Tomorrow [JiKook] [BTS]

Capítulo 52

[HoSeok]

Llamé varias veces a la puerta sin recibir respuesta. Por un momento creí que había salido, pero cuando estuvimos a punto de marcharnos la puerta se abrió. Bobby que llevaba puestos unos auriculares se quitó uno de ellos y nos saludó.

— Perdón, no me enteraba con la música.

— ¿Está Tae?

— Sí, pasa.

— Ella es Liu. — Le dije mientras pasaba dentro y ellos dos se saludaban. Miré por la habitación pero ni rastro de él, debía de estar en el baño.

TaeHyung salió del baño a los pocos minutos, con ropa cómoda y el pelo mojado y alborotado.

— Hola. — Lo saludé y él hizo lo mismo. Luego sus ojos se quedaron fijos en Liu y cuando ésta se dio cuenta lo saludó y él volvió a hacer lo mismo.

— Bobby. — Lo llamé. — ¿Podrías dejarnos un momentito a solas?

— Claro. — Cogió una sudadera que se encontraba sobre su cama y salió del cuarto.

— Creo que tenemos que hablar. — Dije una vez los tres nos quedamos a solas.

— Te escucho. — Deslizó una silla hasta donde estaba Liu y le indicó que se sentara. "Tan atento".

— Bueno..., ¿cómo empezar? — Comencé a caminar despacio por la habitación, ordenando mis ideas y palabras. — Supongo que debería comenzar pidiéndote perdón. Fui un idiota por mentirte de esa manera, debí decírtelo desde un principio y no tenerte en la duda. Juro que jamás he dudado de mis sentimientos, aquel día tenía un enorme lío en la cabeza y no por dudas sino porque sabía que hiciera lo que hiciera uno de los dos saldría herido. Ambos sois personas muy importantes para mí. Ella mi mejor amiga y tú... la persona que amo. — Miré a Liu quien me sonrió y asintió para que continuara. — Lo siento mucho, Tae. Sabes cuanto te amo, para mí no hay nadie más importante que tú, eres como mi...

— ¡Ya! — Gritó el castaño. Estaba llorando desconsoladamente, secando sus lágrimas con las mangas de la camiseta que tan grande le quedaba. Se veía increíblemente tierno. — ¡Para ya...! Se me caen los mocos por tu culpa...

Fui hasta el baño rápidamente y cogí un trozo de papel. Se lo extendí y él lo recibió gustoso, sonando su nariz. Incliné mi cabeza hacia un lado lo suficientemente cerca para no perder un detalle de sus adorables mejillas empapadas, y tan pronto se dio cuenta comenzó a secarlas con el pañuelo que le había pasado.

— ¿Me perdonas? — Le susurré y él dejando a un lado su pañuelo me miró.

— Lo haré si me perdonas tú también...

— ¿Eh?

— Me enfadé tanto que pensé cosas feas de ti.

— ...

— Te llamé idiota, tonto, insensible. Incluso... cara de caballo. — Solté una carcajada. — ¿Te parece gracioso?

— Un poco. — Cogí sus manos y tiré de él. — Anda ven. — Lo apegué lo suficiente a mi cuerpo y no esperé ni un solo segundo más para abrazarlo.

— Te perdono. — Le oí decir y me rodeó con sus brazos, convirtiendo el abrazo en uno más fuerte y cálido. — Hobi..., te amo.

— Yo también, mi pequeño gigante.

Me separé algunos centímetros para agarrar sus mejillas en mis manos y besar esos labios que cada día deseaba y se hacían más adictivos para mí. Podría quedarme así hasta que mis labios dejaran de ser labios por lo desgastados que estos estarían, abrazarlo hasta que mis brazos cayeran cansados y acariciarlo hasta dejar de sentir el tacto, pero no estábamos solos y cierta persona requería de nuestra atención.