El es Virgen

10.

De algo sí estaba segura, Chad era un demonio y yo era la única, además de su hermanita, que sabia que estaba aquí entre los vivos. No para asustar como haría cualquier puto fantasma, si no para robarme mi puta alma.

Me encontraba en el auto ya que hoy decidí no estar ni un día más sola en esa casa. Eran eso de las 5:30 de la madrugada, mis padres aun no se despertaban pero había dejado una nota avisándoles que fui a nadar.

Encendí el motor y antes de partir le di una ultima mirada a la casa de los Julliars donde todo se veía tranquilo y normal. Con un poco de temor y nerviosismo,   debo admitir, asome mi vista por la ventana de Chad, pero no estaba ahí.

Di un gran respiro y apreté el acelerador. Cuando llege a la piscina publica donde solía practicar ya que antes de que me convirtiera en una completa pelota de inseguridad y baja autoestima, mamá me hacia practicar la natación. Me encantaba y pensé que me relajaría como antes hacia.

Estaba vacío como pensaba y cerrada, como igual pensaba así que saque a la pequeña rebelde en mi y salte la cerca. Cuando llego a la piscina me deshago de mi sudadera y shorts quedando en mi traje de baño y me lanzó al agua.

Estaba helada. Luego de varios minutos nadando paso a lo que por mucho tiempo temí. Comencé a sentir un calambre en toda mi parte baja desde la cintura hasta la punta de los pies. Mis piernas perdieron movilidad y intente desesperadamente llegar al borde de la piscina pero se me hizo imposible.

Comencé a tragar mucha agua y de tanto salpicar ya no podía ver con claridad. Comencé a gritar por ayuda pero todo lo que hacia era tragar más agua. De la nada sentado sobre el borde y con sus pies en el agua vi a Chad. Me sonreía con la misma sonrisa maléfica. Vi en sus ojos como disfrutaba verme suplicar. Poco a poco fui perdiendo las fuerzas hasta que me rendí y me deje ir. Estaba por desmayarme y todo lo que podía ver era su reflejo a través del agua y de la nada todo se volvió negro.