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—Siento que crees que ahora soy tu chofer—le dijo su hermana mientras lo llevaba hasta La Clave de Sol, por los mensajes que se había estado enviando con Maia, ella estaría allí toda la tarde para acompañar a su hermana mientras cantada.

En La Clave de Sol, hacían actuaciones especiales los martes y jueves, la hermana de Maia: Marie, cantaba un par de canciones y alegraba a muchos con su voz. Eran los días en donde más se llenaba la cafetería y era debido a ella.

—Te quiero mucho Sierra—le sonrió Miles, ella sólo rodó los ojos y paró su auto frente al local—Gracias, ¿puedes esperarme aquí? Seré rápido.

—Como digas—dijo fastidiada, tomó su teléfono y empezó a revisarlo.

—Deja de stalkear a tu chico por Instagram—se rió su hermano antes de bajar del auto. Vio por la ventana la mirada molesta de su hermana y le sacó la lengua para hacerla molestar más.

Entró al local y buscó a Maia con la mirada. La encontró en una de las mesas frente a la tarima del lugar, estaba escuchando cantar a su hermana y aunque Miles no era un gran conocedor a nivel musical, podía notar lo buena que era cantando.

Tocó el hombro de Maia y ella dio un pequeño brinco por el susto, cuando volteó a ver quién era le sonrió como normalmente lo hacía al verlo.

— ¿Qué haces aquí?

—Vine a verte—le sonrió mientras se sentaba a su lado, Maia tomó su mano y la acarició haciendo que este temblara— ¿Te gustan las películas españolas?

—No he visto ninguna, pero seguramente me gustarán ¿por qué? —le preguntó curiosa.

—El viernes habrá un festival de cine español y compré dos entradas. Quería saber si te gustaría acompañarme—dijo atropellado por los nervios.

Maia contuvo sus ganas de gritar de lo mucho que le gustaba la idea, así que sólo asintió entusiasmada para que él se sintiera más calmado.

—Claro que me gustaría. Seria genial ir contigo—besó su mejilla. Miles sonrió por eso, le gustaba sentirse así.

—Debo irme, mi hermana me está esperando—Maia comprendió, aunque no quería que se fuese tan rápido, apenas había llegado—. Te escribiré cuando llegue a mi casa—Ella besó su mejilla y observó cómo él se alejaba.

Miles entró al auto con una sonrisa, Sierra lo notó por lo que lo miró pícara.

—Por la cara que tienes, ella debió haber dicho que sí.

—La veré el viernes—respondió.

—No entiendo por qué vinimos hasta acá cuando tienes su número y fácilemtne pudiste haberle escrito.

Era cierto, pero no se sentía igual que verla en persona.

—No es lo mismo, así es más formal—le comentó—. Esto es tan extraño para mí—su hermana encendió el auto y condujo hasta su casa.

—Estas creciendo—le dijo riendo. —Le contaré a mamá de esto.

Miles negó y colocó música hasta llegar a su casa. Al entrar, Sierra decidió subir a su habitación mientras que él se quedó en la cocina buscando algo que comer.

Cuando llevaba la mitad del paquete de galletas se vio interrumpido por el timbre de su puerta, fastidiado fue a abrirla y casi se le caen las galletas al suelo por la sorpresa que tenía al ver a la chica que estaba parada frente a él.

—Lianne, ¿qué haces aquí?  

Sólo los MartesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora