capítulo 8

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— ¿Viste a tu consejero? —me preguntó Stiles, y asentí— ¿Celestial?

— Sí.

— Stiles, ¿podrías dejar de preguntar sobre ese tal Diel, y mejor preguntar sobre por qué ha dicho que las cosas se van a complicar brutalmente? —pregunto Lydia, ya un poco harta.

Gracias Lydia.

— Vale, —dijo Stiles y empezó a caminar por mi cuarto— ¿Por qué ha dicho que las cosas se van a complicar?

— No lo sé —contesté— Solo me dijo que os avisara... joder, seguro que es por lo de mi tío. Entendería que no quisierais veros involucrados en esto, es bastante... jodido.

— No te vamos a dejar sola, ¿si? —dijo Scott, apoyando su mano en mi hombro— Vamos a ayudarte, vamos a superar esto.

— ¿Cómo? Si ni si quiera sé convertirme ni controlarme.

— Hoy te has controlado con los recuerdos, Leyla —dice Liam.

— Porque Diel dijo que iba a controlarme.

— Pues eso es lo que necesitas, apoyo. Y nosotros —dijo Lydia, señalando a todos los presentes— vamos a apoyarte.

Estuvimos hablando un rato más, diciendo que debemos estar todos alerta y controlándome tanto a mi como a que alguien sospechoso se me acerque. Hasta que se hizo tarde y todos comenzaron a irse, todos menos Liam.

— ¿Tú no te vas? —le preguntó Scott a Liam, quien estaba sentado en el suelo.

— Todavía no —le dijo y sonrió, luego entre él y Scott hubo unas miradas que no logré comprender, pero Scott acabó saliendo de mi habitación y nos dejo solos.

Nos dejo... solos.

Solos.

Estoy sola con Liam, un chico que conozco desde hace unos días el cual me atrae mucho porque hasta el momento, tanto el comportamiento y el físico van acorde a lo que, al parecer, me gusta a mi.

— ¿Y por qué te quedas? —me atreví a preguntar.

— Quiero ayudarte a recordar cosas.

Le miré incrédula.

— Y... ¿Cómo se supone que vas a hacer eso?

Él me miró a los ojos, como si en ellos buscara las respuestas a sus preguntas. Y luego hablo:

— Iremos a ver a Deaton.



🐺



Entramos a la veterinaria, después de que Liam estuviera al menos quince minutos intentando convencer a Scott de que me dejara ir. Al final aceptó, con la condición de que me dejara en casa al terminar.

— ¿Qué es lo que quieres saber exactamente sobre ti? —me preguntó Deaton.

— Todo lo que necesite saber.

Deaton asintió y sacó de una estantería un libro viejo, lo abrió y empezó a buscar cosas, hasta que paró en una hoja.

— Los ángeles caídos son ángeles que han sido expulsados del cielo por desobedecer y o rebelarse contra los mandatos de Dios —leyó— Un ángel caído puede transformarse tanto en ángel como en demonio, depende de sus estados de ánimo —me miró— Todos los ángeles caídos disponen de un consejero celestial que les ayuda y aconseja sobre todo. Esto que voy a decir te interesa: tienen varias habilidades, como el sigilo, fuerza, buena visión, agilidad, felixibilidad y velocidad. Sus poderes principales son el manejo de la mezcla, una disciplina que mezcla la luz y la oscuridad, puede curar a seres neutros y quizá, depende de importancia, a seres lumínicos y oscuros. Sigo —pasó de página y siguió leyendo— También tienen el poder del control del agua, fuego, tierra, viento y electricidad —sonrió y nos miró a mi y a Liam— Esta chica será de armas tomar —continuó leyendo— También poseen telepatía, telequinesis que es poder mover objetos mentalmente, pero depende del tamaño puede producir mareos y dolor de cabeza... Pero todo tiene su contra, ya que su mayor debilidad es que puede usar sus poderes parcialmente.

— ¿Eso que significa? —preguntó Liam.

— Los ángeles normalmente utilizan sus poderes en el mundo celestial en su cien por cien, pero al ser desterrado y pasar a ser un ángel caído, solo puede utilizar sus poderes parcialmente. Aquí, en la tierra, no tiene la misma fuerza —dijo— Ella podrá utilizarlos libremente, pero depende del esfuerzo que emplee, puede acabar desmayándose o con mareos, dolor de cabeza, o...

— ¿O...? —le animé a continuar la frase.

— O autodestruirse —dijo serio— Pero hay más... una de sus mayores debilidades son las visiones de recuerdos, siempre irán a lo peor de sus recuerdos, lo que puede provocar su descontrol. Y la cicatriz de sus alas, al ser arrancadas... una apuñalada y puede dejarte inconsciente durante horas, días... depende de cuan profunda sea —suspiró— Vas a ser más difícil de controlar de lo que pensaba.

— ¿Y a la hora de luchar, si me dañan... qué pasaría? ¿Es como los demás o...? –pregunté.

— Tardarás en curar más que un hombre lobo o cualquier otro ser sobrenatural, por el hecho de tener parcialmente tus poderes. Y si te atacan con acónito, te afectará mucho más que a cualquier otro.

La sala quedó en silencio durante unos segundos. No sé si había sido buena idea venir. Es genial saber todos los poderes que tengo pero, tengo más problemas que benefícios. Ahora mismo, estoy expuesta a todo. Puedo usar mis poderes parcialmente arriesgándome a que si los utilizo más de la cuenta pueda caer rendida y, sin embargo, tengo duplicado el hecho de salir herida. Genial.

Todo es genial.

— ¿Qué podemos hacer? —preguntó Liam.

— Cuidarla a toda costa. Su tío está aquí, él la metió en el limbo para que ella le sacara del infierno. Han dejado la puerta abierta, puede pasar cualquier demonio ahora mismo.

— ¿Cómo sé que me habrá metido en el limbo? —dije.

— Las visiones pueden ser pasadas, futuras o del limbo, que son presentes. Las pasadas las verás normal, las futuras siempre tendrán algún defecto: una letra de al revés, un dedo de más... y las del limbo será como estar en una habitación a oscuras en la que solo puedes ver a la persona con la que estás —dijo, y reconocí todo al instante— Él te metió en el limbo para que pudieras abrirle la puerta a la Tierra metiéndose en tu mente.

Liam suspiró frustrado.

— Ósea que ahora mismo, su tío podría controlarla mentalmente para que hiciera lo que él quisiese —dijo Liam.

— No si la enseñamos a controlar sus poderes.

Me apoyé en la pared y cerré los ojos. Todo esto era demasiado para mi. Me superaba. No quería seguir con esto y ni si quiera había empezado. Mi tío quería comenzar una guerra con el Señor y esto me involucraba de alguna manera.

— Leyla, —Liam me cogió la mano, llamando completamente mi atención— vamos a ayudarte con esto, ¿vale? Te lo prometo.

Suspiré rendida y le sonreí.

— Iros a casa chicos, es tarde y mañana tenéis clase —dijo Deaton— Leyla, vamos a ayudarte.

Liam y yo salimos de la veterinaria y nos subimos al coche de Liam. En silencio, hasta que Liam habló:

— ¿Estás bien?

Miré por la ventana, viendo la silueta de mi tío saludándome con una sonrisa maligna de oreja a oreja, y supe que no era real, supe que estaba intentando llevarme al limbo otra vez.

— Estamos en un grave problema Liam, —sentí como mis manos empezaban a arder y como mi visión se nublaba— necesito que me saques del limbo.

Y todo se volvió negro.

ángel caído » liam dunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora