Parte 43: Tercer cuento

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Cuando estuvieron afuera de la oficina, Jorge se detuvo.

- Oye, creo que deberías volver y tratar de hablar con él, con calma.

- Últimamente está insoportable, no se puede hablar con él. Todo el tiempo está de malas, reclamando cosas, y luego ahí viene pidiendo perdón por su actitud.

- Bueno, pero es tu esposo, tienen que arreglar las cosas juntos, para eso están casados.

- Calla. Te llevo al tercer piso.

Ella lo jaló para que caminaran hasta el elevador y entró con Jorge; las puertas se cerraron y comenzaron a subir los dos niveles.

- ¿Él sabe... lo que hubo entre nosotros?

- Pues... Lo intuyó desde... - ella estaba a punto de mencionar lo que el mismo David le había dicho: que a veces hablaba dormida y la había escuchado decir su nombre, pero se contuvo. - Sí, ya lo sabe.

- Ya. Entonces, será mejor que, para la próxima, venga sólo Ricardo, y hable directamente con él.

- No, no es necesario. Mira, sí, estoy casada con él, pero... - ella se quedó callada unos segundos, arrepintiéndose del "No lo amo" que estuvo a punto de decir.

- ¿Pero, qué?

- Eso no quiere decir que tenga que controlarme la vida, el matrimonio no es eso.

- No quiero problemas con él, y no quiero causarte problemas a ti, Silvia. - las puertas se abrieron; Jorge la dejó pasar primero y fueron a la oficina a donde tenían que ir.

Silvia se quedó con Jorge y con Ricardo hasta que terminaron de arreglar lo que habían ido a ver, y luego bajaron todos en el elevador hasta la planta baja.

- Silvia, ¿no se supone que tú bajabas en primer piso? - preguntó Ricardo.

- Quise acompañarlos hasta la salida.

- Claro, no nos vayamos a perder, ¿verdad? - Ricardo caminó un poco más rápido.

- La verdad es que no quieres volver a la oficina, ¿no? - le preguntó Jorge en voz baja.

- Sí, eso es. Me fastidia cuando David se pone así.

- ¿Siempre ha sido así contigo?

- No. Sólo hace unos días. Está terriblemente celoso de ti.

- Pues no tiene motivos. - Silvia se aclaró la garganta.

- No, claro que no. Total, tú y yo nos dejamos ir hace muchos años, ¿no? Entre nosotros ya no hay nada. - Jorge la miró con seriedad.

- No, nada.

- Bueno, yo aquí me quedo. - dijo ella y él asintió.

- Te diría que te veo luego, pero creo que es mejor que eso no pase. Así que... Cuídate.

- Igual.

Jorge caminó para alcanzar a Ricardo mientras Silvia sólo lo miraba; subió por las escaleras y entró a su oficina, que estaba vacía. Sintió alivio al ver que David no estaba ahí.

Se quedó un largo rato pensando en Jorge. Realmente estaba muy cambiado a como lo recordaba. Ahora estaba sonriente todo el tiempo, se notaba mucha más seguridad en él, y eso sólo la hacía sentirse mal, porque tenía la impresión de que él no se alteraba tanto como ella en los momentos en que estaban cerca.

Continuó con su trabajo y, un rato después, tuvo que llevar un informe a la presidencia, al padre de David, de los avances del último mes.

La secretaria le dijo que podía pasar y ella caminó hacia la puerta de la oficina, pero se detuvo antes de abrir, porque escuchó voces adentro.

En tu miradaWhere stories live. Discover now