Capítulo 38.

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Capítulo 38.

"No importa el tiempo que se deba esperar, si el amor es verdadero siempre estará esperando por ti"

Edward.

Hacia una buena época para estar en París, a no ser que odiaras el frío, en mi caso, prefería el aire húmedo empañando los espejos, que el vapor caliente que acompañaba a los días soleados. La casa de mi padre no quedaba lejos de esta calle, desde que venia aquí, siempre me había gustado pasear por estas veredas, era tranquillo, todas las personas que pasaban iban tan apresuradas que ni se tomaban la molestia de mirarte; a no ser que fueran turista, que iban por ahí sacándole una fotografía hasta al panadero que sacaba uno cruasanes recién horneados, listos para la venta.

Me gustaba estar aquí, esta ciudad poseía una belleza que no se comparaba con nada.

El frío se colaba entre mi chaqueta de cuero, hasta llagar a mi piel. Hacia una noche gélida en la plaza Denfert- Rochereau de París. Las luces brillaba e iluminaban las calles y los pequeños kioscos. Las luces.

Ella.

Llevaba días sin verla, y me sorprendí a mi mismo al extrañarla tanto. ¿Cómo es que unas simples cosas te podrían recordar tanto a alguien?

Las fresas frescas y su dulce olor. Las rosas azules...

Cualquier detalle, podía adquirir un significado mas profundo.

La noche había caído, el tráfico se lucia en las calles, los bares volteaban sus carteles y encendían sus letreros. El olor a café y cigarrillo inundaba el ambiente.

Metí mis manos en los bolsillos de mis jeans para cubrirlas del frío.

Respiré hondo y una vez mas me imaginé una vida aquí.

Mi movil zumbo en mis bolsillos traseros, devolviéndome a la tierra, la pantalla revelaba el nombre de papá. Él justamente se había tomado la molestia de comprarme un teléfono con línea francesa ¿por qué? Sencillo, últimamente la pasaba mas en las calles que en su casa. Ya tenía suficiente con ver a su nueva molesta esposa en las mañanas para también tener que verla el resto del día.

-Hola- conteste al cuarto repique.

-¿Edward, donde estas?- la voz de mi padre sonaba apresura, como la mayoría del tiempo.

-Estoy caminando por la plaza- conteste cansado.

-Te veo en la casa en quince minutos, Vanessa esta ahí, iremos a cenar- su tono cambió uno más interesado-. Queremos presentarte a la hija de mi socio.

-Papá ya te he dicho que...

El pitido de la llamada finalizada me calló.

Respire pesadamente. ________ tenía razón, mi padre está empeñado en controlar mi vida.

Caminé perezosamente por la vereda de regreso a casa, quería prologar lo mas posible la llegada a casa sin embargo para mi mala suerte, llegué en menos de diez minutos.

-Ya estoy aquí- grité desde la entrada.

-Oye muchachito sin gritos en la casa- Vanessa me recriminó tratando
de hablar un inglés fluido como debería, pero en su lugar sólo logro una asquerosa pronunciaron entre francés y otra cosa que debería ser inglés.

Su intento de acento adecuado era como una ofensa para todos los americanos.

Lucia un vestido negro de talla que de seguro le costó miles a mi padre. Vanessa era una mujer exquisita, a la que le gusta tener todo a la palma de su mano, y como no, a sus veintinueve años y con un hombre millonario era predecible.

Someday Mine |ZM| En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora