Capítulo 4: "Sentirse... ¿enfermo?."

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De imprevisto los párpados de Sadako comenzaron a tiritar levemente, casi como un tic nervioso. Entremedio de las cortinas ardían destellos de sol rebotando en su cara. Las cigarras chirriaban tan fuerte que daba la idea que era toda una conspiración para despertarla. Miró hacia su mesa de noche para ver la hora en su reloj: las 09:30 am.

— ¿Y Juuzou? — Se quedó pegada mirando al vacío un par de minutos para luego rascar su nuca. Luego se levantó y se cambió de ropa. Fue al living para buscar al albino pero no había nadie. Como de costumbre solitario y silencioso a excepción de las cigarras. Miró el suelo y por un impulso salió corriendo para abrir la puerta, la cerró de un portazo y corrió algo distraída hasta chocar con alguien. Calló de trasero al suelo y logró apoyar sus palmas al piso para hacer equilibrio. — Auch... — Dijo con los ojos cerrados sobando su cadera, abrió un ojo e intentó disculparse. —Lo-lo siento mucho yo solo... ¿¡Juuzou!?. — La joven quedó tirada en el suelo.

— Oye, ten cuidado o vas a chocar con alguien. — Sonrió para luego sacarle la lengua a la pelinegra y se acercó ofreciéndole su mano. La joven la tomó y se levantó despacio.

— G-gracias, pero, ¿qué haces aquí? — Parecía bastante confundida, el albino se reía para si mismo pensando que fue a causa de la caída.

— Te traje esto. — Estiró su brazo con una bolsa pequeña colgando de sus dedos índice y medio. — Ten... — Dijo ladeando la cabeza con una tierna sonrisa. La pelinegra no atinó a hacer nada más que tomar la bolsa. Todo parecía avanzar en cámara lenta.

— ¿Pasteles? — La joven alzó ambas cejas bastante impresionada. Sintió la temperatura de sus mejillas elevarse al máximo. — Gra-gracias, pero... — El joven la agarró del brazo interrumpiéndola.

— ¡Vamos, vamos! a desayunar. — Exclamó el joven con una actitud hiperactiva y ruidosa. La velocidad de los pasos de Juuzou era bastante más rápida que los de Sadako, puesto que ella no sabía como reaccionar. Estaba hasta algo embobada... dando el resultado de que la mano del joven se deslizara por el brazo de la chica y terminase agarrando su mano. Se dieron cuenta al mismo tiempo. El albino giró hacia ella y la miró sonriendo. — Mejor así. Apúrate, Sadako-chan. — Una risita infantil y juguetona escapó de sus labios y siguió jalándola hasta que llegaron a la puerta.

— ¡Espera!... ¿qué pasó anoche? Te fuiste y ni siquiera te despediste. — El tono de voz de ella daba a notar irritación.

— ¿Huh?... estabas durmiendo. No quería molestarte así que me quedé dormido apoyado en la puerta. — Esbozó un leve puchero entrelazando los dedos de ambas manos tras su cabeza y adoptando una pose relajada.

— ¿Apoyado en la puerta... aquí afuera? — Alzó una ceja. — ¿Y por qué no dormiste en el living o algo así? — La joven se encogió de hombros.

— Yo... no lo se, ¿costumbre? — Juuzou sonrió ampliamente. Su rostro parecía brillar.

La pelinegra suspiró y abrió la puerta, dejó las llaves en una mesita de la entrada y se dirigió a la cocina a hervir agua para hacer café.

— Siéntate donde quieras, te diría que te sintieras como en casa, pero ni siquiera te conozco. Podrías ser algún asesino en serie o algo así, y yo podría haber despertado dentro de una tina con hielo y sin mis riñones. — Dijo la pelinegra intentando ser "graciosa".

— Pero aún así estás viva, en casa, sana y salva, con todos tus intestinos y cosas dentro ¿no? — dijo el joven riendo mientras se sentaba en la mesa con los brazos cruzados y apoyando su mentón sobre ellos. Comenzó a jugar con sus pies por debajo.

— Si, creo que al menos no eres un traficante de órganos del mercado negro. — Dijo la pelinegra mientras sacaba de la despensa leche y chocolate en polvo. El agua hirvió y la joven se preparó un café cargado y sin azúcar y una leche con chocolate para Juuzou. Estaba concentrada haciendo todo mientras el joven miraba todos sus movimientos detalladamente.

— Sadako-chan ... — dijo el albino pestañeando.

— ¿Quep? — Dijo la joven mientras ponía todo en una bandeja y se dirigía a la mesa. Colocó un plato para cada uno y las respectivas bebidas calientes. — Supuse que ibas a preferir chocolate y me arriesgué. — Dijo con una leve sonrisa dibujada en sus labios.

— Whooa, es tan linda. — Pensó el joven con la boca abierta. — Pe-pero qué... — seguía con su monólogo y bajó la mirada para tomar de su chocolate. — ¡RICO! — Exclamó el albino con una cara ambigua entre sorpresa y felicidad luego de saborear su leche.

— ¿Y bueno?, me ibas a decir algo, ¿no? — Dijo la joven sentándose y tomando un sorbo de café mientras esperaba la respuesta de Juuzou.

— ¿Huh?... no es nada... — Dijo el peliblanco mientras tomaba un pastelito. Al igual que la noche anterior comía con muchas ganas.

Sadako también comenzó a comer mientras miraba fijamente al chico. Jamás había visto a alguien comer disfrutando tanto, le parecía interesante y no le quitaba la vista de encima. O al menos eso fue hasta que Juuzou subió la mirada para tomar de su chocolate y sus miradas chocaron. La pelinegra se atoró y escupió su café.

— Lo siento, yo... estaba, ¡mierda! — Se levantó de la mesa mientras fruncía el ceño algo sonrojada y se dirigió rápidamente a su habitación a cambiarse la remera. Se miró al espejo y se lavó la cara en el baño que estaba al lado. Antes de salir apoyó su frente en la puerta y la golpeo tres veces contra ella. — Eres una idiota. — Abrió la puerta rápidamente y dio un salto al ver que Juuzou estaba fuera esperándola.

— Sa-Sadako-chan, ¿estás bien? — Dijo el peliblanco ladeando la cabeza mientras metía ambas manos en sus bolsillos. La joven respiraba profundo intentando guardar compostura.

— Ven, siéntate... — Arrastró al joven de las mangas de su camisa y se sentaron a los pies de la cama. El chico estaba confundido, no sabía que esperarse y la joven parecía estar hablando en un tono serio. — Mi-mira... es obvio que hay momentos de tensión entre ambos y me quiero disculpar por eso. Quizás ayer no fui lo suficientemente agradable que digamos... pero intentaste asaltarme, ¿entiendes? Y fue un pésimo día y ayer en la noche yo... ni siquiera debería estar aquí hablando contigo y ahora estamos desayunando... juntos. Perdón por todo eso, necesitaba sacármelo de encima. — La joven se encogió de hombros. — Además, me siento algo enferma cuando estoy al lado tuyo. Bueno quizás es por lo que te acabo de decir.

El albino abrió ambos ojos, su expresión era algo graciosa. La joven hizo un puchero y él explotó de la risa.

— Si, es muy extraño, ¿cierto? Yo también me siento raro contigo. — La sonrisa del chico parecía cada vez más linda de lo que ya era. La joven se sonrojó y se levantó.

— Vamos a terminar de desayunar ¿ok?. — Dijo con un tono desganado y sintió como la delicada mano del joven la jaló de la espalda haciéndola retroceder.

— No suelo enfermarme nunca... pero no es tan malo, ¿sabes? — Le regaló una sonrisa a Sadako mientras que ella sintió un nudo en el pecho, se dio media vuelta para ir a la cocina.

Juuzou se sentó para terminar su chocolate y comer otro pastelito mientras que Sadako se preparaba otro café. Había quedado agua hervida así que no demoró mucho.

— Sadako, ¿vas a comerte el que queda? — Preguntó el chico con la boca llena mientras ya estaba tomando el último pastel. Sabía que diría que no...

— Neh... adelante — Respondió la joven con tono despreocupado mientras se sentaba en la mesa. Juuzou había dejado un desastre con las migajas y tenía la cara llena de chispitas con glaseado.

— ¿Sabes que tu desastre voy a tener que limpiarlo yo, verdad? Podrías ser más considerado. — La pelinegra se levantó inclinándose un poco hacia el albino retirando una de las chispitas cerca de la comisura de sus labios, justo entre las costuras y procedió a comerla. Al ver al chico con las mejillas rojas abre ambos ojos a la par y se sonroja también. — ¿Pero qué mierda estoy haciendo? — pensó para si misma y luego se sentó para darle un sorbo al café. — Debo decir algo... pero ¿qué le digo? Probablemente malinterpretó todo... soy tan idiota. Trágame tierra. — Se reprochaba a si misma en su cabeza.

— Sadako-chan... ¿tienes planes hoy? Tengo libre y no tengo nada que hacer. — Dijo el albino mientras desviaba la mirada algo apenado mientras jugaba a meter y sacar su pié dentro de su pantufla.

— ¿Huh?... — La chica algo nerviosa negó con la cabeza.

— ¡Genial! — La actitud del joven cambió y sonrió otra vez. 

~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora