50. El regalo perfecto.

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– ¡Oh, por dios! ¡Mira eso! Vamos para allá, estoy segura de que habrá algo bueno para ti.

– Ya tengo mucha ropa, Becca. Tengo una empresa llena de ella. –no tengo muchos ánimos de seguir llenando ni vestidor. Pronto me cambiaré al apartamento y tendré que sacar toda la ropa que mis amigas me han hecho comprar.

– No es lo mismo, Abbilú. Además, te hará bien un poco de una Preciosa ropa interior nueva. –ruedo mis ojos sin responder. Sé que si sigo con esto, no ganaré contra ella.

Hoy por la mañana, Becca y yo fuimos a sacar mi justificante a la universidad luego de desayunar un poco de yogurt con cereales. Luego fuimos a almorzar y le propuse ir conmigo a Italia y, como tal vez debí de haber previsto, saltó de la mesa gritando como niña pequeña, llamando la atención de todos en el lugar. Así que eso lo tomé como un sí.

Y ahora estamos recorriendo el segundo centro comercial de hoy. Becca insistió en llevar ropa nueva a Florencia, así que estamos comprando cada cosa que nos gusta. O más bien, ella lo escoge todo y yo lo pago.

Becca me toma del brazo y me lleva a la tienda de lencería que está del otro lado del pasillo. Hay conjuntos muy bonitos y muy... sensuales. Becca me da un par de conjuntos iguales, solo que uno es negro y el otro es de color rojo.

– Venga, pruébatelos. Estoy segura de que te verás más sensual que un helado con chocolate.

– ¿Quién rayos puede ver sensual a un helado? Estás loca.

– Calla. Solo pruébatelo.

Ruedo mis ojos y me doy media vuelta para dirigirme a los probadores. No sé ni por qué hago caso. Ni siquiera necesito tanta ropa interior, compré bastante hace un par de semanas.

Entro en uno de los probadores y corro la pesada cortina, quedando encerrada, rodeada de tres espejos que van del suelo hasta casi el techo.

Me saco la blusa, el sujetador, y me pruebo el sujetador color negro con un fino encaje que Becca escogió para mí.

Me veo a través de los largos espejos de cuerpo completo que me rodean. No siento que sea para mí. Ropa de este tipo es para las chicas que tienen novio, o al menos las que cogen a menudo. No tiene mucho caso ponerte algo bonito si nadie te va a ver.

Aunque el conjunto está bastante lindo. Me gusta el fino encaje que tiene, y parece ser buena seda....

No, ya no más ropa. Si sigo así, tendré que comprar tres maletas más.

– ¿Abby? ¿Ya te lo mediste? –escucho la voz de Becca, fuera del probador.

– En eso estoy, Becca.

– ¡Yo quiero ver!

– ¡No!

Y corre la cortina, metiéndose conmigo dentro del pequeño espacio.

– ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Te dije que...!

– Se te ve muy bien, primita. Creí que se te vería mejor el rojo, pero te cae más el negro.

– ¿Qué? Becca, ya no compraré mas ropa. Es demasiada.

– Es mejor que sobre a que falte. Además, nunca es demasiada ropa para una chica. Eso deberías de saberlo tú. –responde sin ponerme mucha atención, viendo como me queda el sujetador.

– Becca...

– Ya deja de ser tan cerrada y pesimista. Arruinas mi buen humor. Deberías de pensarlo del lado bueno. ¿Qué tal si salimos de antro, se te acerca un tío bastante bueno que te llegue a gustar y que empiecen a meterse mano? Créeme que te gustaría traer puesto un conjunto así.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Où les histoires vivent. Découvrez maintenant