Capitulo 33.

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Matt.

Mi mundo tal y como lo conocía se había destrozado. Se había ido la persona más buena, más comprensiva y más perfecta que conocía, mi madre.

Me habían llamado hacía más o menos una semana para que mamá fuera intervenida, ya que había empeorado notablemente. Así que nos dijeron que sería operada. Pero esa operación salió mal, nos dijeron que había pocas posibilidades de que mamá muriera en esa intervención. Estaba esperanzado, pues si salía todo bien mamá no tendría que pasar por el hospital nunca más. Pero no salió nada como esperaron. Ni si quiera me dijeron como había muerto. No había podido despedirme de ella.

Cuando me dijeron la noticia lo primero que se me pasó por la cabeza fue ir a matar al incompetente del médico que había intentado operar a mi madre sin éxito, las enfermeras me miraban con miedo, pensé que hasta llamarían a la policía para que viniera a sacarme de allí.

Pero en realidad, en esos momentos me importaba una mierda todo, la policía, las enfermeras, todo, solo quería estar con mi madre, que estuviera bien, conmigo. Pero no, se la habían llevado, no la volvería a ver nunca más.

Dos semanas atrás Alison me había llamado, pero estaba demasiado ocupado con mi madre como para responderle al móvil. Y después pasó lo de la operación y se me fue de la mente, pero ahora tenía que llamarla. Tenía que darle la noticia. Ella quería muchísimo a mamá, y mamá a ella.

No sabía qué hacer, que decir, no sabía ni cómo actuar. Simplemente cogí el móvil y marque el número de Alison. Cuando contestó, cuando escuche su voz las palabras no salían de mi boca. Hasta que reaccioné.

-Mi madre Al, ha muerto.

Sentí un inmenso dolor al pronunciarlo en voz alta, parecía que si lo tenía por dentro no terminaba de ser verdad, pero si se lo decía a alguien, era en serio, mi madre no iba a volver.

Oí como Alison lloraba al otro lado de la línea.

-Matt... pero ¿cómo?- Su voz sonaba entrecortada.-Se supone que la iban a operar, que todo saldría bien.- Ella no paraba de llorar, y yo al oírla lloraba con más intensidad.

La rabia, la tristeza, lo que la echaba de menos, todos esos sentimientos estaban en mi interior, y tenían que salir.

-Alison. Tengo que colgar. ¿Vas a venir al entierro? Será mañana por la tarde, a las 6.

-Si Matt, estaré allí.

Y colgué, no podía seguir escuchando su voz, sabiendo que estaba llorando al otro lado de la línea de teléfono. A tantos kilómetros de mí. Habría dado todo lo que tenía para que en ese momento estuviera conmigo, dándome ánimos y apoyándome, aunque no era muy buena para animarme, siempre trataba de hablar para que yo no pensara en mis problemas. Pero ahora todo era diferente. Mi madre había muerto, y eso no podría remediarse nunca.

-Matt Scott.

Oí que una voz masculina desconocida me llamaba. Al girarme vi a un chaval joven con una bata, supuse que sería un médico o enfermero.

-Sí, soy yo.

-Esto es para usted, estaba en la habitación de su madre.-Me entregó dos sobres, en uno ponía mi nombre, en otro ponía Alison Collins.

Las acepté y me senté en uno de los sillones que había en la sala de espera.

Abrí la carta con mi nombre con manos temblorosas.

Hola Matty.

Ya sé que no te gusta que te llame así, pero soy tu madre y tengo derecho a llamarte como yo quiera, así que no pongas caras raras que nos conocemos.

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