—Sí, pero deberásrevisarla rápido, tus heridas deben ser tratadas además ya te dije caerá una tormenta.

Corrí hasta mi auto y saqué la pesada caja de herramientas de la maleta,Zayn se había sentado junto a su moto y la miraba analíticamente.

—Aquí esta, ¿necesitas algo más? —pregunté y coloqué la caja a su lado.

—Déjamelo a mí, tan salo ¿crees que puedas ayudarme a levantarla?

Asentí no muy convencida pues esa motocicleta era particularmente grande y por ende debía ser pesada. Zaynvolvió a ponerse de pie con dificultad y se posicionó en el extremo opuesto de la motocicleta de donde yo me encontraba.

—Bien a la cuenta de tres... uno, dos ¡tres!

Dios como pesa.

Ambos levantamos cada extremó y con un poco de torpeza logramos posicionarla firmemente. Limpié mis manos en mi falda y miré a Zayn en busca de algún signo de dolor alarmante.

—Gracias.

—De nada —susurré al verlo ponerse en cuclillas con mucha más dificultad de lo que le costó pararse, me pregunté por qué no decía que le dolía.

—¿Podrías alumbrarme con tu móvil?

—Si —me apresuré a prender la linterna del teléfono y la apunté a la dirección que me indicó—. ¿Cómo sucedió todo esto?

Esa pregunta me había estado carcomiendo desde que llegué, no podía ignorarla por más tiempo.

—Apareció un animal de repente, intenté esquivarlo pero no pude contralar el movimiento y la fuerza del giro me hizo estrellarme —me contó sin exasperarse en ningún momento.

—Pudiste haber muerto —concluí ahora conociendo la gravedad del asunto —. Te has hecho mucho daño.

—He estado en peores —dijo con tranquilidad nuevamente.

—¿Peores? —me inquieté—. ¿Qué clases de cosas peores?

Él chico soltó una risita divertida, concentrado en unos cables de colores que sobresalían de tu motocicleta.

—Haces muchas preguntas.

Desconcertada miré el botiquín de primeros auxilios que también habíaaprovechado de traer conmigo y como sabía que no le podría sacar información alguna intenté poner las manos a la obra en su lugar.

—Déjame intentar limpiar la herida de tu hombro —pedí mirando agitada la herida.

—Estoy bien, de verdad —me insistió pero no le haría ni el másmínimo caso.

Saqué un par de gasas de su envoltorio humedeciéndolas con antiséptico para evitar la propagación de bacterias en la zona.

—Ni loco dejare que me coloques eso —dijo mientras se alejaba un poco de mí.

—Oh vamos, no seas cobarde, prometo que no te dolerá —dije con una sonrisa juguetona ¿A dónde se había ido el chico rudo?—. ¿Vas a dejarme?

Zayn no me respondió, él no quería ceder, pero insistiría lo que fuera necesario. Tal vez había una posibilidad de que él pensara que lo lastimaría adrede por venganza o quién sabe qué otra cosa. Pero no haría eso, las venganzas ya habían quedado atrás.


—Seré cuidadosa —insistí protegiendo la gasa que ya llevaba mucho tiempo expuesta.

—¿Me das tu palabra? —pidió mirándome seriamente a lo que volví a sonreír.

—Sí, ahora ven aquí —le indiqué con mi brazo, para que se sentara en un pequeño espacio de muro de concreto junto a mí, esa vez si me obedeció.

Me acerqué con sumo cuidado a él; que la camisa estuviese rota me facilitó mucho las cosas, quité con cuidado de lastimarle los trazos irregulares de tela y mis ojos se encontraron de lleno con una herida de unos seis centímetros de longitud que lucía también profunda. Tragué saliva notando mis manos machadas de su sangre y sin esperar más con delicadeza presioné la gasa cubierta de Betadine en la herida, sentí su cuerpo estremecerse y la piel de la zona afectada comprensiblemente caliente.

Someday Mine |ZM| En Edición.Where stories live. Discover now