10. Universidad, maletas y llamadas.

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Cuando las puertas del ascensor se abren de nuevo, salgo atravesando el vestíbulo y me despido rápidamente de Rachel. Salgo del edificio y justo frente a la puerta está esperando mi taxi. Genial, no tengo que esperar. Me acerco al taxi y el chofer baja, me abre la puerta, subo y luego de rodear el auto él sube también.

– ¿A dónde la llevo, señorita? –pregunta mirándome por el retrovisor.

– A la universidad de ciencias, arte y cultura, por favor. –logro ver cierta sorpresa en su expresión. Debe de ser muy buena universidad. Enciende el auto y comienza a conducir.

Cuando atravesamos las calles me fijo muy bien por donde andamos, no vaya a serla de malas y un día me pierda en la ciudad. También me fijo donde hay buenas boutiques para cuando salga de compras. Busco en mi bolso el papeleo que tengo que presentar.

Según mamá, todo está bien y en perfecto orden, mi inscripción es un hecho, pero no vendría mal dar una vuelta antes. Saco la carpeta y la abro. Dentro están todos mis documentos legales y varias de mis calificaciones desde el instituto hasta mi último año en las facultades. Bien, supongo que todo está en orden.

Luego de unos minutos el taxi se detiene y miro por la ventana. Es un lugar con paredes tan altas que no se alcanza a ver hacia a dentro. Solo hay un portón de metal, que imagino que es la entrada, porque no hay otro lugar por donde entrar.

Demonios, ¿Dónde estoy? ¿Qué es esto? ¿Un reformatorio? Seguro el taxista no me escuchó bien el lugar que le dije.

– Disculpe, le dije que en la universidad de ciencias, arte y cultura.

– Es aquí, señorita. –me mira por el retrovisor con el ceño fruncido.

– Pero esto parece una cárcel.

– Es parecido a un colegio. Es una extensión de la universidad Cambridge, solo que es aún más exclusiva y privada. Aquí estudian la mayoría de las facultades. Es como todas las universidades en una, pero con cupo muy limitado. – ¿qué? ¿O sea que prácticamente estoy en un colegio? No, no, no. Todo debe de ser un error. – ¿Se encuentra bien, señorita? –no, no estoy bien. Estoy en shock.

– Sí, sí. No se preocupe. ¿Me podría esperar aquí afuera? Aún tengo que regresar a la casa de un... –idiota, bipolar, arrogante –conocido a recoger unas cosas e ir a un hotel.

– Por supuesto señorita, aquí la espero.

– Muchas gracias. Ya regreso.

Bajo del taxi con mis piernas como de gelatina, deseando que todo esto sea una equivocación. Debe de ser un error, mamá no me metería a un colegio.

Me acerco a la puerta metálica y toco el timbre que esta junto a ella. Una voz de una mujer me responde por el interfono.

– ¿Sí, diga?

– Hola, buenos días. Disculpe, vengo a dejar unos documentos.

– Las clases no comienzan hasta la semana que viene, querida. Puedes venir hasta entonces.

– No, no me está entendiendo. Traigo mis documentos para la inscripción.

– ¿Eres la chica que viene de Estados Unidos? –pregunta un poco confusa luego de un momento.

– Sí, soy yo.

– Bien. En un momento estoy contigo.

No puede ser, no es un error. Si es aquí, aquí es donde terminaré mis facultades. ¿Por qué? ¿Por qué un colegio? No puede estar pasándome esto.

De pronto la puerta metálica se abre y aparece una señora de, creo, cincuenta y tantos años vestida con un traje color vino de falda recta y saco. ¡Puaj! Que anticuada.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang