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—Me gustó salir hoy contigo Miles—le dijo la pelirroja al llegar a la puerta de su casa. Miles había decidido acompañarla y luego llamar a su papá para que lo buscase—. Deberíamos salir más. Es divertido.

—Sí, eso sería grandioso—le respondió acompañado de una sonrisa. ¿Debía besarla? Porque él lo deseaba más que nada.

—Bien, ya entraré—lo abrazó—. Ten cuidado en el camino, llama a tu papá cuando llegues a la parada—él asintió.

Lianne se acercó a él y por un momento Miles creyó que ella lo iba a besar pero no, no fue así. Sus labios llegaron a su mejilla y se alejó de él sonriéndole para luego entrar a su casa. De manera involuntaria, se llevó su mano a su mejilla y sintió los labios de ella una vez más.

Vaya que esa chica lo tenía loco, muy loco.

Cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue entrar al cuarto de su hermana. Ella se encontraba leyendo un libro de Agatha Christie, cosa que le extrañó ya que ella no solía leer esa clase de géneros. En realidad ella no leía nada en general.

Ella lo vio entrar y cerró el libro para enfocar su atención en él.

— ¿Qué tal estuvo todo? ¿La besaste?

—No puedo besarla así de la nada.

—Sabía que no lo harías, cobarde—le dijo, Miles frunció el ceño.

—No soy cobarde.

—Dile eso al chico que estuvo dos meses viendo a una persona por la ventana de su cuarto sin tener las agallas de hablarle.

—Soy tímido ¿sí? —se defendió—. Al menos yo invité a salir a la persona que me gusta, no como otras—le mencionó, su hermana sabía que hablaba de ella.

—Bien chico tímido, si tú te confiesas con la chica yo intentaré que él se fije en mí ¿trato?

Miles lo pensó, no era mala idea.

—Trato.

Sólo los MartesWhere stories live. Discover now