Parte 1: Medicamento

9K 237 28
                                    

- Sabes que no puedes dejar de tomar el medicamento.

- Es difícil, ¿sabe? Llevo muchos años tomándolo, y siempre es lo mismo. - le dijo él, fastidiado.

- Y siempre va a ser lo mismo, Jorge.

- Doctor, es que ya estoy cansado de todo esto.

- Yo lo sé, sé que no es fácil, sé que no es divertido ni agradable, pero tienes que hacerlo, o será peor. No vas a poder controlar lo que...

- Es que ya estoy harto de las medicinas. Si no me lo tomé fue precisamente porque quería averiguar si podía vivir sin él.

- Pero no puedes, ya te lo había explicado, necesito que estés consciente, que tengas muy claro lo que puede pasar si lo dejas.

- Ya, ya, lo siento, no vuelvo a hacerlo. Lo prometo.

- De verdad es muy importante que no vuelvas a dejarlo, jamás. No sabemos si las reacciones que tengas al dejarlo puedan ser más fuertes que las que has tenido hasta entonces.

- Lo entiendo, bien, ya está, no lo vuelvo a hacer.

- Ahora, descansa un rato, para que te repongas lo mejor que puedas. Ya te di suficiente medicamento para que puedas dormir bien esta noche.

- Claro.

Estar casi sedado no era lo mismo que estar listo para descansar.

Jorge se quedó tratando de descansar como se lo indicó el doctor; siempre que tenía episodios de ese tipo terminaba agotado, tanto del cuerpo como de la mente, y con la sensación de que no era él quien ocupaba su propio cuerpo. Se sentía pesado, con sueño, y el medicamento contribuía más a su molesto estado de letargo.

De todas las personas que pudieron haber tenido esa enfermedad, tenía que tocarle justamente a él. Sí, quizá no terminaba de aceptarlo del todo, porque no creía que fuera justo.

No había antecedentes en su familia, y si los había estaban tan perdidos en el árbol genealógico que nadie los recordaba ya. Era el primero. Y el menos indicado para haber tenido el infortunio de padecer su enfermedad.

Lo único que él deseaba con toda su alma era tener una vida normal, sin necesitar las medicinas, pero sabía muy en el fondo que eso no era posible, nunca iba a serlo. Y no era en sí que le molestara tener que tomar todos los días los medicamentos.

Lo que acababa por fastidiarlo eran los efectos de los medicamentos. Dejaban su mente algo nublada, como si no fuera él, como si flotara, como si su cuerpo y su mente no le pertenecieran.

Y no era una sensación ni por error agradable.

La mayor parte del tiempo la pasaba solo, o estaba a cargo de su médico, generalmente, porque su familia estaba demasiado ocupada atendiendo la empresa familiar. Empresa de la que, por supuesto, él estaba excluido.

¿Cómo permitir que en el mundo de los negocios se supiera que uno de los Salinas estaba enfermo? ¿Qué iba a decir la gente de la alta sociedad de su renombrada y poderosa familia?

Al principio, su familia había intentado disimular un poco que querían alejarlo de la empresa, pero luego fue demasiado evidente, y él acabó por acostumbrarse, incluso terminaba culpándose un poco por manchar el nombre de su familia.

Habían dejado de llevarlo a las juntas, reuniones y fiestas de la empresa, con el pretexto de "permitir que descansara tranquilamente en su casa, evitándole los factores estresantes que pudiera detonar una crisis".

Y sí, él fingía que les creía.

Se quedó recostado en su cama, como se lo indicó su médico, sintiéndose cada vez más liviano y cansado.

En tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora