"Give in to me"

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Llegamos al hotel felices riéndonos por cualquier cosa, como niños guardando el secreto de una travesura perfecta. Conteniendo los deseos de besarnos y de llegar a nuestro rincón en donde estaríamos solos él y yo.

Estábamos casados. No importa si el rito era oficial o si había más personas, no importaba ninguna convención. Yo era su mujer, y él mi marido. Tan verdaderamente que podíamos sentirnos más cerca de lo que habíamos estado, unidos con la naturaleza, las estrellas y las luciérnagas como testigos.

Entramos a la habitación y yo entré un poco antes para no levantar sospechas: En el momento menos pensado podrían estar espiándonos.

Me besó apasionadamente. El champagne explotó y aproveche de mojarlo un poco solo para jugar. Comenzamos un juego en el que Michael arrancaba de mí, pero como solía suceder él venció.

Me tomó en brazos y me sentó en el mesón de la cocina, yo me resistía mientras él amenazaba con rociarme de champagne. Justo cuando iba a escaparme me sostuvo y continuó besándome.

Dejó la botella a un lado y sus manos ahora libres comenzaron a acariciar mi espalda suavemente, erizando mi piel. Mi corazón empezaba a acelerarse y mientras mi cuerpo quería más y más de sus caricias, mi mente estaba algo insegura. Si bien muchas veces nos dejamos llevar por la pasión, siempre mantuvimos el límite, y no había sentido antes en él esa forma de tocarme... tan decidido, tan entregado. Tanto que me confundía, no sabía cómo reaccionar, no sabía cómo él esperaba que actuara y temía equivocarme.

— Esta noche no hay excusas. Hoy serás mía. —Susurró aclarando todas mis dudas— No digas nada... te amo.

El olor a champagne estaba impregnado en el ambiente, el calor de nuestros cuerpos comenzaba a incomodarnos y mientras mi cuerpo caía dócilmente en sus manos continuó besándome. Suavemente desabrochaba mi vestido dejando mi torso descubierto a merced de sus delicadas manos.

Cada paso que sus manos daban sobre mi piel me hacía estremecer y besaba mi cuello de la forma más sensual que pudiera existir, su lengua paseaba cuidadosamente por mi cuerpo volviéndome loca de deseo. Me tomó con fuerza juntando nuestros cuerpos abrupta e inseparablemente. Mis piernas rodeaban su cintura y me abrazaba a él mientras mis manos disfrutaban devotamente de su espalda bien contorneada. Besar su cuello era como obtener una preciada mercancía, un tesoro del cual no quería despegarme.

"te amo Michael" susurré en su oído con la voz entrecortada, muerta de pasión. Mi cuerpo ardía en llamas cuando él me tomó en sus brazos y me llevó hasta la sala. Sobre el sillón continuamos liberando todo ese deseo contenido que había esperado el momento perfecto para aflorar.

Comencé a moverme lentamente sobre él, podía ver en sus ojos cómo se quemaba poco a poco y yo con él. Era una delicia... Desabroché su camisa, ansiosa por llenar de besos su divino pecho. Era un privilegio poder recorrer cada espacio de su piel, sin miramientos. Sin darnos cuenta nos despojamos de nuestras ropas conforme los movimientos se hacían más rápidos cada vez. Ahora él sobre mí, recostados en el sillón. Me hacía sentir la mujer más hermosa y deseada del planeta, podía hacer que perdiera cualquier tipo de noción. Sólo deseaba más y más. Más de él. Creí que no podría sentirme más afortunada al admirar su desbordante belleza cuando él mordió su labio y me hizo enloquecer con ese gesto tan sencillo. Creí que no podía estar más loca de amor cuando el roce de su cuerpo junto al mío me hizo soltar un suave quejido, que él buscó repetir en mi.

No aguantaba más. Detuve sus deliciosas caricias y me levanté guiándolo hacia la habitación. Dando pasos torpes porque no queríamos despegar nuestros cuerpos ni un solo segundo. Ya no podíamos resistirnos. Al llegar a la cama terminamos de sacarnos la molestosa ropa que nos mantenía separados.

Suavemente me recostó y a la luz de las velas recorrimos nuestros cuerpos uno con el otro. Su cuerpo era hermoso, una perdición absoluta. Mis manos descubrían cada espacio de su deliciosa anatomía, su espalda irresistible, su pecho llamando mis besos, sus brazos fuertes, sus caderas dominándome y sus manos delicadas tocándome como si de brasas ardientes se tratara.

Miró en mis ojos con amor y deseo. — ¿quieres que lo haga? —susurró.

Apenas con un poco de aliento respondí que sí.

—te amo. —Susurró en mi oído— Mi preciosa Julie.

En ese momento el deseo irrefrenable se calmó un poco dando paso a un amor tan profundo que podía elevarnos hasta las nubes. Si mi cuerpo ardía sin poder contenerse, mi alma ardía mil veces más, superada por un amor imposible de medir.

Sus labios buscaron los míos una vez más. Nuestras lenguas se acariciaron amorosamente mientras me hacía suya. Esa extraña y adictiva sensación de convertirnos en un solo cuerpo. Fui abandonando mi mente y mis sentidos a ese momento sublime. Entregándome hasta más no poder, hasta que mis gritos no lograban expresar la pasión que Michael aumentaba en mí, hasta que nuestros desenfrenados movimientos no eran suficientes para ahogar el fuego que nos quemaba.

Cada vez que se detenía me mataba y cuando continuaba regresaba mi alma al cuerpo. La respiración agitada, nuestros cuerpos sudando.

Poco a poco saciamos nuestro deseo, poco a poco fuimos alentando ese delicioso frenesí. Permanecimos unidos por varios minutos más, recuperando el aliento.

Me besó recostándose sobre mi pecho mientras lo abracé muy fuerte, tocando todo su cuerpo. Quería mantener su piel junto con la mía. Su cuerpo dentro de mí, su alma y la mía unidas por siempre.

"Speechless" - TERMINADA-Où les histoires vivent. Découvrez maintenant