Parte 82: Segunda salida

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- Pero... Yo sí tengo que aceptar que nunca me pareció por completo una buena persona, y lamento no haberlo externado antes; mi esposa y yo sabemos perfectamente que era probable que David, al saber la enfermedad de Silvia, pudiera dejarla, pero él no lo hizo, y nos dijo que estaba dispuesto a casarse con ella, literalmente, como si se estuviera sacrificando. Nosotros ya no la veíamos mucho, dejó de trabajar en la empresa conmigo porque decía que tenía que dedicarse a atender a su esposo, David la cambió de médico, y no la dejaba con uno fijo, así que... comenzó a desestabilizarse cada vez más, las crisis eran peores, más violentas, intentaba hacerse daño, y... Todo es culpa nuestra, porque jamás debimos dejar que se casara con él, porque debimos dejarla decidir, y no presionarla para hacer lo que nosotros creímos que era mejor para ella.

- Entonces... Nunca se enteraron si él llegó a lastimarla, más allá de lo psicológico. – los padres de ella negaron en silencio.

- Ella nos preguntó eso, justo antes de que le recordáramos que la habíamos presionado para casarse con él. Pero no, no tenemos la más mínima idea de si pudo hacerle algo.

- Cualquier cosa que lleguen a saber con respecto a ese tema, les agradeceré que me lo informen.

- Doctor, quiero comentarle que... Antes de que David trajera aquí a Silvia... se la había llevado de viaje. Pero fue un viaje muy largo, que... Bueno, durante todo ese tiempo nosotros no supimos nada de nuestra hija, y David no nos dijo a dónde se la llevó. Es probable que ahí pudiera hacerle algo, ¿no? Nunca nos dejó hablar con ella, siempre decía que estaba dormida, o que había salido a caminar, o que estaba ocupada ayudándolo con algunas cosas.

- Y eso explicaría por qué estaba tan vulnerable cuando llegó aquí con ella. Tiene sentido, así que... discretamente, investigaré todo lo que pueda. Mientras tanto, voy a pedirles que me ayuden con David. No quiero permitir que venga a ver a Silvia, porque eso a ella le hace mal, pero no puedo poner una orden por escrito sin una justificación, y todavía no tengo esa justificación. Otro médico me está también ayudando un poco con eso, pero... Necesito mantener a David lejos, para que Silvia pueda estar tranquila mientras se termina de resolver todo este asunto.

- Y, ¿cómo podríamos ayudarlo nosotros?

- No lo sé, haciendo que no tenga ganas de venir a verla, pueden decirle que ha estado muy extraña, que no se puede ni conversar con ella, que está peor que nunca, o algo así, para que él no tenga ánimos de venir. Mientras tanto, seguiré arreglando e investigando lo que haga falta. ¿Están de acuerdo?

- Sí. - respondieron ambos al mismo tiempo.

- ¿Tú estás de acuerdo? – le preguntó Jorge a Silvia.

- Ya sabes que confío en ti. – respondió y sonrió.

- Entonces... Eso es todo por ahora, cualquier otra cosa, yo les informo, su apoyo es invaluable para mí y, por supuesto, para su hija. – Jorge se levantó y les tendió la mano a modo de despedida.

Justo antes de que ellos salieran, la madre de Silvia se acercó al psiquiatra y se quedó en silencio unos segundos, dudando.

- Doctor, tengo que aceptarlo frente a usted: yo estaba equivocada. Dejé que mi hija se casara con David porque creí que jamás habría alguien que no sintiera la enfermedad de mi hija como una carga, que jamás habría alguien que la comprendiera, que le diera su cariño, que... la amara. Pero creo que me equivoqué.

Y luego de decir eso, salió también del consultorio; Jorge fue a cerrar la puerta y a ponerle el seguro por dentro. Volvió al lado de Silvia.

- Creo que tu madre se dio cuenta de ciertas cosas... - dijo, arrodillándose frente a ella y tomándole ambas manos. – Es bueno que ya sepa identificar lo que es bueno para ti.

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