Parte 95: Llamadas

1.6K 146 34
                                    

- Por favor, dime que está vivo, que no le pasó nada.

- No, a él no, el doctor esta bien. Pero su hijo falleció, y por eso regresó al país. Creo que se había ido al extranjero para tratarlo con otros oncólogos y por eso nadie había podido localizarlo, porque estuvo viajando tratando de encontrar alguien que... pudiera darle mayores esperanzas en cuanto a la vida de su pequeño. Me dijo Eduardo que él es pieza clave para todo este asunto, y... por eso, desde ya, le pusieron un abogado, así que ahora nadie puede acercarse a preguntarle nada hasta que se den las evidencias para el juicio.

- Me encantaría regresar para estar presente ese día, pero... No sé, al mismo tiempo estoy consciente de que... si me entero que... en verdad le hicieron una atrocidad a mi mujer, no podría mantener el control, y creo que empeoraría las cosas.

- Sí, yo tampoco creo que vayas a poder mantenerte tranquilo, así que... es mejor que se queden donde estén, que sigan disfrutando este periodo de... calma que por fin han tenido. Cualquier cosa que pase, yo te aviso, ¿sí?

- Está bien, muchas gracias. Saludos a todos. Y, por favor, comenta a los padres de ella que su hija está bien.

Jorge colgó y se acercó a Silvia, abrazándola para dormir; cuando despertó al día siguiente, ella ya no estaba en la cama. La escuchó tarareando una canción en el baño y sonrió; prefirió no comentarle en ese momento lo que le había dicho Ricardo sobre el regreso del médico, para no alterarla. Se arregló él también y salieron a caminar a la zona arqueológica; estuvieron ahí casi todo el día, y luego fueron a cenar a un restaurante. Los siguientes dos días pasaron demasiado lentos para Jorge, porque anhelaba ya tener noticias sobre lo que había pasado en la revisión de las evidencias para el juicio; de todo eso dependía si por fin lo declaraban inocente, y encerraban a David por todo lo que le hizo a Silvia. Cuando eso estuviera resuelto, tendrían la vida mucho más fácil, podrían dejar de esconderse, y podrían anunciar públicamente su relación.

Ya era lunes por la noche; desde las ocho, Jorge encendió el celular con la esperanza de recibir algún mensaje o llamada de su hermano, pero dieron las diez sin que pasara nada.

- ¿Por qué ahora estás tan pendiente del celular? – le preguntó Silvia luego de tomarse la pastilla.

- Porque... no sé, me gustaría saber si hay alguna novedad.

- Siempre queremos saberlo, por obvias razones, pero hoy te veo más ansioso que de costumbre, ¿alguien te dijo algo?

- No, mi amor, nada. Quería ver si me hablaba Ricardo.

- Apaga eso y duérmete ya, mi vida, ya mañana te enterarás si hubo algo importante. Aunque ahorita te llamara Ricardo, siendo tan tarde, no podrías correr a arreglar nada.

- Está bien, sí, tienes razón. – él pensó en apagar el celular, pero al final solo lo bloqueó y lo dejó sobre el buró.

Se acomodaron para dormir, abrazados, como siempre; no habían pasado ni quince minutos cuando Jorge vio brillar la luz de su teléfono. Soltó a Silvia, consciente de que ella se quedaba dormida muy pronto por el medicamento, y se levantó para ir hacia el baño a hablar por teléfono.

- Ricardo, ¿qué pasó? He estado esperando tu llamada desde hace rato. ¿Está todo bien? ¿Vieron al médico?

- No, al médico todavía no. Dicen que llevará varios días la adecuada revisión de las cosas, al parecer esto va a ser un proceso jodidamente lento. Hoy empezaron con las cámaras del hospital. Y eso, Jorge, te mete en problemas a ti.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Porque... mira, solo hay cámaras en los pasillos, en las habitaciones no hay, y las cámaras solo captan imagen, no sonido. Lo que se ve en las cámaras es a ti, caminando con Silvia, dirigiéndose hacia la salida.

En tu miradaWhere stories live. Discover now