Pasó una semana más; Jorge despertó temprano y se quedó mirando a Silvia, preguntándose si podría despertarla en ese momento a pesar de que ella se había tomado el medicamento por la noche. Dio un beso en su nariz mientras la abrazaba por el abdomen para acercarse más a ella, fue recorriendo sus labios hacia su mejilla, su oreja, su cuello... Mordió el huesito marcado de su clavícula y ella se movió.
- Hermosa... Sé que es temprano, pero... quiero que vayamos a un lugar. – le dijo, acercándose a su oído.
- Ya voy, ahora me levanto, dame solo cinco minutos, ¿sí? – le dijo, con un tono de voz que denotaba cansancio.
- Está bien... - Jorge se levantó, tomó dos maletas del armario y comenzó a meter algo de ropa en ellas, así como algunas cosas como lociones y cremas de Silvia. Subió todas las cosas a la camioneta, y fue a la habitación. Silvia estaba sentada en la orilla de la cama, con los ojos cerrados. – Amor, ¿te sientes mal? – preguntó, alarmado.
- No mal. Pero... creo que los efectos del medicamento todavía no pasan por completo. Me siento demasiado cansada. - Jorge se arrodilló frente a ella.
- Ya está todo lo necesario en la camioneta, solo haces falta tú. Imagino cómo deben dejarte los efectos de la medicina pero, si me lo permites, puedo cargarte hasta el auto y dejar que sigas durmiendo mientras iniciamos el camino, ¿sí?
- Está bien, no quiero arruinarte el día.
- No arruinas nada, no vuelvas a decir una cosa así. – le dijo, besándole las manos. – Voy a cargarte, toma la cobija que quieras llevarte para seguir descansando.
Silvia se giró un poco para tomar una cobijita ligera, y luego dejó que Jorge la cargara para llevarla a la camioneta. La acomodó con cuidado en el asiento del copiloto y le ayudó a ponerse el cinturón de seguridad; subió en el lado del conductor y salieron del garaje, tomando la carretera por la que habían llegado. No habían pasado ni cinco minutos cuando Silvia cerró los ojos y se perdió en un profundo sueño inducido por el medicamento. Jorge le acomodó la cobija y siguió conduciendo.
Cuando ella abrió los ojos, vio que estaban detenidos y, justo frente a ellos, había muchos árboles. Miró a Jorge y notó que él estaba dormido, así que terminó de desdoblar la cobija y la puso también sobre él, recargándose en su hombro. Casi media hora después, él se movió, y se dio cuenta de que ella lo había cobijado y sintió su cabecita recargada en él.
- Amor, ¿estás despierta? – preguntó en voz baja. Silvia giró su rostro para mirarlo. - ¿Cómo te sientes?
- Bien, ya se me pasó el sueño. ¿Tú?
- También estoy bien, descansé un ratito, porque me levanté demasiado temprano para arreglar las cosas.
- ¿Dónde estamos? – preguntó ella, mirando hacia el exterior.
- Mmm... Pensé que quizá reconocerías el lugar... Lo mencionaste cuando estabas en psicosis, mencionaste su ubicación exacta.
- ¿En serio? – ella abrió la puerta y bajó de la camioneta; se giró un poco y vio una cerca de madera, con un camino que ascendía poco a poco entre los árboles y, al fondo, vio una construcción de ladrillo rojo, que parecía tener mesas.
- Sí, tú dijiste el punto preciso en que estaba esto, y la manera de llegar; lo busqué en internet, y resulta que es un lugar absolutamente real. Supongo que ya lo conocías, y algo evocó el recuerdo mientras estabas en crisis.
Silvia se quedó en silencio, mirando la construcción de ladrillo rojo y sonrió; ya comenzaba a recordar a qué se refería Jorge. Se quedó observando con calma el paisaje que los rodeaba; él bajó también y se acercó a ella, abrazándola por detrás, cubriendo los cuerpos de ambos con la cobija.
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En tu mirada
FanfictionUna vez me encontré con unos ojos que me arreglaron el mundo, me quebraron los miedos y me armaron de valor el corazón...