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Otro martes, otro día para ver a Lianne, aunque ese día no se sentía preparado para hacerlo, le dolía verla y saber que estaba con otra persona, más cuando había averiguado junto con Jensen sobre quién era el chico. Se llamaba Adam y pudo notar que era mucho mejor en todos los sentidos.

Comenzando con que él sí tenía la misma edad que ella, además era alto, tenía el cabello siempre acomodado y mostraba una hilera de dientes perfectos cada vez que sonreía. Además era inteligente y sabía escribir muy bien, tenía un futuro como escritor garantizado; envidiaba su pelo negro porque lo hacía ver como esos personajes que aparecen en la televisión que todas las chicas aman.

Se sentó en una de las sillas de su balcón y vio como la pelirroja estaba llegando a la parada. Observó como se sentó en el mismo lugar de siempre, dejó su estuche de guitarra a un lado y giró su cabeza hacia el balcón donde él estaba; ella lo saludó alegremente y lo único que él pudo hacer fue mostrarle una sonrisa cerrada para luego entrar a su habitación.

No queria verla ese día, era mejor si la eliminaba de sus recuerdos. Todo seria mejor de esa manera.

Sierra entró a su habitación, la notó demasiado arreglada, más de lo que siempre se acomodaba.

—Iré a la biblioteca. ¿Quieres ir también? —le preguntó, Miles la miró extrañado por su comentario.

— ¿Qué harás en la biblioteca?

—Pues leer.

—¿Vas a ir vestida así? ¿No es mucho?

—Siempre debes verte bien, Miles—le respondió ella

—Claro, vas por otra cosa—ella se echó a reír.

— ¿Qué más puedo hacer?

—Espiar a alguien que va siempre a la biblioteca tal vez—Sierra levantó una ceja.

—Tonterías Miles—le dijo—Esas cosas no van conmigo. Vi en una revista que las personas que leen son catalogadas como buenas personas para la sociedad, y necesito eso.

El menor miró a su hermana y le pareció graciosa la actitud que estaba tomando, ¿buenas personas para la sociedad? ¿Desde qué momento le interesaba a su hermana eso? Siempre se había comportado como ella quería, no le importaba realmente lo que el resto decía de ella.

—Bien, iré contigo—corrió a cambiarse de playera, tomó su chaqueta y junto a su hermana bajó las escaleras hasta salir de su casa.

Paró al ver a Lianne esperando en la parada, ¿por qué aún no se había ido? Esa vez había tardado mucho.

La pelirroja volteó en su dirección y este cambió la mirada hacia otro punto ignorándola por completo. Caminó rápido hasta subirse al auto y Sierra condujo hasta la biblioteca.

Ese martes, no quería verla. 

Sólo los MartesWhere stories live. Discover now