Parte 27: Bosque

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- No me voy a ir a ningún lado, no pueden obligarme.

- No vas a quedarte aquí. Tus cosas ya están preparadas y la decisión ya está tomada, Jorge, mañana te vas. - insistía su padre.

- ¡Dije que no!

- Si no te dijimos nada ayer y antier fue porque tu madre todavía lo ha estado dudando, porque no estaba segura, pero a mí ya me tienes harto. Siempre tienes sufriendo a tu mamá, siempre tiene que estar preocupándose por ti.

- ¿Por mí o por su maldita empresa?

Silvia, desde el pasillo, percibió que todo se quedaba en silencio; y luego, de repente, se escuchó un ruido fuerte, como de algo haciéndose pedazos.

Ella se sobresaltó y dio un paso hacia atrás.

A los pocos segundos, los padres de Jorge salieron de la habitación apresuradamente y cerraron la puerta.

Adentro seguían escuchándose golpes y muchos ruidos de cosas rompiéndose.

- Fabiola, llama a Agustín Martínez ahora mismo. - dijo el padre de Jorge a su esposa. - Tiene que venir ya mismo a controlar a... tu hijo.

- Ya mismo le digo a alguien que llame al doctor, pero... Oye, ¿de verdad se tiene que ir? ¿Ya no hay ninguna otra opción?

- No, has visto cómo se pone, es peligroso para él mismo y para todos los demás.

- Pero... Mira... Quizá si intentamos... No sé, resolverlo de algún modo, quizá su... amiguita pueda ayudarnos un poco, ella lo conoce más que nosotros, creo, y...

- ¡¿¿Tú quieres que le fastidie la vida a la hija de Navarro como lo ha hecho con la nuestra?! - el señor Rodrigo se dio la vuelta para bajar la escalera y vio a Silvia ahí. - Señorita Navarro... es... es mejor que se vaya. - dijo antes de comenzar a bajar. La madre de Jorge se acercó a ella.

- Mi esposo tiene razón; lo mejor es que salga de aquí, y que no regrese más. De todas formas, como imagino que ya escuchó... a partir de mañana Jorge no va a estar aquí, él se tiene que ir, y no puede esperar más.

- No lo pueden obligar a irse. Y yo no lo voy a dejar solo. - le respondió Silvia.

- Váyase ahora y... olvídese de mi hijo, olvide que lo conoció. Una persona como mi hijo sólo va a arruinar su vida.

- ¡Pues que me la arruine! ¡Ustedes no tienen derecho a decidir por él! - ella se acercó a la puerta de su habitación.

- No entre ahí, es por su seguridad. - la señora jaló a Silvia por el brazo, pero ella se zafó como pudo y abrió la puerta, entrando de inmediato y cerrando tras de sí. - ¡Rodrigo! ¡Llama a los empleados!

Silvia se quedó parada, recargada en la puerta, en cuanto cerró.

Jorge acababa de aventar un bote con lápices hacia la cama, y ya había cosas rotas por todos lados. Su laptop estaba en el piso, totalmente abierta, las cortinas estaban en el piso, las almohadas estaban junto a la ventana, y quedaba poco de la habitación ordenada que ella conoció.

Estaba aventando cualquier cosa que se le atravesara cuando vio a alguien de pie junto a la puerta. Quiso aventarle algo para que se fuera pero sintió que no podía y se detuvo.

Se acercó rápidamente hasta llegar frente a ella y se quedó mirándola.

En cuanto Silvia lo vio tan cerca, notó que tenía una mirada que no parecía de él, estaba demasiado agitado y se notaba la brusquedad hasta en su respiración, su rostro estaba completamente rojo y sus músculos tensos.

En tu miradaWhere stories live. Discover now