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Llevaba toda la semana hablando con Maia por mensajes y llamadas, se habían encontrado en el parque una vez y habían planeado verne nuevamente en el cine; su amistad se hacía cada día más grande y Miles se sentía agradecido de poder contar con ella y con Jensen en ese momento.

Maia era una chica fascinante ante los ojos del chico, Miles amaba la forma en que se sentía cuando estaba con ella. Era como si la atención de la chica sólo iba dirigido hacia él y pasaba lo mismo con ella, cada vez que Maia hablaba, reía o incluso hacía alguna mueca, Miles estaba atento a ella.

Se sentía tranquilo, sin nervios, como cuando estaba con su gato, sentía que cualquier cosa que él dijera no sería mal interpretado por la chica y eso le hacía tener más confianza. Todo lo contrario a Lianne, él siempre pensaba lo que diría antes de hablar, no quería quedar mal con ella, no quería que ella pensara que él aún era un niño.

Con Maia eso no importaba.

Ese martes, intentó no encontrarse a Lianne otra vez, claro que por mala suerte su madre lo había mandado a limpiar el jardín, razón por la que tuvo que salir de su casa. Intentó hacerlo lo más rápido posible pero sabía que no quedaría tan bien por lo que su mamá lo iba a regañar y mandarlo a hacerlo de nuevo. Así que con cuidado, fue podando y cortando algunas hojas mal vistas deseando que Lianne no apareciera.

Pero como él tenía muy mala suerte, Lianne apareció.

Él no se había percatado de su presencia hasta que ella se acercó a hablarle.

—Miles—le dijo detrás de él, el castaño se inmutó al escucharla. Quería desaparecer de ahí. Se volteó a verla y le sonrió tímido.

—Lianne, ¿qué tal? —le dijo, pensó rápido en excusas que podía decirle para salir de allí.

—Bien, ¿y tú?

—Igual. —su conversación parecía tan vacía. No se sentía como antes y ella notó que algo le pasaba.

— ¿Te ocurre algo? —le preguntó dudosa.

Miles hizo una mueca, sí, definitivamente algo le pasaba.

—No, nada—le dijo. Tomó las cosas de limpieza—. Debo entrar, Marvin necesita un baño. Chao—se excusó, caminó rápido hasta su casa y entró en ella sin dejar que la pelirroja le contestara.

Lo curioso era que Marvin no necesitaba un baño. Y Lianne se había dado cuenta de su mentira.

Sólo los MartesWhere stories live. Discover now