Capitulo 34.

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Alison.

Abrí los ojos poco a poco despertándome de mi sueño. El avión estaba a punto de aterrizar, según las azafatas en 10 minutos llegaríamos a nuestro destino, Londres. Los nervios fueron volviendo a mi cuerpo. Al llegar a tierra firme, mis pies aún no se acostumbraban y las piernas me temblaban obligándome a agarrarme a algo.

La gente que salía del avión estaba feliz, radiante, probablemente fueran a encontrarse con sus familias, o a pasar una temporada en Londres, una ciudad preciosa para visitar. Me daban envidia, pues ellos irradiaban alegría cuando se bajaban del avión y miraban alrededor. Y yo, sin embargo, tenía el corazón destrozado, sentía una presión en el pecho que hacía que me costara hasta respirar. Iba a Londres para asistir a un entierro, nunca habría pensado que volvería para este caso.

Llamé a uno de los taxis que había en la puerta y le dije al taxista la dirección de Matt. El me miro y sonrió, al ver que no le devolvía la sonrisa me preguntó que me ocurría.

-No vengo a Londres por una buena situación.-Me limite a contestar. El taxista asintió y no volvió a decir nada más hasta que llegamos a la casa de Matt.

-Este es su destino señorita, ¿quiere que la ayude a bajar sus cosas?

-No, no se preocupe, puedo sola. Gracias.-Dicho esto le pagué y le dije que se quedara con el cambio.

Iba observando cada cosa que veía a mí alrededor, como si fuera la primera vez que las había visto. Mire a mi derecha y vi el pequeño parque en el que había estado cuando Kelsey apareció en casa de Matt. Miles de recuerdos llegaron a mi mente. Matt y yo yendo a tomar café a la cafetería de unas calles más abajo. Matt y yo volviendo de la mano después del primer paseo por Londres. Todos recuerdos de Matt y míos. Era demasiado duro.

Con la mano temblorosa llamé al timbre del apartamento, espere uno segundos que se me hicieron eternos hasta que por fin oí como Matt abría la puerta. La imagen que vi me hizo muchísimo daño, un Matt despeinado y con ojeras. Con la barba más larga de lo normal y signos de no haberse duchado en días. Nada más verlo comencé a llorar y me lancé a sus brazos. El hundió la cabeza en mi cuello.

-Cuanto te he echado de menos Alison.-Dijo llorando.

-Shhh, estoy aquí.

Pasamos abrazados a su casa y nos sentamos en los rojos sofás del salón. El no soltaba mi mano.

-Alison... Mamá... ¿Por qué me ha tenido que pasar esto? Cuando mejor me sentía, podíamos pagar la operación, ella y yo estábamos más unidos que nunca. Y se va. Se ha ido Al. Para siempre.-Dijo sin poder contener las lágrimas.

-Pero Matt, ¿Cómo fue? Ella cuando me fui estaba bien, no puede ser que haya empeorado tanto, es imposible.-Lo miraba a esos ojos tan oscuros que tenía y veía su dolor. Un dolor que yo compartía.

Él me contó la historia tal y como fue, no me podía creer que ella hubiera empeorado tanto, era demasiado extraño, pero no quise decirle nada a Matt, sabía que eso le haría más daño aún. Poco a poco se fue desahogando. No soltó su agarre en todo lo que duro la conversación, hasta que se levantó de golpe y subió a su cuarto dejándome allí sola pensando en todo lo que me había dicho. La maravillosa Amber... Sabía que no iba a poder recuperarme de esa pérdida tan rápido.

En menos de dos minutos Matt bajo con un sobre en las manos y las lágrimas corriéndole aun por sus mejillas. Me entrego el sobre.

-Toma Al, lo dejo mi madre para ti, también hay uno para mí. Sube si quieres a tu cuarto para leerlo tranquila. Yo estaré aquí esperándote hasta que tú te sientas con ganas de bajar. Sé que adorabas a mamá tanto como ella a ti, y esto también te estará doliendo. Iré a preparar un café.

Cuidado con lo que eliges.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora