#13: Into you

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Octubre.
Valeria.

Las maletas están hechas, todo está listo. Me iré junto con José, en un viaje por la carretera, idea mía que él aprobó lo cual me emociona, además que estaremos en el mismo curso y mi prima y su hermana son amigas. Nuestros caminos, aunque no lo queramos están destinados a cruzarse de nuevo.

Estoy lista para iniciar una nueva vida, lejos de este pueblo, lejos de Steven, lejos de mi madre. Estoy demasiado emocionada.

Bajo las escaleras con mi última maleta, mi familia está en una línea dispuesta a despedirse de mí, cosa que agradezco bastante.

Los abrazo a cada uno sin excepción, mi madre me da su bendición aunque me mira con una ira oculta y ardiendo. Sé que ya no hay vuelta atrás, pero con mi padre de respaldo y lo que hay por delante sé que puedo hacer cualquier cosa.

José toca la puerta para entrar y ayudarme con mis maletas, mi madre en respuesta solo lo mira feo. Supongo que cree que reemplazaré a Steven con él, pero no. José nunca sería el reemplazo de nadie, él es tan único, tan él.

José me ayuda con una sonrisa a cargar mis maletas y yo no puedo evitar ver sus brazos de nuevo, resulta que después que se volvió amigo de Steven, ambos empezaron a ir al gimnasio juntos mientras que José le daba terapias para que dejará de ser un idiota. Lo cual todos salen ganando, ya que Steven ya no me llama todos los días para que lo perdone y ver a José se ha vuelto algo placentero, digo, una vez lo manché de pintura a propósito para que se la quitará, pero no contaba con que él usa tres camisas, una lástima.

Subimos todo al auto y chocamos los cinco, veo a hacia mi casa por última vez, todos los bellos recuerdos que tuve mientras crecía, todas las risas, el amor, el cariño, las amistades, las fiestas, todo. Llevo a este pueblo en el corazón, igual que llevo a Bianca, miro que mi madre me mira disgustada, así que camino hacia ella dispuesta a decirle todo lo que siempre quise decirle.

—Madre — la llamo con una cara inocente, luego sonrió satisfecha —. Púdrete. Púdrete mucho.

Me doy la vuelta sintiéndome una ganadora mientras el padre de José me mira desaprobatorio, José sonríe divertido y Renata sonríe nerviosa por mi actitud. La adoro, ella siempre trata de ver el vaso medio lleno y su entusiasmo y buen humor son contagiables.

Me subo al auto de José sintiéndome genial y liberada, después de una breve discusión con su padre, José imita mi acción y ambos emprendemos viaje hacia Tijuacali, hacia Andrea, hacia mi nueva vida, hacia mis ganas de vivir.

—Adivinaré, tu papi te dijo que soy mala influencia — le digo a José, él sonríe de lado sin dejar de ver el camino.

—Sí, básicamente dijo eso — me responde y yo rio divertida.

Pongo música para no sentirnos incómodos ya que serán 36 horas de camino, contando las paradas que hagamos, ya sea para comer, para dormir, para tomarnos fotos. Adoro esto, viajar por carretera es lo mío, viajar en avión es estresante, tienes que quedarte sentado todo el camino, te sientes encerrado y siempre está ese miedo constante a que se caiga el avión.

Aunque viajar por carretera es más inseguro y tedioso, me gusta más, además que tengo más oportunidades de convencer a José que su pareja perfecta es Andrea... Y también para ver su abdomen sin que mi mejor amiga se entere.

Bueno, me estoy escuchando y sueno muy bipolar.

Viajamos por la carretera mientras le cuento chistes a José y le doy de comer papas en la boca, cosa que lo divierte y agradece. Ambos estamos cómodos con el otro y no me la creía.

Solo dame una razónWhere stories live. Discover now