7.

3.8K 247 18
                                    

— ¿Cazar...almas?— pregunte en un susurro sin poder creerlo.

Veronica se sonrío a ella misma y luego bajo del sofá y camino hasta la puerta. Me voltee de inmediato y la seguí hasta ella.

— Espera, no te puedes ir— la tome de su mano, pero ella me la arrebato.

— Mamá debe estar preguntándose por qué tardo tanto, cumple con tu parte y no me quites a mi hermano, Nirvana— se quedo por un momento callada y nuevamente seco una lagrima que corría por su mejilla— Promételo— espeto.

— Lo prometo— respondí de inmediato.

La pequeña Vero se dio la vuelta y corrió a su casa pareciendo más contenta que nunca. Mi alma. ¿Es posible? ¿Acaso eso es lo que quiere Chad de mi? ¿Acaso el es un demonio verdadero?

No podía pensar claramente y muy dentro de mi sabia que no debía creer totalmente en lo que me decía Veronica, pero qué tal de sus repentinas apariciones y desapariciones, qué hay del sueño que tuve. Esto era tan irreal, pero podía sentirlo todo, esto estaba pasando.

Subí a mi habitación aferrando a mi todo el valor y seguridad que no tenia, intentando de alguna forma vencer esos miedos. Estaba en completa oscuridad, pero sabia que así debería permanecer si quería ver a Chad. Camine a mi ventana y corri las cortinas para ver a Chad en su ventana. Estaba sentado en ella con sus piernas al aire, solo bastaría un pequeño empujón para que cayera por ella y se rompiera unos cuantos hueso al golpear el suelo.

Algo en mi nació, algo que me daba fuerzas y era nuevo en mi, valor. Era valor porque quería saber la verdad sobre Chad, era valor porque me asustaba no saber quien era y qué quería conmigo y era valor porque me encontraba atraída de lo que podría ser un demonio.

Apoye mis manos de la ventana y pasando un pie izquierdo y luego el derecho, quede sentada en su misma posición sobre ella. Chad que no me miraba a los ojos dejo ver una sonrisa traviesa y la apago mordiendo sus labios.

— Chad, quiero saber ya la verdad— susurre.

—¿Qué verdad?— me pregunto indiferente.

— Sobre todo lo que me a contado Vero, sobre tus desapariciones y apariciones y sobre el raro sueño que tuve.

— Veronica es una pequeña con una gran imaginación y tus sueños... No tengo poder sobre ellos, Nirvana— termino todo poniendo los ojos en blanco como si esto lo fastidiara o aburriera.

Me sentí mal por un segundo y todo mi valor y seguridad disminuía. Di un ultimo suspiro de valentía y me di la vuelta adentrándome a mi habitación.

— ¿Qué haces?— pregunto Chad tras mi.

— Me voy— respondí mientras bajaba de la ventana.

— No te vayas, Nirvana— se escucho leve desesperación en su voz.

Hice caso omiso a su petición y cuando al fin estaba dentro de mi habitación seré las cortinas. Ya cuando solo era yo en una nueva oscuridad, en mi oscuridad, me deje caer de rodillas al suelo agotada como si hubiese corrido un maratón.

No entendía, no podía entender nada de esto, era tan confuso irritante y agotador. Me levante del suelo y camine hasta el enchufe, encendiendo la luz de mi habitación y alumbrando cada parte de ella. Pegue un grito de miedo cuando encima de mi cama, sentado al borde de ella estaba sentado Chad con su cabeza agachada mirando sus pies descalzos.

Me apegue a la pared como si eso me pudiese defender y me quede mirándolo fijamente por lo que pareció una eternidad hasta que el levanto su vista hacia mi.

— No quiero que te alejes de mi— Susurro mirándome directo a los ojos— Me matarías, Nirvana, me matarías por segunda vez.— Volvió a bajar la cabeza ahora con una sonrisa psicopata en sus labios y se levanto de la cama.

Yo corrí hacia la esquina de mi habitación para permanecer lo más lejos de el y al ver como yo temía en sus ojos pude ver tristeza y su sonrisa desvaneció. Ahora parecía molesto.

— No me temas, Nirvana. Yo jamás te haría daño.

–Jamás-me repetí a mi misma-
—entonces.. quién Chad, quién me haría daño..

La oscura mirada de Chad me atrapó y en sus labios se asomó una sonrisa que me causaba pánico. Era tenebrosa, misteriosa y escalofriante, pero al mismo tiempo, al verla sólo quisieras lanzarte y dejar todo a su merced. Con lentitud, comenzó a acercarce más y más a mi. Quise escapar pero como si mi cuerpo fuese de piedra y mis piernas estuviesen congeladas, no me podía mover. Era como una fuerza sobre mi cuerpo, una fuerza que jamás había experimentado y que tomaba completo control de mi.

Aterrada, intente gritar y lo hice... Pero era como si nadie escuchará. Chad dio sus últimos pasos quedando justo frente a mi. Me miró directamente a los ojos y levantó su mano derecha. La paso lenta y delicadamente por mí mejilla entonces sentí como toda mi piel se erizaba, era más que miedo, era el deseo que tenía de sentir sus manos en mi.

-Sé cómo te sientes cuando estoy cerca. Sé cuánto piensas en mi cuando no estoy, aunque no lo aceptes Nirvana, sé que provocó en ti deseo y temor. Me necesitas tanto como yo a ti.

-¿Tu estas haciendo esto?--hable refiriéndome a mi estado en estos momentos.

-No, lo haces tu misma- respondió- Eres debil y tu debilidad me alimenta, así es como funciona.

- No entiendo... ¿Qué eres Chad?

- Soy tu demonio, Nirvana. Respiro, vivo y estoy aquí por ti.

Cerré mis ojos porque lo que sentía debía ser sólo un sueño, porque lo que escuchaba debía ser sólo una alucinación. Estas cosas no pasan en la vida real, pero ahí estaba yo paralizada , pegada a una pared sin poder moverme con los ojos cerrados y gotas de sudor bajando por mi mejilla, con Chad frente a mi apoderándose de mi cuerpo sin aún a verlo tocado.

- Vete- espete aterrada - Sal de mi casa deja de observarme por tu ventana, ya desaparece Chad- comencé a repetir una y otra vez sin parar con mis ojos aún cerrados y paralizada.

- Para, no, no digas eso, Nirvana ¡cállate, para!— Escuchaba a Chad gritar frente a mi una y otra vez con desesperación.

Me tomo de los brazos sin aún poder moverme y comenzó a sacudirme. Sus manos apretandome no me lastimaban , más sin embargo en ellas podía sentir el fuego que me quemaba lentamente , era doloroso, pero soportable. Era constante, como si nunca fuese a detenerse.

-¡Vete, te ordenó que te vayas ya!- grite lo más alto que pude tomando toda la fuerza que tenia.

En un segundo, deje de sentir el fuego de sus manos y su presencia, volví a tomar control de mi cuerpo. Abrí mis ojos y al ver que el ya no estaba fue como volver hacer libre. Todo mi cuerpo estaba débil y me deje caer al suelo... eso fue lo último que recuerdo antes de que todo mi mundo se volviese completa oscuridad.

El es Virgen Where stories live. Discover now