28. Descansa, princesa.

1.2K 112 14
                                    


– Joven, Niall, buenas noches. –saluda Patrick, un tanto desconcertado. Deberías de ir acostumbrándote a cosas así, Patrick, el chico es un loco.

– Buenas noches, Patrick. –responde serio, mientras se quita su chaqueta empapada. – ¿Podrías preparar un poco de café, por favor?

– Claro que sí. En un momento está listo. –Patrick se retira a toda prisa y Niall y yo nos quedamos solos.

– ¿Estás bien? –le pregunto sin pensar. Le sorprende mi pregunta y, sinceramente, a mí también.

– Sí, gracias por preguntar. –me responde un tanto sorprendido por mi actitud. Sí, sí. Tengo un lado amable, no te sorprendas, Horan. – ¿Y tú estás bien? –me pregunta acercándose a mí cuando nota que apenas puedo mantenerme en pie.

– Dentro de lo que cabe, sí, solo estoy mojada y aun un poco ebria. –él sonríe con ternura. ¿Qué está pasando? Es tan extraño tener una conversación con él en lugar de discutir.

– Vamos a que te vistas con ropa seca. No me extrañaría que en estos días cojas un resfriado. El clima está frio, está lloviendo y tú con tan poca ropa.

– No me regañes, Horan. Pareciera que mi cabeza no va a dejar de dar vueltas y explotará. –digo arrastrando un poco las palabras. ¿Qué? ¿Otra vez estoy ebria? ¿Pero cómo?

– Oh, no. Te estás mareando. Ven, te llevaré arriba. –se acerca más a mí y de pronto ya estoy en sus brazos.

Me acomodo en su pecho y acuno mi cabeza en su cuello, y cierro los ojos para evitar marearme más. Hule maravilloso, como siempre. Apenas siento cuando subimos las escaleras. Entramos en la habitación y me recuesta sobre la cama. Siento que estoy sobre una nube.

– Listo, espera aquí. Te traeré ropa, no te muevas. –me dice con dulzura. Yo solo asiento.

Ni siquiera creo que pueda entablar una conversación coherente. Por todos los santísimos cielos, quiero dormir. Siento que el colchón se hunde a mi lado en la cama y acomoda un poco de mi cabello.

– Te traje esta ropa, espero te quede bien. –abro un poco mis ojos y veo una luz tenue, parece que es la lámpara de noche.

– No creo que pueda moverme. –le digo con pesadez.

– Tienes que sacarte la ropa mojada, o si no te enfermarás.

– De acuerdo, niño bonito. –le digo de mala gana, mientras me siento en la orilla de la cama. Tomo la ropa y lo veo. – ¿Podrías voltearte? –no pienso desvestirme con su mirada sobre mí. No estoy tan ebria como para hacerlo.

– ¿Ahora no quieres que te vea después de que casi te desnudas frente a todos en la fiesta? –me dice y noto cierta rigidez en su voz. Ya se enojó. Que fácil de molestar es este chico.

– Horan, por favor. No quiero discutir. –no tengo fuerzas para insultarlo. Escucho que suspira con pesadez.

– De acuerdo. Me voltearé. –se pone de espaldas a mí y yo comienzo a desvestirme.

– Buen chico.

Me saco la blusa y la parte de arriba del bikini y me pongo la camiseta que me ha traído. ¿Es suya? ¿Y porque no me dio mi ropa? Como sea, lo único que quiero es dormir. Me quito los shorts y dejo de lado los pants deportivos que me dio. Están gigantescos para mí. Creo que es más que suficiente con la enorme camiseta.

– Bien, ya estoy. –digo dejándome caer en la cama con los ojos cerrados.

– Eres una floja. Levántate para levantar las sábanas.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Where stories live. Discover now