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- No lo haré- espete furiosa por milésima vez.

- oh, sí lo harás de eso no hay duda- Volvió a insistir mamá.

Estaba parada frente a la puerta de mi casa con una canasta de libros de ciencia ficción que mamá había pensado que serian un "buen regalo de bienvenida" para los vecinos Juilliard.

- ¿Por qué no vas tu?- insistí.

- Porque yo soy la madre. Mi trabajo es hacerte la vida imposible y amarte mientras lo hago- se acerco a mi y acaricio mi mejilla justo antes de abrir la puerta tras mi. - Vamos, ve y alimenta su cerebro con ciencia ficción- Dijo con voz entusiasta.

Mi mamá es escritora, bueno solía serlo antes de que yo llegara a la familia cuando mamá dejo de escribir para cambiar pañales y papá dejo su banda de rock para ser dentista. Se podría decir que yo soy la culpable de que sus vidas fuesen miserables, pero yo no fui la que acabo adentro así que...

¡Libre de culpa!

Pero no le podrías llamar miserable a la vida de mis padres. Mamá trabaja en una biblioteca leyéndole a los adolescentes ciegos y papá pues arregla dientes y crea bellas sonrisas. No tan mal diría yo.

Poniendo un pie delante de otro, en menos de un minuto me encontraba frente a la casa de los vecinos Juilliard. Pase la canasta llena de libros a mi brazo izquierdo y estire mi mano para poder tocar el timbre. Se escucharon unos pasos y luego la puerta se abrió, Erika me sonrió ampliamente mientras en sus brazos cargaba a Veronica. 

- Hola- Me saludo contenta

- Ho.. Hola- Respondí tímida.

Como toda tonta que soy estuvimos en silencio por unos 2 minutos. Erika me miraba esperando que continuara, Veronica chupaba su dedo y yo como una tonta seguía con mi dedo en el timbre.

- eh.. Lo siento- quite el dedo y tome la canasta con ambas manos extendiéndola hacia ella- Mi mamá quizo que trajera esto. Son libros de ciencia ficción, primeras ediciones.

Erika me miro confusa, no era algo normal dar libro, pero mi familia no era normal.

- Bien. ¿Te importaría llevarlos a la sala? Tengo que cambiarle su suéter a Vero, esta toda enfangada- me sonrió y sin esperar respuesta de mi parte se fue caminando dejando la puerta abierta para yo entrar. 

Lo pensé dos veces. No es nada raro, digo, puedo gritar por ayuda, mamá esta al lado. Tome clases de karate en verano ¿Pero y el chico? ¿Que tal si lo veía? 

No tenia manera de saber lo que ayer hice a su nombre, pero aun así la vergüenza me atacaba. Debatiendo entre entrar o no a la casa y con una canasta pesada en las manos, alce la vista para ver al chico sentado al pie de las escaleras, con una sonrisa picara en sus labios, encorvado hacia en frente y sus manos juntas, llevando la misma ropa que el día anterior.

¡Oh mierdaPensé.

De una, deje la canasta de libros al pie de la entrada y salí corriendo a mi casa. Cuando entre cerré la puerta de inmediato y me deje caer al suelo.

Oh por Dios. ¿Qué acababa de hacer? Entre en pánico completamente. Debo calmarme, solo es un chico, solo son vecinos nuevos.

Seguro sabia que me masturbe a su nombre.

¡No, no basta!

Es imposible, mis cortinas estaban cerradas cuando lo hacia, el no me pudo a ver visto. Mierda. Seguro pensaba que era una loca que corre de los demás. Cosa que es verdad ya que soy extremadamente tímida.

Intente calmar mi pulso y respirar para llevar aire a mis pulmones cuando la cabeza de mamá se asomo por el marco de la cocina.

-¿Cómo te fue?- pregunto.

- Eh... Yo...- no sabia que contestar a eso.

Me levante del suelo y a grandes zancadas camine a mi habitación, dejando a mi madre sin ninguna explicación. Me encerré y me deje caer en la cama.

Soy una tonta. Pensé. Y tenia razón.

El es Virgen Where stories live. Discover now