su temor. La abrace a mi cuerpo y ella soltó unas cuantas lagrimas.

— Espérame en el auto— le susurre en el oído y ella asintió en respuesta.

Luego de las medidas de precaución como quitarse los zapatos y etc estaba yo sentada en una incomoda silla de metal esperando a ver a ese chico que solo vi en fotografías, de cabellos rubios, ojos saltones y sonrisa radiante aparecer por las puertas y sentarse frente a mi pero lo que vi no era nada parecido a ese chico en las a las fotos. Cuando Joan cruzo las puertas ni siquiera me miro a los ojos. Camino hasta la silla, se sentó y clavo su mirada en la superficie plana de la mesa que nos separaba. Sus cabellos lucían más oscuros, bajo sus ojos estaban grandes ojeras, no había rastro alguno de una sonrisa o ojos vivos, era como un fantasma.

— Hola, Joan. — lo salude.

Como si algo lo hubiese despertado, Joan levanto la vista hacia mi y una sonrisa algo histérica apareció

— T-tu... Esa voz....— Sus manos comenzaron a temblar, gotas de sudor se hicieron presentes en sus cienes— ¿Quien eres?— su voz era ronca y seca.

— Me llamo Nirvana.. Vine por Chad— sus ojos se llenaron de lagrimas.

— Chad.... Mi hermano— susurro.

— Sé que tu no lo mataste— esas palabras salieron de mi sin yo haberlas antes pensado y la verdad es que sí, yo sabia que el no podía a verlo asesinado aunque todo indicara que así era.

Su mirada fue de auténtica paz y por ese momento vi algo de Chad en el. Algo que me atontaba y me hacía sentir protegida.

— Tu voz... La he escuchado centenares de veces desde que llegué aquí, siempre repitiendo lo mismo...— las lagrimas le bajaban por el rostro en cascada.

— ¿Que decía?— pregunte curiosa

— "Sigue cuerdo"— sonrió.

— He tenido el mismo sueño donde Chad es lanzado a un rio por un hombre con chaqueta verde y tus iniciales en ella

— Sí, esa fue la chaqueta que encontraron en mi cómoda, pero Nirvana yo no le hice nada yo sería incapaz de asesinar a alguien, mucho menos a Chad. Era mi familia. Ni siquiera solía guardar mi chaqueta ahí, siempre la dejaba en la sala o en mi auto. Una noche desapareció y la otra estaba yo aquí

— Su verdadero asesino te quizo inculpar. Eras el sospechoso perfecto. Envidia.. Celos cualquier cosa seria una perfecta excusa para meterte aquí, más con las pruebas que encontraron. — respondí.

—¿Espera dijiste rio? — pregunto de repente

— Sí...— respondí en un suspiro

— ¿El acantilado? Chad y yo solíamos ir junto a Mia, mi novia a fumar hierba o pasar el rato... ¿Sabes algo de Mia?

—No, lo siento. La verdad es que no sé quien es ella.— Desvíe la mirada a sus manos juntas sobre la mesa. Temblaban y gotas de sudor caían sobre la superficie— ¿Tienes idea de dónde puedo encontrarla?

Por un momento no respondió solo me miraba directo a los ojos, perdido, desorientado. Ya no sabia si seguía ahí conmigo o en otro lugar. Parpadeo un par de veces y luego comenzó a llorar sin privarse de dar grandes bocanadas, de soltar un mar de lágrimas.

—No, se alejo y no volví a saber de ella— se miro sus manos temblorosas. Suspiro intentando calmarse— Cre- creo que estoy enloqueciendo...— me miro en busca de una respuesta— Aveces tengo sueños, alucinaciones. La verdad que no sé qué son. Se siente tan real...

—¿De qué hablas?

—Chad— comenzó a reír y luego a carcajearse cada vez más y más alto pareciendo un demente.

—¡Silencio!—le grito un guardia de seguridad pero Joan hizo caso omiso.

Le daba golpes a la mesa con su palma y entre lo que parecían sollozos, carcajadas y lágrimas que  bajaban como cascadas me miraba con locura. Estaba chiflado. Un par de guardias se   acercaron y lo tomaron de los hombros, esposándolo de manos y pies. Intento resistirse pero ellos eran más.

—Lo siento, la visita acabo debe irse— me dijo uno de ellos mientras forcejeaba por contener a Joan.— ¡Vayase!— me grito cuando no me moví.

—¡El esta vivo Nirvana!— grito Joan y se me heló la piel. Cuando los guardias lo adentraban por donde mismo vino logre escuchar su último grito pero en ve de resonar pareció más un susurro al oído —Encuentralo ...


¡He vuelto perras! 💙😘

El es Virgen Where stories live. Discover now