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¿Había escuchado bien? ¿Ese chico era su novio? No, simplemente no, Miles no podía con eso, él no quería que eso fuese verdad.

— ¿Qué?

—Soy su novio. ¿Tú quién eres?

—Parece que sólo soy su amigo—susurró—. Un tonto amigo que tenía esperanzas de algo que sabía que no podría pasar.

Adam levantó una ceja.

— ¿Qué?

—Adam, ¿podrías dejarnos solos? —le pidió la pelirroja a su novio—. Por favor—el pelinegro asintió y se alejó de ellos.

Miles se sentó en el banco que estaba cerca, Lianne se acercó a su lado y apoyó su mano en el hombro del castaño quien ahora estaba intentando no llorar.

—Miles.

—No, por favor no lo digas—le pidió el chico—. Comprendo lo que sucede.

Ella soltó un suspiro, como si estuviera cansada.

—No puedo corresponderte—le dijo, el castaño sintió como si alguien hubiese agarrado su corazón y lo aplastara en el piso con un enorme zapato con púas. Una descripción horrible, pero era así cómo se sentía—. Eres un gran chico, tienes toda una vida para encontrar a la chica ideal, aquella chica que sentirá lo mismo que tú al verte.

—Yo creí que tú lo eras.

—Siento haberte ilusionado, no fue nunca mi intención—se arrodilló frente a él, tomó el mentón del castaño y subió para que este la mirara—. Me caes fenomenal, pero como un amigo.

—Amigo—rió sin ganas—. Esa es la palabra más dolorosa que hay. Te quiero pero como amigo, me agradas pero como amigo, sólo somos amigos. ¿Y si no quiero ser un amigo?

—Miles...

—Comprendo, Lianne, estoy bien—mintió, lo único que quería era entrar a su casa y llorar—. Puedo tomar esto con madurez. Ya no soy un niño.

Ella colocó su mano en el hombro derecho del chico, eso lo hizo sentir peor.

— ¿No me odias?

—No podría hacerlo, incluso si lo deseara—confesó, odiaba ese sentimiento, odiaba no poder dejar de sentirse de esa manera—. Eres la chica más genial que conozco. Adam tiene mucha suerte de tenerte, lo digo en serio.

Ella pensó que se veía muy tierno, le daba un poco de tristeza no poder sentirse de la misma manera. En el amor no hay reglas, que una persona sienta algo por ti, no significa que debas sentir lo mismo.

— ¿Abrazo? —le sonrió, el castaño formó una pequeña sonrisa y asintió.

—Abrazo.

Lo triste es que él no quería soltarla nunca.

Sólo los MartesWhere stories live. Discover now