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Los martes eran importantes para él, porque era el único día que podía verla. Entonces esperaba siempre a la misma hora en su ventana, tanto así que ya se le había hecho una costumbre hacerlo.

Le gustaba Lianne, eso lo tenía seguro; lo que no sabía si ella sentía algo por él, o si al menos le parecía atractivo.

Recordó las palabras de su hermana, debía hablar con ella y contarle su edad, tal vez si se lo decía ahora no se molestaría por mentirle, pero ¿y si lo rechazaba sólo por el hecho de ser menor?

Ese era su miedo, ser rechazado por la chica que le gustaba.

Tomó a su gato y lo acostó sobre él cuando se acostó en su cama, quería hacer todo ahora pero tenía miedo de empezar. Vio su reloj, ella llegaría en media hora, ¿qué haría en ese tiempo?

—Oh Marvin, necesito contarle la verdad hoy—le dijo a su gato—. Pero no quiero que se moleste.

Su gato maulló y frotó su cabeza en su estómago.

—Imagina que no le importe, es una buena señal ¿no crees?

Su hermana entró al cuarto.

—Apareció tu chica, tigre. Ve y habla con ella —le sonrió para luego volver a irse.

El castaño se levantó y se acomodó un poco el pelo para no parecer un desastre andante, bajó las escaleras y llegó hasta el árbol cerca de la banca en la cual ella se sentaba.

—Hola—le sonrió, la pelirroja lo saludó de vuelta.

—¿Cómo estás?—preguntó ella mostrándole una sonrisa, la misma que siempre lo dejaba soñando despierto.

—Bien, yo emm debo decirte algo—se sentó a su lado.

Lianne asintió.

—Vale, ¿qué sucede?

—Te mentí acerca de mi edad.

Ella se tardó unos segundo en responder.

—Lo supuse—le dijo calmada—. Te ves más joven, y sueles sonrojarte mucho por cosas que digo—continuó hablando, él se sonrojó haciendo que ella riera un poco—Tranquilo, no es malo ser menor.

Vaya, eso sí que había sido fácil. No lograba entender por qué se había preocupado tanto por algo tan simple como eso.

—Tengo quince, estoy en tercer año y mi mejor amigo es mi gato—le reveló—. Ah, y Jensen pero más mi gato.

—Tengo diecisiete, estoy en quinto año y no soy fan del helado desde que mi madre abrió su propia heladería.

Él se rió, no sabía cómo alguien no podría gustarle el helado, era la cosa más rica que podía haber existido.

—Debo irme, nos vemos el próximo martes—le sonrió, y antes de irse lo abrazó.

Eso bastó para que Miles se sintiera más enamorado de lo que estaba de esa chica.

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*Nota del pasado* 

N/a: llevo todo el día mandandole a mis amigos imágenes de esta aplicación 😂

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Sólo los MartesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora