Capítulo 1: "Encuentro I."

6.7K 458 174
                                    

"Siempre hay algo de locura en el amor, pero también hay siempre una cierta razón en la locura."

- Friedrich Nietzsche.



Distrito 20. Tokio, Japón. 23:15 PM.

La cálida y silenciosa noche de Nerima sumergía a una chica de baja estatura, portadora de largos cabellos azabaches y una pálida piel nevada en conjunto a unas prominentes ojeras directamente dentro de un callejón. Sus manos guardadas dentro de los bolsillos de su chaqueta de cuero negra iban jugueteando entrelazándose entre sí escondiendo un claro cuadro de ansiedad. Con la vista impregnada en el suelo, lo único que divisaba eran sus pantalones camuflados y sus botas negras dando largos y sigilosos pasos tan ligeros como una pluma... como si estuviese dando una carrerilla versus su propia sombra. Aquellos eran tan fluidos y livianos que eran comparables con los de un gato pasando desapercibido, siendo inaudible y casi inexistente. Como era de costumbre en ella, se encontraba inmersa dentro de su propia cabeza, como si la susodicha fuera una habitación con cuatro paredes y sus ideas fueran un balón dando bote consecutivamente sin descanso. En ese estado casi meditativo jamás solía darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor y muy en el fondo tampoco demostraba interés. No obstante, su cabeza jamás se encontraba vacía.

— Mierda, sólo quiero que este día acabe de una vez por todas. — murmuró en voz baja a un volumen perceptible sólo para ella misma a medida que resoplaba por sobre su nariz haciendo un leve puchero y logrando que su flequillo se elevara destapando su ojo.


Sus pies dolían a causa del sobreesfuerzo y su mente e incluso sus ojos se encontraban agotados. Este día había sido uno largo, carente de sueño y de alimento. A duras penas se había dado cuenta de que lo único que había consumido había sido una taza de café y una goma de mascar a media mañana. Estaba haciendo de su vida un desastre y no importaba cuánto tratase de cambiar todo aquello. Las malas rachas venían una tras otra y como resultado no podía hacer mucho al respecto.

Por otra parte, desde la lejanía se escuchó una voz bastante infantil y asexuada la cual no podía identificar si era correspondiente a un hombre o una mujer; O, mejor dicho, a un niño o una niña. A ratos, aquella dulce voz que tarareaba con leves desafinaciones era interrumpida por una inocente risita, cuya impresión llamó la atención de la chica de inmediato. A pesar de ello, no subió la mirada puesto que no era de su incumbencia, pero realmente la curiosidad le había picado. ¿Qué haría a esas horas de la noche un niño en soledad? ¿Acaso no era lo suficientemente peligroso? Pero su desinterés fue interrumpido cuando aquella entidad cantora chocó fuertemente golpeando su hombro haciendo que perdiera la estabilidad de su cuerpo obligándola a apoyarse a duras penas de los talones, luchando por mantener el equilibrio y no caer al concreto.

— Hey, mocoso... ¿es mucho pedir que uses los ojos o qué demonios? ¿Los tienes de adorno? — reclamó la pelinegra frunciendo el ceño y mirando al individuo de pies a cabeza con una clara expresión de disgusto.

Aquella persona sonrió cálidamente inclinando su cuerpo hacia adelante e hizo una pequeña reverencia entrelazando los dedos de ambas manos. Aquellos se veían bastante delicados y pálidos, y sus manos eran pequeñas al mismo tiempo que sus muñecas se apreciaban estrechas. ¿Acaso se había equivocado y se trataba de una chica?

— Buenas noches. Lamento mucho haber chocado con usted, señorita. — se excusó entonando una extraña vocalización. La iluminación de aquel escenario era bastante baja y lo único que se podía apreciar era una inusual cabellera blanca a la luz de la luna, desaliñada, pero a la vista bastante suave con ondas no muy acentuadas. — Me he perdido un poquito y tratando de ubicarme andaba algo distraído, jeje. Mil disculpas.

— Tsk, como sea. — bufó la joven rascándose la nariz con el contorno de la mano para luego darle la espalda al extraño individuo con intenciones de seguir su camino. Prefería pasar de ello y es que ya tenía suficientes problemas como para buscarse uno gratis.

— Bueno... yo ya me marcho. Yo me iba por aquí. — canturreó nuevamente dando una caminata mimetizada con saltitos para pasar de largo y continuar con su travesía. Ahora daba la impresión de ir con prisa.

La pelinegra alcanzó a dar unos pasos a la distancia hasta que, acompañada de un pesado suspiro, pudo notar sus bolsillos más livianos de lo que los llevaba hace unos instantes atrás... Curiosamente instantes antes de haber chocado con aquel crío. Palpó su chaqueta por fuera, luego introdujo su mano izquierda dentro del bolsillo y se dio cuenta que lo que le faltaba era nada más y nada menos que su billetera. Dio una vuelta y sin titubear se lanzó a correr detrás de aquel ladronzuelo, logró alcanzarlo agarrando su hombro toscamente y lo giró hacia ella con una fuerza notable para una mujer de su tamaño.

— ¡¿Cuál es tu jodido problema?! — exclamó con una expresión de furia, agarrándolo de la solapa de su camisa y agitándolo sin delicadeza. Lo empujó contra la pared logrando que se golpease dando un suave rebote mientras que el chico parecía ni siquiera inmutarse. ¿Acaso no le había dolido?

— No sé de qué estás hablando... — contestó el bandido con una voz casi robótica. Su expresión no era visible debido a la poca cortesía de la luz, pero claramente no le estaba tomando importancia.

Ella, alzando la mano estirando y recogiendo sus dedos consecutivamente le dio a entender que le devolviera lo que le pertenecía. Y es que, al tenerlo arrinconado de esa manera la única forma de negarse sería derribándola y no se la iba a dejar tan fácil.

— Quiero mi billetera A-HO-RA. — refunfuñó. Se estaba cabreando. Si la respuesta era negativa, no iba a responder por sus acciones.

Aquella persona, bastante sorprendida esbozó un leve puchero en sus labios y se encogió de hombros resignándose por completo. Al parecer, aquella noche no podría comer nada decente otra vez y tendría que molestar por dinero a su mentor nuevamente. Aún no habían realizado su ajuste de sueldo.

— Está bien, está bien. Lo siento mucho, ten. — accedió extendiendo su brazo para alcanzarle la billetera a la perturbada joven, la cuál de un sólo tirón se la arrebató y volvió a guardarla donde correspondía. No le dirigió la palabra, pero sí se la quedó mirando de reojo. Pudo notar que ella por poco se había hipnotizado al mirarle su brazo y sus costuras, cosa que le hizo sonreír sin razón aparente. — No te mentí del todo, es verdad que me perdí y pues... es algo tarde y quería cenar.

— ¿Y vez que tienes hambre le andas robando a cualquiera que se te cruce? — interrogó ella con un tono sarcástico. Lo miró a la cara detenidamente aprovechando que un foco de luz dio un leve parpadeo decidiendo prenderse como por obra de magia. Gracias a eso el recinto constó con un poco más de iluminación aparte de la de la luna y pues, se llevó una agradable sorpresa, aunque en el fondo se esmeró por negárselo a sí misma.

Era un joven de tez blanca, ojeroso al igual que ella, de rasgos muy finos y ojos de un tono rojizo sin olvidar la peculiaridad más grande... costuras en su ojo y labio del lado derecho, al igual que su brazo y cuello. Su apariencia era muy ambigua, y no sólo juzgando su sexualidad, sino más bien, que su apariencia infantil le brindaba una imagen de ternura fusionada con un aire espeluznante. Ahora quien se encogió de hombros fue la chica en el mismo intervalo de tiempo que tragaba saliva con dificultad.

— «¿Uh?... es demasiado lindo como para ser un chico.» — pensó para sí misma guardando silencio y esperando una respuesta por parte del adverso.

— Jeje. No, no siempre. — sonrió de una forma amplia, casi inocente. Ahora, quien miraba de reojo a la joven era él, apreciando que tenía muchos piercings en su rostro sin rayar a lo exagerado o tan sólo era que aquellas joyas se encontraban bien dispersas. — ¡Oh, pero que lindas perforaciones! ¿Te gustan las agujas también? — interrogó acercándose un poco más algo emocionado, haciendo que ella retrocediera un paso viéndose desprevenida.

— Umh... sí. — dijo en voz baja, cruzándose de brazos y mirando hacia un costado apartando los ojos del albino.

— ¡Pues, eso es genial! Me llamo Suzuya Juuzou, ¿y tú? — exclamó pactando una simple presentación.

Con ambos ojos cerrados, la chica enarcó una ceja titubeando un poco. Jamás había apetecido de entablar conversación con un extraño, mucho menos decir su nombre. Pero, quizás esta vez podría hacer una excepción. El contrario no parecía ser maleducado del todo y aprovechó la oportunidad de devolverle lo robado acompañándose de una disculpa. Un poco de cortesía no le vendría mal.

— Matsuki Sadako. — contestó en un tono seco suspirando y subiendo la vista hacia el lindo chico que extendía su mano pretendiendo tomar la suya en señal de saludo. La quedó mirando unos segundos, pero finalmente también la extendió correspondiendo a su saludo.

— Mucho gusto, Sadako-chan. Encantado en conocerte. — sonrió él, sacudiendo ambas manos enérgicamente.

Sadako se sentía algo desconcertada. Odiaba interactuar con la gente en general y aún más con desconocidos, añadiendo el "plus" de que esa persona había intentado asaltarle. Aun así, se sintió algo apenada, puesto que el joven había actuado bajo el impulso del hambre. Ella había pasado por eso en algún pasado no muy lejano, sabía cómo debía sentirse. Por otro lado, él se había comportado de una forma bastante amena en comparación a la de ella, que predisponía inclusive a golpearlo. Estaba consciente que quizás se le había pasado un poco la mano.

Con ese pensamiento como base, se encogió de hombros, desvió la mirada y retiró su mano dándole fin a tan "alegre" presentación. A decir verdad, ella también estaba hambrienta y algo exhausta, por lo que negándose a sus instintos primarios y calificándose a ella misma como una "loca" llegó a una conclusión dándose la vuelta y comenzando a caminar hacia el lado contrario.

— ¿Y qué es lo que haces ahí parado como un idiota? ¿Acaso no tenías hambre?... Vamos a comer algo. Al seguirte he malgastado mis últimas energías. Odio correr. — dijo Sadako sin darse vuelta a mirarlo y escondiendo nuevamente las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta. Con su propuesta pudo robarle otra sonrisa al muchacho.

— ¡Cuenta conmigo, Sadako-chan! — exclamó el albino dando un brinquito dispuesto a ser guiado por la pelinegra.

La especialidad de Suzuya en definitiva no era hacer amigos ni simpatizarle a la gente a primeras, por lo que esto era un logro. Tampoco estaba seguro de simpatizarle del todo, pero que compartiesen una comida juntos era un avance. Quizás por fin podría hacer una amiga en el Distrito 20. Y así, dando pequeños saltitos cortos y fluidos tal cuales como los de un niño, siguió a la chica acompañando a ambas sombras hasta que se disiparan en la claridad del final de aquel callejón. A los pocos minutos después el camino de ambos fue iluminado bajo las destellantes luces de Tokio.


▬▬▬▬▬▬▬~•✘✘✘•~▬▬▬▬▬▬▬

Por favor, pasa a leerte mis otros trabajos. Muchísimas gracias.

━✦🍩 ~✘El Consentido de Mamá.✘~ (Juuzou Suzuya OneShot):

https://www.wattpad.com/story/108040856-%7E%E2%9C%98el-consentido-de-mam%C3%A1-%E2%9C%98%7E-juuzou-suzuya-oneshot


━✦🍩 ~✘De Sangre y Entrañas.✘~ (Juuzou Suzuya OneShot):

https://www.wattpad.com/story/116873365-%7E%E2%9C%98de-sangre-y-entra%C3%B1as-%E2%9C%98%7E-juuzou-suzuya-oneshot


━✦🍩
~✘Cerveza Salada.✘~ (Juuzou Suzuya/Yukinori Shinohara OneShot):

https://www.wattpad.com/story/157178324-%7E%E2%9C%98cerveza-salada-%E2%9C%98%7E-juuzou-suzuya-yukinori


MissSuzuyaXIII.~

▬▬▬▬▬▬▬~•✘✘✘•~▬▬▬▬▬▬▬

~✘Stitched Heart✘~ (Juuzou Suzuya/Tokyo Ghoul's FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora