Parte 101: Suspensión del tratamiento

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- ¿No podían esperar un poco? Creo que ha sido demasiado pronto; hasta donde yo entiendo, como ustedes no han regresado a declarar, todavía no están cerrados todos los casos.

- Así es, ese también es el problema ahora: ella está embarazada y en psicosis. Así no puedo llevarla a ningún lado, porque... entonces las cosas se pondrían muy mal otra vez y... con David suelto... no quiero arriesgarme.

- Eso debiste pensarlo antes de que... En fin, no importa. Querías mi opinión... Bueno, creo que debes suspender el tratamiento. Si fuera cualquier otra persona, te diría que lo continúes, pero... Silvia ya tuvo un aborto, y... si ya pudo embarazarse, creo que lo mejor será hacer el máximo esfuerzo para que ese bebé nazca bien. El medicamento podría provocar daños en el feto, y hasta en ella, así que... te sugiero que lo interrumpas.

- De acuerdo, pero... Si la psicosis empeora ella puede hacerse daño, y... entonces los perdería a los dos, y jamás me perdonaría que eso fuera porque yo decidí suspender el tratamiento.

- ¿Quieres tener la mínima posibilidad de que nazca bien ese bebé? Suspéndelo. ¿Quieres mantenerla tranquila aunque eso signifique arriesgar el embarazo? Continúa con la impregnación.

- Claro, usted... tiene razón.

- Es más, hasta podrías intentar bajar la dosis en... dos o tres días. O sea, si ahorita le aplicaste dosis máxima, mañana ya aplicas una más baja, y se la dejas ya en lo mínimo en dos días. Yo sé que eso de disminuir la dosis normalmente se hace en un periodo largo, pero esta vez... tendrás que hacer una excepción.

- Eso era lo que necesitaba, alguien que viera las cosas con objetividad, porque a mí el amor no me deja pensar adecuadamente en ella como una simple paciente.

- Exacto. Ahora... con eso espero que ella se recupere pronto para que la suspensión del tratamiento no traiga mayores complicaciones. Para cualquier cosa, ya sabes que me puedes llamar, y prometo mantener a salvo el secreto.

- Muchas gracias, hasta luego...

Jorge salió, un poco más calmado. Le agradeció al panadero y luego volvió a la casa; se acostó, abrazado a ella y se quedó dormido sin siquiera cambiarse.

Durante los dos siguientes días, él hizo lo que el director le había sugerido, hasta que logró llegar a la dosis que podía ser cubierta solo por la pastilla. Había estado algo agitada los últimos días, pero no tenían otra opción.

La noche anterior a dejar de inyectarla, no podía dormir muy bien, así que decidió esperar para quedarse pendiente del momento en que ella despertara. Silvia comenzó a moverse después de las ocho; Jorge acarició su brazo para tratar de calmarla, y luego esperó hasta que ella abrió los ojos.

- Buenos días, mi amor, ¿cómo te sientes?

- Mal, ese maldito medicamento acaba conmigo, George. Pero... ni modo, sé que es necesario si quiero estar bien.

- Mi vida, mi Silvia, estás... estás bien, es decir... ¡No estás en psicosis! – gritó, sonriente.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? Lo dices como si no me hubieras visto en un año, mi amor, ¿estás bien?

- Desde que tuve que iniciarte el tratamiento con dosis de impregnación, han pasado casi diez días. Pero, para mí, sí siento que ha pasado una eternidad. ¿Cómo te sientes?

- Aturdida, confundida, tengo imágenes en mi cabeza que... creo que no corresponden a la realidad, me duelen los oídos como si alguien hubiera estado gritándome durante esos diez días, tengo recuerdos extraños que no logro identificar, pero... Al menos estoy consciente de ello, y creo que ya es ganancia.

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