Parte 95: Llamadas

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- ¿Y qué? Para ese momento Silvia ya había aceptado irse conmigo, yo no la estaba obligando, ella fue voluntariamente.

- El problema es que... en las cámaras eso no es evidente, porque... tú la llevas sujetada de la mano. Todo estaría perfecto si se viera que ella caminó detrás de ti sin que tuvieras siquiera que tocarla. Pero han dicho que, como la tenías agarrada, no están seguros al cien por ciento de que ella se haya querido ir.

- Eso es una estupidez, no tuve que jalarla, ni empujarla, nada, eso está muy claro porque resulta evidente cuando una persona está siendo obligada y cuando no.

- De hecho, me llamaron a declarar también a mí porque la cámara de la puerta principal me captó entrando con la camioneta, y luego salir caminando tranquilamente. Y luego los grabó a ustedes saliendo con esa camioneta. Así que... si acabas acusado por secuestro, acabo siendo tu cómplice. Espero que eso no pase, que la demanda de David no proceda, porque entonces sí que tendríamos serios problemas.

- Bueno, y, ¿qué les dijiste tú?

- Que ella estaba de acuerdo, que incluso yo hablé con ella también, que no tuviste que obligarla, que era algo que ustedes dos ya habían hablado y que Silvia estaba plenamente consciente de lo que estaba haciendo, y de lo que podía significar irse contigo así. El único que dice que la secuestraste, obviamente, es David, pero... los padres de ella irán a declarar mañana temprano, y supongo que dirán que están enterados de que su hija se fue contigo, y que estás con ella en un lugar seguro, y... espero que eso no pase a mayores.

- Claro, ojalá. ¿Es todo lo que pudiste averiguar hoy?

- Sí, eso es todo. Mañana también te llamo y te cuento lo que pase, ¿de acuerdo? Ahora ve a atender a tu mujer, quiero sobrinos. – Jorge rio y colgó; caminó de regreso hacia la habitación y se recostó, volviendo a abrazar a Silvia.

Durante los siguientes dos días, la rutina fue casi la misma para ellos, excepto por los lugares a los que fueron a pasear. Habían pasado ya cuatro días de que se empezaron a revisar las evidencias. Por la noche, Silvia se había quedado quieta desde hacía un largo rato, cuando entró una llamada de Ricardo; Jorge volvió a levantarse con el celular y se fue al baño para tratar de no despertarla mientras hablaba.

- Jorge, ya revisaron los micrófonos.

- ¿Y? ¿Qué pasó? – preguntó, ansioso. - ¿Ya me declararon inocente? ¿O siguen creyendo que secuestré a Silvia?

- Gracias a esa grabación el panorama ha mejorado para ti, porque se alcanza a escuchar cuando ella explícitamente dice que se quiere ir contigo. Al parecer notaron que... el asunto entre ustedes era recíproco y, al serlo, no pueden decir nada sobre acoso. Así que... en eso ya vamos bien. Ya solo falta que ustedes vengan a declarar y anunciarán tu inocencia.

- Excelente, no sabes el gusto que me da saber eso, es... la mejor noticia que me has dado, te lo juro. Lo único que queda entonces ahora es... lo del abuso de David contra Silvia, ¿no?

- Sí. Y de eso también... hay algo grabado en los micrófonos. Jorge, creo que David hizo que Silvia abortara. – él sintió que se le helaban los nervios al recordar el tema.

- ¿Por qué dices eso?

- Porque se escucha todo claramente en la grabación en el micrófono que estaba en la habitación; él le dice que le dio unas pastillas para que perdiera al bebé cuando recién tenía seis semanas de gestación, él confiesa todo explícitamente. El problema con eso es que solo es una grabación de voz y no puede ser tomada como prueba contundente. En la grabación también menciona al médico que se quedó a cargo de Silvia mientras tú no estabas. Es Aparicio, y va a declarar en dos días. Mucho depende de lo que él diga. Y mira, yo pensé que a ese médico lo estaban buscando por la mínima cosa de que faltaban notas en el expediente de Silvia y tu director no iba a querer problemas después si algo salía mal, pero no era solo eso.

En tu miradaWhere stories live. Discover now