#0: Tongue Tied

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Junio 2016.

—¡Estamos graduadas!— le gritó Valeria a Andrea y la abrazó.

La fiesta estaba en punto de auge, todos bailaban, bebían, festejaban. Después de tantos años, todos estaban graduados, al fin podrían ir a la universidad, o independizarse de sus padres. Todo marchaba de maravilla.

Andrés sintió una punzada de preocupación por Valeria, la cual estaba sumamente ebria. Se tambaleaba de lado a lado mientras bailaba con distintos chicos, bebía y hacía locuras que solo Bianca hubiera podido detener.

Bianca.

El simple nombre de su amiga le causaba dolor en el pecho, habían sido amigas desde que tenían nueve años. Ahora ya no estaba, Andrea se preguntó como se sentía Valeria en ese momento.

Como si la invocará, Valeria se sentó en el sillón a lado de ella.

—Bianca hubiera odiado esto— le dijo riendo—. Hubiera estado presente las primeras dos horas y nos hubiera arrastrado a irnos. Era una amargada.

—Si, así era Bianca— concordó Andrea con una mueca, Valeria nunca hablaba de Bianca, no sobria.

Después del retiro religioso al que fue en las vacaciones de primavera, Valeria empezó a usar una actitud a la que denominaba "No hablar de la pecadora".

Valeria hacía bromas sobre el infierno, el suicidio y el pecado con regularidad, eso le daba a entender a Andrea que la chica la estaba pasando mal.

—Sigo sin entender porqué Bianca optó por esto, ella era... Mejor— dijo Valeria con tristeza viendo a la fiesta, Andrea ya no escuchaba la música, todo parecía girar en torno a Valeria.

Andrea había idolatrado a Valeria desde que la conoció, ella era simplemente perfecta, su cabello era hermoso, no era tonta, sabía muchas cosas, era divertida, los chicos estaban detrás de ella. Era todo lo que Andrea siempre había querido ser.

Y ahora, sentía que desconocía a esta chica triste, rota por dentro que alejaba a las personas y habían días donde no se levantaba de su cama. Andrea se sorprendió del impacto que tienen las personas en otras, más el que tenía Bianca en Valeria.

—Ella iba a crecer, iba a ser la geóloga que siempre aspiró a ser y yo iba a estar a su lado. Amándola y apoyándola en cada uno de sus pasos, incluso ibas a ser nuestra dama de honor, Andrea. Te verías linda con un vestido de dama— dijo Valeria poniendo su cabeza sobre el hombro de Andrea.

—¿Valeria?— preguntó Andrea y en respuesta Valeria le abrazó la cintura con fuerza.

—Dime que la extrañas, dime qué extrañas de ella, por favor, dímelo, hazme ver que también eras su amiga, hazme ver que también la extrañas— le suplicó Valeria apretando sus brazos alrededor de la cintura de Andrea.

Ella se sentía como su tuviera una serpiente en su cintura, apretándola hasta la muerte para poder comérsela.

—¡Dímelo Andrea!— le gritó Valeria. Andrea se dio cuenta que todos volteaban a verlas, a Valeria no le importaba que la vieran llorar, ya no más.

—La extraño. Demasiado, ella era una chica... Inteligente, amigable, ciando quería, convincente, algo divertida si se lo proponía— le dijo Andrea mientras los sollozos de Valeria disminuían.

—Realmente la extraño— le dijo Valeria recargando su cabeza en el hombro de Andrea.

Andrea una vez más no supo como darle la noticia, ¿qué haría Valeria cuando se enterará? Ella no lo sabía.

•°•°•°•°•

—José, estamos graduados— dijo Raquel sonriendo a su amigo, él cual estaba mirando la pared blanca de la casa donde se celebraba una fiesta, con mirada soñadora.

—Estaba al tanto de eso, Raquel— respondió José y la chica silbó. En eso, dos chicos, amigos de los dos, aparecieron y agarraron a José de los brazos. Llevándolo a la piscina.

—No, no y no— dijo él forcejeando contra sus amigos para que no lo lanzaran—. No me obligaran a divertirme.

—Sí, lo haremos— replicó Noé jalando a José mientras éste forcejeaba.

—No confío en las piscinas, ya saben...

—Sí, tu pobre hermana a la que solían lanzar a la piscina para lanzarle cosas- completó Oscar por él —. Tranquilo, tú tienes amigos que recibirían balas por ti. No te lanzaremos comida.

—A menos que tengas hambre— dijo Noé y José siguió forcejeando.

—No me gusta el agua— se quejó José.

—Así que no te bañas. Tú muy mal, debemos lanzarte para que te bañes para variar— bromeó Oscar y los tres llegaron al borde de la piscina.

—Sí me baño— replicó José —. No me gustan las piscinas, ni el mar...

—Ni divertirte— lo interrumpió Raquel con las manos en su cadera.

—Ups, te caíste— lo empujó Oscar, haciendo que José cayera en el agua.

Él nadó hacia la superficie por aire dispuesto a reclamarle a su amigo cuando sus tres amigos brincaron al agua cerca de él, salpicandolo.

José se preguntó que había hecho para merecer amigos como los que tenía, la mayor parte de las personas opina que él es grosero, en cambio, ese trío dice que es una bolita de algodón. No sabía lo que había hecho, pero estaba feliz por que lo había hecho.

—Admite que es divertido— le dijo Raquel moviéndose de una forma ridícula en el agua, como si bailará.

—Por supuesto que no. Cada vez que admito que tienes razón termino comprándote comida— le dijo José y le lanzó un poco de agua en la cara.

—¿Y qué hacemos ahora?— preguntó Noé nadando alegre en el poco espacio de piscina que habían conseguido.

—Vivir— respondió José alegre y Oscar se golpeó el pecho de forma dramática.

—Me llegó. Justo en el cora— dijo él burlón y todos rieron.

—Por eso los amo, trío de idiotas— dijo Raquel rodeando su brazo en el hombro de Noé y el otro en el de José.

—También te amamos, Raquel— le dijo Noé cariñoso.

—Tanto que me casaría contigo si no fueras lesbiana— dijo Oscar acercándose a la escena.

Los cuatro bromearon sobre sus posibles bodas con cada uno del pequeño grupo, mientras José sonreía. Estaba realmente feliz y esperaba estar así la mayor parte de su vida.

Solo dame una razónWhere stories live. Discover now