#18: Caraluna

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José.

Me despierto en la mañana muy emocionado, revisé el calendario y es hoy. Hoy 14 de noviembre es una fecha especial, no solo es la súper luna, si no será la noche donde le declaré mis sentimientos a Valeria.

Todo está planeado, iremos a subir un cerro con la excusa de ver mejor la súper luna, mandaré que Alexa no haga que el resto de mis amigos se enteren así no podrán interrumpir, tendré un picnic con ella a la luz de la luna y le confesaré mis sentimientos.

Será algo privado y romántico de mi parte, además, si me rechaza, la oscuridad ocultará mi llanto y nadie más que ella, y Alexa, sabrán de mi humillación.

Si. Ese es el plan B.

Tengo todo preparado para hoy, excepto mi coartada, diré que odio al mundo y que quiero estar solo encerrado en mi cuarto, eso me dará tiempo para llevarla y confesarle mis sentimientos antes que logren encontrarme.

—Oh Romeo, Romeo, estás idiota, Romeo — se burla de mí Alexa entrando a la cocina por la puerta de atrás.

Una persona normal se asustaría, pero últimamente Alex pasa más tiempo en mi casa que en la suya, por dos motivos, una es que Sol le da clases de canto y la segunda es que quiere motivar a Saul a que salga con su novia sin la preocupación por ella.

Alexa Aguilar, toda una casamentera.

—Es obvio que nunca te has enamorado — le digo sonriendo mientras le quito las uvas que ella me robo para comérselas.

—Una vez comí pizza en mal estado, me enfermé del estómago y creí que estaba enamorada, ¿cuenta? — me dice ella pelando una naranja para comérsela.

—No — le contesto riendo —. Pero vas por buen camino.

Alexa sonríe mientras come de su naranja fingiendo emoción, me cae bien porque a pesar que parece estar en contra de tener pareja no evita ayudar a pobres almas en desgracia para conseguirla como Saul y yo.

—¿Estás listo? — me pregunta Alexa y asiento nervioso.

—Si, aprovecharé que ella es más nocturna y ama ver la luna — digo con una mirada soñadora hacia el techo, ya me vi, todo saldrá perfecto.

—Tengo una duda — me dice Alexa con una sonrisa burlona —. Este es un evento que se repite cada quince años, con suerte, diez, ¿cierto?

—Sí — contesto viéndola con una ceja arqueada.

—Si no le dices hoy, ¿vas a esperar la siguiente súper luna para volverlo a intentar? — me pregunta y le lanzó una naranja al pecho.

Ella se abraza el pecho con una mueca, sé que le dolió como esa vez que ella me lanzó una naranja a la entrepierna.

—Duele — se queja riendo —, pero valió la pena.

—Dejame en paz, Alexa, como si no estuviera lo suficiente nervioso — le reclamo y ella se ríe.

—¡José! — escucho la voz de Raquel quejándose, miro hacia todos lados buscando donde ocultar mi cesta con todo para el picnic, luego miro a Alexa con pánico y le paso la cesta, la cual da varias vueltas para saber donde ocultarla y me la vuelve a pasar.

Repetimos el ciclo un par de veces hasta que siento a Raquel detrás de mí, por lo que oculto la cesta detrás de mí.

—¿Qué pasa Raquel? — pregunto lo más tranquilo que puedo.

Solo dame una razónWhere stories live. Discover now