2.

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Estaba despierta. Mire a un lado en mi cama y el reloj encima de mi mesa de noche marcaba las 3:30 am. Me senté recostando mi cuerpo del espaldar, aun no entendiendo por qué estaba despierta. Se escucho un tintineo en mi ventana y todo mi cuerpo se tenso.

Me levante de la cama y encendí la luz. Camine a mi ventana y juntando toda mi valentía y respirando todo el aire levante las cortinas. Frente a mi ventana y desde la ventana de la casa de al lado, el chico me miraba con sus codos sobre el marco de la ventana, su cuerpo recargado de ellos y su expresión pasiva, no juguetona como de costumbre.

- Apaga la luz- susurro desde su ventana.

No tenia porque obedecerlo, pero aun así apague la luz y volví a mi ventana adaptando su misma posición en ella.

- Hola- susurre. Algo que jamas pensé poder decir.

Pero por alguna razón me sentía valiente frente a el, como si los centímetros de distancia de nuestras ventanas, me protegieran de su tacto. 

- Hola- respondió sonriente.

Y yo sonreí.

- Te ves bien- dijo en un susurro y pude sentir como mis pulmones dejaron de funcionar y mis mejillas se tornaban rojizas - Te sienta bien la oscuridad- termino por decir.  

- Tu pareces vivir en ella- Respondí- nunca enciendes la luz de tu habitación- y en cuanto lo dije, me di cuenta lo raro que sonaba.

- Haz estado mirando mi habitación- más que una pregunta me afirmo y junto con lo que dijo llevo su mirada a mis labios y vuelta a mis ojos.

Era algo tonto el hecho de que ese simple acto me causara escalofríos.

- No hay mucho que ver. Siempre esta oscura- termine por decir.

- En cambio la tuya es muy activa y luminosa- me sonrío con malicia.

El sabia, mierda el me había visto masturbarme, me había escuchado gemir. Todo dentro de mi daba vueltas y quería salir corriendo, pero algo me hacia conservar la calma. Tal vez el hecho de que estábamos en dos lugares distintos o el que la oscuridad de la noche no me iluminaba lo suficiente como para que viera mis mejillas rosadas. O eso creo. Me sentía valiente, así que goce el momento.

- ¿No te gusta mucho la luz cierto?- quise cambiar el tema, aunque algo en mi quería continuarlo.

- Solo cuando tu la usas. Tienes una manera peculiar de hacerlo

Trague. Esto era cada vez más sexual y vergonzoso y me gustaba pero me incomodaba.

- ¿A ti te gusta la oscuridad?- continuo

- No, pero me encanta imaginarme lo que podrías estar haciendo dentro de ella- me sorprendí yo misma al decir eso y quise cerrar mis cortinas y volver a mi cama.

El chico me sonrió, pero esta vez era una sonrisa complaciente y no coqueta. Como si lo hubiese complacido de alguna forma. Una forma que yo no sabia podría lograr. 

- Buenas noches, Nirvana- Susurro y justo antes de que le pudiese preguntar su nombre desapareció en la oscuridad de su habitación.

El es Virgen Where stories live. Discover now